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Ampuero, arenas y los horrores de la dictadura de cuba

A partir de conocer en profundidad la realidad de la vida cotidiana de los cubanos se entiende que la visita de Obama a la isla fue un gran acto humanitario

Semana.Com
23 de marzo de 2016

Roberto Ampuero es uno de los más importantes escritores contemporáneos de Chile y de Latinoamérica. Era comunista y a la caída de Allende en 1973, el partido lo sacó hacia Alemania Oriental  para salvarlo. Estudió filosofía en la Universidad Karl Marx de  Leipzig en donde conoció a Margarita, la hija del entonces fiscal de Cuba Fernando Flores Ibarra. Se casaron y se radicaron en 1974 en la isla en donde, tres años después, tras el fracaso de su matrimonio, tuvo que sobrevivir en condiciones de extrema pobreza hasta que tras increíbles aventuras y penalidades logró en 1979 que lo devolvieran a Alemania.

Su aventura está magistralmente relatada en la novela Nuestros años verde olivo (1999), que contiene un relato detallado y estremecedor de la vida cotidiana de los cubanos, bajo la dictadura  estalinista y tropical de Castro. Las vicisitudes cotidianas para conseguir alimentos, vivienda, vestido.  Los privilegios de los líderes y cuadros del Partido Comunista.  El espionaje, la persecución, las eléctricas relaciones interpersonales de la gente común  con constantes episodios de delación y de traición para congraciarse con el régimen.  Un retrato vívido y profundo de la Cuba real, la de todos los días,  la de la gente común, no la de la propaganda de izquierda o de derecha,  contada por un extranjero culto,  que compartió en ellos experiencias, alegrías y sufrimientos.    

Aunque separados en el tiempo, el testimonio de Ampuero tiene abundantes y esenciales coincidencias con el que contiene –con ojos cubanos- la obra de Reinaldo Arenas, novelista, dramaturgo, poeta nacido en Aguas Claras en el oriente de la isla.  Arenas creció en la era de Batista y apoyó la revolución  de la cual muy pronto se fue desengañando, lo cual plasmó en varias de sus novelas Celestino antes del alba (1967), El palacio de las blanquísimas mofetas (1980), Otra vez el mar (1982), El asalto (1988), entre otrasPadeció por ello y por su condición de homosexual una intensiva y cruel persecución del régimen  cuyos episodios plasmó en sus memorias Antes que anochezca (1992), obra póstuma, otro libro brillante y desgarrador que presenta un panorama claro y contundente de la vida cotidiana de los cubanos,  sometidos a las arbitrariedades y caprichos de los privilegiados líderes comunistas. Las complejidades y trampas del racionamiento, los trueques, la corrupción, los favores, las contraprestaciones. La represión policial, el espionaje, las detenciones arbitrarias, las torturas –Arenas tuvo que reescribir varias veces sus novelas porque desde que  publicó la primera contraria al gobierno, lo asaltaban patrullas policiales a cualquier  hora   que le confiscaban las  cuartillas que tenía escritas-.  Salió de Cuba como “marielito” en 1980 y se radicó en Nueva York en donde, enfermo de Sida, se suicidó en 1990  y dejó una carta de despedida en la que culpó a Fidel Castro de todos los sufrimientos que padeció en el exilio.    

Aclamadas y consagradas como grandes obras de la literatura latinoamericana Nuestros años verde olivo de Ampuero y Antes que anochezca de Reinaldo Arenas, son referentes obligados para entender en estos días que la visita del presidente de Estados Unidos Barack Obama a Cuba fue un gran acto humanitario. A partir de conocer en profundidad la realidad de la vida cotidiana de los cubanos se entiende que fue también un acto de justicia que puso fin a cincuenta y seis años de soberbia de gobiernos estadounidenses que mantuvieron a un pueblo digno, valiente, altivo, a una comunidad multiétnica y pluricultural, entre  las más originales y valiosas de la tierra, sometida al doble yugo de los excesos y arbitrariedades de la dictadura comunista y al de la extrema precariedad económica derivada del embargo.

Por encima de los debates políticos hay que celebrar ese cambio de actitud del gobierno de Estados Unidos. En las décadas que completa en el poder, Castro se logró insertar en las tramas fundamentales de la guerra fría y ganó un protagonismo que le permitió desafiar –con algunos éxitos notables- a varios gobiernos de Estados Unidos. Jugó un papel preponderante en la política latinoamericana que logró conservar después de la caída de la URSS y de los regímenes de la cortina de hierro gracias a que inteligente y hábilmente, instrumentalizó la ignorancia del coronel Hugo Chávez y logró convertir a Venezuela –uno de los países más ricos y respetables del continente- en una especie de decadente y empobrecida colonia de Cuba.  Serían hazañas épicas si no encerraran el sufrimiento de tantas generaciones de cubanos, que han padecido hambre, miseria, persecución. Que han visto sus libertades restringidas o coartadas. Que presa de la desesperación han arriesgado o entregado sus vidas para encontrar una vía de escape. Con el advenimiento de la libertad es previsible que desaparezcan rápidamente de las ofertas turísticas los viajes todo incluido a precios bajos a la Habana, Varadero y los demás destinos de la isla porque el solo contacto de los más de 11 millones de cubanos con sus familiares en el exilio, así como las nuevas condiciones para el intercambio de bienes y servicios, generarán una dinámica que transformará  por fin, la muy precaria economía de Cuba y de los cubanos. Sería un logro perfecto si desapareciera también rápidamente la dictadura.

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