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Elogio de la bermuda

¡Cual paloma de la paz! ¡Cual ramo de olivo! Colombia tiene un nuevo símbolo de la paz: la bermuda.

Marta Ruiz, Marta Ruiz
6 de diciembre de 2014

¡Cual paloma de la paz! ¡Cual ramo de olivo! Colombia tiene un nuevo símbolo de la paz: la bermuda. Por supuesto, la bermuda del general Rubén Darío Alzate, quien se metió sin armas y acompañado apenas de una abogada y un suboficial, a un caserío de Chocó. De los motivos que tuvo para llegar confiado hasta Las Mercedes, río Atrato abajo, se ha dicho de todo. Que era por negocios, que les mintieron sus agentes de inteligencia, que andaba en algo sospecho. Personalmente, yo le creo al general lo que dice: que estaba haciendo trabajo socia, y que si se viajó sin uniforme ni armas, era para ganarse la confianza de la comunidad.

Que un general como él confíe en la gente que vive en un territorio de influencia guerrillera me parece revelador y hasta poco común. Si en algo se han equivocado las Fuerzas Armadas a lo largo de este conflicto es en tratar a los campesinos como guerrilleros. Los militares, en lugar de ganarse las mentes y los corazones, como dictan los manuales de contrainsurgencia, se han dedicado en muchas ocasiones a catearlos sin tregua, restringirles la comida, fregarles la vida.

Me sorprende que haya tantas críticas a que el general dejara guardado su uniforme para vestirse de civil. Se oyeron voces indignadas diciendo que es con el camuflado que un alto oficial se debe ganar la confianza de las comunidades. Olvidan estos comentaristas que en el pasado otros altos oficiales usaron el uniforme, en las mismas riberas, de los mismos ríos, para proteger a paramilitares que llegaron a masacrar, desplazar y despojar de la tierra a los campesinos, comunidades afros e indígenas. Hablo, por supuesto, de la Operación Génesis en la que alias el 'Alemán’ recorrió a sangre y fuego este territorio, protegido y apoyado por militares al mando del general Rito Alejo del Río, a quien nadie hasta ahora le ha reclamado por mancillar el camuflado. Por algo, entonces, habrá decidido Alzate que la confianza se gana sin armas, y en bermuda.

Yo prefiero, francamente, ver a los generales en bermuda, al lado de las comunidades, preocupados por cómo llevar luz, agua, o servicios básicos a esos pueblos olvidados. Por eso no sólo le creo a  Alzate, sino que lo considero un adelantado. Ser confiado puede ser un error en el terreno del combate, pero una gran virtud para construir la paz. Estoy segura de que si se logra un acuerdo con la guerrilla, la bermuda será un traje más útil y necesario para “remangarse” en las regiones, que el camuflado, prenda que en el futuro debería entrar en desuso. 

Por lo demás, el abrazo del general con Pastor Alape es la foto soñada. La imagen del porvenir. Dos hombres que se han combatido desde orillas diferentes, contemporáneos dispuestos a un gesto tímido de cordialidad a pesar de las absurdas circunstancias en las que estaban. Entre la bermuda y la foto, la paz parece cada vez menos lejana.

Coletilla: Hace algunos días escribí una columna sobre el secuestro de la Chiva Cortés y su opción de no perdonar a las FARC, en la que me preguntaba qué estaría pensando él frente al proceso de paz en el momento de su muerte. Frank Pearl, quien hace parte del equipo del Gobierno para los diálogos con esta guerrilla y es pariente de la Chiva, me contó que hasta el final de sus días mantuvo una irreductible rabia contra los jefes guerrilleros, una inmensa compasión por los combatientes de base y la convicción de que no había camino distinto al de sentarse a negociar el fin del conflicto. “¿Cómo te va con esos vergajos?” cuenta Frank que era el saludo que siempre le prodigaba la Chiva.  

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