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Fiestas nacionales: un impulso de los jóvenes a la cultura y economía regional

Las cifras demuestran que los carnavales, las ferias y las fiestas nacionales, son actividades que fomentan el turismo, el empleo (formal e informal), y permiten visibilizar y proyectar la cultura de las diferentes regiones colombianas.

Alejandro Cheyne, Alejandro Cheyne
28 de febrero de 2020

En la investigación de la Universidad del Rosario, “Qué piensan los jóvenes en Colombia”, realizada en 10 ciudades del país, se refleja cómo la emoción predominante de la juventud es la alegría que les da poder estar con su familia y amigos. Incluso en algunas ciudades, como Pasto, se evidencia el orgullo de los jóvenes por su carnaval. En esta medida, y frente al miedo generado por la inseguridad y el conflicto armado, el carnaval se convierte en una oportunidad de comprender la cultura de colombiana y sentirse orgullosos de su identidad.

Nuestras fiestas nacionales como el Carnaval de Barranquilla, el Carnaval de Negros y Blancos, la Feria de Cali, la Feria de las Flores, entre otras, son sinónimo de tradición, cultura y, sobre todo, de crecimiento económico para la región. Estas fiestas representan la reunión de expresiones folclóricas de más de un siglo de existencia con otras recién creadas, que provienen de la cultura popular o como influencia de otros países. Además, visibilizan la imagen de la ciudad y del país a nivel internacional.

En el carnaval se desdibujan las brechas sociales, como se evidencia en las múltiples comparsas en las que se encuentran participantes de todos los estratos socioeconómicos. Asimismo, se privilegia el bien común sobre el particular, que en estos casos se evidencia en la manera en la que los participantes velan por tener y generar un buen ambiente carnavalesco, como un fin último que los privilegia a ellos y a toda la comunidad. De esta manera, la fiesta carnavalesca genera sensación de bienestar a quienes participan de ellas: jóvenes locales, nacionales y extranjeros.

En el caso del Carnaval de Barranquilla, además de ser considerado el evento cultural y folclórico más importante del país, fue designado como Patrimonio Cultural de la Nación por el Congreso de la República, y Obra Maestra del Patrimonio Oral de la Humanidad por la UNESCO. Este carnaval es la interpretación de los valores simbólicos pertenecientes a diferentes subculturas del Caribe colombiano, producto del mestizaje de diversas etnias que dio origen a la actual población de la región. Esta fiesta movió $384.936 millones de pesos en el 2019, según la Revista Carnaval en Cifras, desarrollada por la Alcaldía de Barranquilla.

Adicionalmente, este 2020 se proyectó la llegada de 1,864,132 asistentes, 35,190 artistas y 9,726 músicos a la fiesta carnavalesca. Lo anterior, impactaría diferentes sectores como el 100% de crecimiento de las ventas del sector textil, 300% en la venta de licor, el incremento del 120% en ventas de comida rápida y el 125% de aumento en ventas de los negocios formales e informales, según arrojó el Estudio de Impacto Económico del Carnaval de Barranquilla 2020, realizado por la Secretaría de Cultura, Patrimonio y Turismo.

El Carnaval de Barranquilla es la principal industria creativa de la ciudad y del departamento del Atlántico, con influencia incluso en toda la región Caribe porque “impulsa sectores como la música, la danza, el teatro, las comunicaciones, el diseño, las artesanías y la gastronomía que representan, según la clasificación del DANE, 7,1% de la estructura empresarial del Atlántico", de acuerdo a lo mencionado por Carla Celia, directora del Carnaval de Barranquilla S.A.S., a la revista Dinero.

En este sentido, las muestras culturales como el carnaval, son un gran ejemplo de economía naranja en el país, debido a que abarcan a personas hacedoras de carrozas y atuendos típicos, artesanos, coreógrafos, bailarines, músicos, vendedores de comida, y demás participantes de diversos sectores. En este sentido, los jóvenes que participan y disfrutan del carnaval, se ven beneficiados económicamente desde sus distintas actividades.

El Carnaval de Negros y Blancos, por su parte, también es reflejo de la manera en la que diferencias sociales, económicas y raciales, se desvanecen durante una celebración en la que todos se pintan y visten de colores. Este carnaval nariñense, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad según la UNESCO, demuestra una vez más que por medio del baile y la celebración de la tradición, la cultura colombiana se une en una sola fiesta.

De acuerdo con datos de la Cámara de Comercio de Pasto, más de 25,000 turistas llegan a la ciudad anualmente en temporada de carnavales. Se calcula que cada uno de estos visitantes invierte $1.146.000 pesos durante su estadía, en alojamiento, alimentación, transporte y compras. En este sentido, la ciudad recibe cerca de 29 mil millones de pesos anuales, teniendo en cuenta solo los gastos de los turistas.

Vale aclarar que no todo en estas fiestas es positivo, pues durante las celebraciones se genera una inflación temporal causada por el alza indiscriminada en los precios de algunos productos y servicios. La ciudad se vuelve caótica, en la mayoría de los casos, debido a la basura producida por los turistas, la inseguridad, el tráfico, las multitudes y la cantidad de actividades y desfiles que se desarrollan en medio de las calles principales. Sin embargo, los organizadores de estas fiestas cada vez tienen mayores controles para mitigar estos efectos secundarios.

Las cifras demuestran que los carnavales, las ferias y las fiestas nacionales, son actividades que fomentan el turismo, el empleo (formal e informal), y permiten visibilizar y proyectar la cultura de las diferentes regiones colombianas. Estas celebraciones de quiénes somos, recordando siempre lo que fuimos como sociedad y lo que podemos llegar a ser, van muy de la mano con la frase en latín: nova et vetera, que hace referencia a darle importancia a la innovación, sin dejar de lado la historia y la tradición. Es por este nova et vetera que es relevante el rol de los jóvenes en nuestras fiestas, ya que son ellos quienes brindan nuevas ideas, pero también son los responsables de salvaguardar la cultura y tradición de estos encuentros nacionales que reflejan la sociedad colombiana.

Alejandro Cheyne

Rector Universidad del Rosario