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El primer balance en política exterior

Como es usual, especialmente al cumplirse el primer año del mandato presidencial, se hace el balance de los logros y de las frustraciones de la administración. Los aspectos fundamentales de la agenda de política internacional de Iván Duque fueron heredados inexorablemente del gobierno anterior.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
8 de agosto de 2019

El primero de ellos es el caso de Venezuela. Aunque nuestras relaciones comunes se han semejado siempre a una montaña rusa, con grandes subidas e bruscas bajadas, durante la administración Santos, el “nuevo mejor amigo” se fue constituyendo en un vecino hostíl. No solamente militarmente, sino también porque el régimen venezolano incrementó notablemente el apoyo y colaboración a grupos armados colombianos. Pero lo que es más grave, dada la desastrosa situación interna venezolana la migración se ha ido incrementando hasta comenzar a afectar la economía, la seguridad social, la educación y especialmente la seguridad interna de nuestro país.

A principios del año, no solamente Colombia, sino los Estados Unidos y otros estados incurrieron en el error de suponer que el régimen madurista caería como un castillo de naipes después de que Guaidó asumió la presidencia interina. Además, se dio la impresión por declaraciones de algunos funcionarios colombianos, que nuestro país podría constituirse en actor tácito de una intervención militar individual o colectiva. Esa opción generó un rechazo generalizado en los cuatro puntos cardinales.   

Es difícil pensar que, incluso con el cambio del régimen venezolano, la grave situación que afrontamos con Venezuela, va a cambiar de la noche a la mañana y que en breve tiempo todo va a ser cordialidad y que una ola de prosperidad va a llegar para las regiones fronterizas colombianas.

De otra parte, el gobierno de Duque ha heredado el rompecabezas del incremento de los cultivos ilícitos que muchos adjudican al acuerdo concertado con las FARC. El problema es que tenemos a los Estados Unidos como gran fiscal con la tácita amenaza de un eventual “descertificación”.

Paralelamente se ha enfrentado el debate sobre la reiniciación de las aspersiones sobre los cultivos ilícitos que algunos consideran, como la llave maestra en la lucha contra el narcotráfico y todos los males que conlleva. No hay que olvidar que las aspersiones fueron realizadas en el marco del Plan Colombia concertado por la administración Pastrana con el gobierno norteamericano.

Finalmente es evidente que la política exterior del gobierno actual se ha visto afectada por la implementación del acuerdo de paz con las FARC en el que muchos estados y organismos internacionales asumieron un papel preponderante. Muchos representantes extranjeros se han considerado empoderados para actuar como fiscales y señalar públicamente lo que el gobierno debe hacer o no hacer en aspectos de política interna.

 (*)Decano de la facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

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