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EL "JET-SET" DE LA MORAL

Al procurador en el Senado lo pusieron a bailar al ritmo de Michael Jackson

Semana
3 de septiembre de 1984

Pocas veces un acontecimiento como el debate adelantado contra el Procurador en el Senado había sido una radiografía tan evidente del nuevo estilo que ha tomado la moral en el país. Ahí estaba Jiménez Gómez, rodeado de la jauría, como un apetitoso pedazo de carne entre muchos canes con curul, prestos a morder para ingresar en el recientemente inaugurado "jet-set" de la moral, que al igual que el "jet-set" social, tiene su prensa y sus frases de cajón, pero a diferencia de este último, donde se prefiere la comida de mar, en el de la moral figura como recomendación del "chef" la carne de Procurador.
El "maitre" del debate, William Jaramillo Gómez, cometió sin embargo el error de derramar el vino sobre el traje inmaculado de una señora. "¡Vagabundo!", exclamó contra el Procurador, con la respiración entrecortada, con lo que sin duda alguna la dignidad de este debate moral con Infulas jurídicas se rebajó a su mínima expresión. Es decir, cobró el sentido que tenía desde un comienzo, que era el de convertir al Procurador en el chivo expiatorio de esa nueva forma de entender la moral que está practicando el país, consistente en que ahora hay movidas "in" y movidas ""out".
Está "in" viajar a Madrid a hablar con el M-19, y está "out" hacerlo a Panamá para hablar con los narcotraficantes. Está "in" recibir a Oscar William Calvo en Palacio, y escucharlo confesando que "solamente" tiene cinco secuestrados, y está "out" recibir a un narcotraficante en el despacho para escuchar sus ofrecimientos de rendición. Está "in" recibir dineros calientes para los pobres, y "out" hacerlo para la política. Está "in" pertenecer a cualquiera de las comisiones que actualmente adelantan diálogos con los guerrilleros, Y está definitivamente "out" atreverse a criticarlas. Por eso en este repentino "jet-set" de la moral es difícil encontrar a algún ciudadano con las agallas suficientes para preguntarse qué se hicieron aquellos remotos tiempos de la normatividad jurídica colombiana, cuando era igualmente delictuoso cometer un secuestro a cualquier título, que venderle un gramo de cocaína a cualquier postor.
En el "bazar" de este "jet-set" moral, o sea en el Senado de la República, al Procurador lo pusieron a bailar al ritmo de Michael Jackson. Y es que, al igual que este joven negro, fuertemente controvertido por su actitud asexuada --y tremendamente peligrosa, en opinión de muchos, para la juventud contemporánea--, el debate contra Jiménez Gómez también se caracterizó por una fuerte asexualidad de carácter moral, igualmente peligrosa para la juventud colombiana contemporánea, perpleja ante la circunstancia de que mientras es permisible que a Palacio acudan contertulios que admiten tener secuestrados a cuestas, se le adelante un debate carnicero a un funcionario del Estado que aunque es totalmente controvertible desde el punto de vista de sus procedimientos, no lo es, de ninguna manera, desde el punto de vista de su rectitud.
Con ex presidentes que se intercambian insinuaciones de peligroso calibre; con cifras escalofriantes sobre la quiebra económica; con dineros calientes que aparentemente se vuelven fríos cuando se reciben a nombre de los pobres; y con un esquema jurídico que tambalea ante la mortal ambivalencia que tiene afanosamente ocupados a algunos ciudadanos en la búsqueda de posibles diferencias legales entre el delito del secuestro y el del narcotráfico, este episodio en el Congreso de la República sólo vino a completar el desolador marco en el que súbitamente se ha visto colocado el país. Un bazar en el que se vende a peso el beso, se juega al tiro al jabal contra el Procurador, se da vueltas sobre el carrusel de la moral y se hacen ejercicios para equilibristas sobre el andamio de la esperanza.--

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