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Podemos: el viento sopla hacia Colombia

Si los fiscales y jueces de pie de calle tiran de la cuerda, es posible que las convenciones de partidos como el Centro Democrático o Cambio Radical tengan que realizarlas en «la Picota»

Yezid Arteta, Yezid Arteta
17 de febrero de 2017

¿Dónde puedo comprar una entrada? pregunta una señora a un chico que luce un chaleco morado con un círculo blanco en el centro. No quedan entradas, señora –responde el chico–, es mejor que lo vea por televisión. Llueve sobre el barrio de Carabanchel de Madrid. Cientos de personas, protegidas por sus paraguas se agolpan en las afueras de Vistalegre, una plaza de toros de segunda categoría. Pronto comenzará el II Congreso de Podemos. Tal como ocurre en el clásico Barça-Real Madrid, la boletería está agotada. Miles se resignan a seguir el lance por TV. He olvidado el paraguas. Enseño mi boleta húmeda en la portería.

La parlamentaria Noelia Vera, 30 años, es de las primeras en hablar. Lo hace con un tono de cantaora de flamenco. Nació en una granja del puerto gaditano de Santa María. Periodista galardonada. Corresponsal de guerra. Trabajó en la Alcaldía de Bogotá. «Tenemos un país que ganar con la complicidad de los que están dentro de las instituciones y los que están en la calle», dice Noelia a más de 8.000 delegados que aplauden con entusiasmo. La izquierda sólo tiene chance si es una herramienta en manos de la gente y no en la de los burócratas del partido. Los escaños pertenecen a los electores, 70 parlamentarios de Podemos que mandan obedeciendo a más de cinco millones de electores.

Podemos consiguió fertilizar el 15-M, la rabia de la gente, pero la clave de su éxito fue la de hacer un partido que se pareciera a la gente del país. Entre los delegados al congreso observo al general del aire ® José Julio Rodríguez, quien fue jefe del Estado Mayor de la Defensa de España y consejero de la OTAN, conversando animadamente con el joven canario Alberto Rodríguez, obrero industrial que lleva recogidas sus rastas en un frondoso moño y ocupa un escaño en el parlamento. Una atronadora ovación recibe al parlamentario andaluz Diego Cañamero, que no pudo ir a la escuela porque desde los 8 años empezó a trabajar como jornalero en el campo, lugar en donde aprendió a luchar por los pobres del agro.

No estamos en tiempos teóricos. Prevalecen los testimonios. La vida real se abre paso. Los voceros de los círculos de Podemos narran los dramas que viven en los hogares, en los barrios, en las fábricas, en las oficinas de empleo, en los barcos que faenan en altamar, en las urgencias de los hospitales. Allá los teóricos con su cuento. Un gigante de dos metros que entrena a un equipo de baloncesto sube a la tarima con un balón y cuando termina de hablar lo lanza al público y grita: "Os paso la pelota, que alguien la recoja". El mensaje es diáfano. Luego suben media docena de jóvenes que sumando sus edades no llega a completar cien años. Son los encargados de gestionar el fondo de proyectos, basado la regla de que hay que devolver a la sociedad los privilegios de los políticos. Ningún cargo público de Podemos puede cobrar más que lo equivalente a tres salarios mínimos. El resto del dinero va al fondo que gestionan los jóvenes.

País. Pueblo. Gente. Democracia. Círculos. Podemos. Derechos. Participación. Dignidad, Futuro. Son los mensajes que se leen en un escenario parecido al de un megaconcierto. Las intervenciones empiezan y acaban con música. Cada dirigente de Podemos es un artista de su tiempo. La izquierda fúnebre y la profesionalización de la política son cosas que parecen quedar en el pasado. Los debates deben ser reales, no de cartón piedra. Más de 150.000 inscritos votaron en el proceso de primarias. Los aparatos y los burócratas estorban.

Cuento esto para que mis amig@s de Colombia no se equivoquen de bando en las elecciones que se avecinan. La clase política tradicional está en los mínimos de credibilidad. Si los fiscales y jueces de pie de calle tiran de la cuerda, es posible que las convenciones de partidos como el Centro Democrático o Cambio Radical se tengan que realizar en la penitenciaría de la Picota. El panorama electoral en Colombia es una página en blanco. Nada está escrito. Hay posibilidades de enseñarles la puerta de salida a los políticos que heredaron el poder de sus padres y ahora quieren pasarlo a sus hijos. El brexit en Inglaterra, la elección de Trump, la derrota del SÍ en Colombia, entre otras «sorpresas», son prueba de que los medios de comunicación tradicionales no deciden como lo hacían en el pasado.

Remate: Si la Izquierda colombiana fuera menos bogotana, quizá tendría éxito.

Yezid Arteta Dávila
* Escritor y analista político
En Twitter: @Yezid_Ar_D
Blog: En el puente: a las seis es la cita

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