Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Guterres, Colombia y ELN

Superar el poder politiquero es más difícil que volar el tubo, hacer un secuestro o enfrentar al Ejército.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
15 de enero de 2018

Rabia y desazón causa el ELN con los actos que ha ejecutado luego de que finalizara el cese bilateral de fuego.

Igualmente, rabia y desazón producen hechos ocurridos a lo largo de 2017 como el asesinato de líderes sociales, el incumplimiento y lentitud de los compromisos institucionales frente a diversos temas, la utilización del proceso de paz para asustar con el coco castrochavista, el incremento de los cultivos de coca, etc.

En fin, pueden esgrimirse muchas razones para la desazón y la rabia, pero ninguna justifica la violencia.

Además, todos los argumentos que se expongan atentan contra la decisión mayoritaria de la sociedad colombiana, que se ponga fin a la violencia política armada.

Comprender esta decisión por parte del ELN es urgente.

Y hay que decirlo con todas las letras: la lucha política armada debe llegar a su fin en Colombia.

Para eso es la negociación planteada por el Gobierno y el ELN.

Para cerrar el ciclo de violencia política.

Las transformaciones de la agenda económica política y social del país tendrán que conseguirse en el escenario de la política, enfrentando a los partidos, liderazgos y grupos de interés qué apropiados de la voluntad ciudadana, de las riquezas y oportunidades que el país brinda, asustan con el comunismo, el izquierdismo, el castrochavismo, mientras en su beneficio, hacen uso de la fuerza armada institucional y del poder político en el país.

Sí.

Superar el poder politiquero es más difícil que volar el tubo, hacer un secuestro o enfrentar al ejército. En esa claridad, la agenda convenida con el ELN brinda un alto valor al punto de participación ciudadana.

Se piensa que la participación de la sociedad civil organizada puede convertirse en un factor que dinamice el proceso y logre mejoras para la participación política al tiempo que conseguir decisiones que impacten económica y socialmente las regiones. De esa manera el proceso saldría adelante.

Esa pretensión tiene un condicionante: es necesario parar los recientes actos de fuerza y de violencia por parte de ELN.  De lo contrario, estas conversaciones se frustrarán, afectando de paso también la implementación de lo convenido con las Farc, consolidando a su vez un clima y ambiente que solo sirven a la derecha para sus fines electorales.

En este contexto se produce la visita del secretario general de las Naciones Unidas quien vino para apoyar el proceso de paz, a estimular al Gobierno y a las Farc a continuar cumpliendo en medio de las dificultades, a reconocer a las víctimas en su proceso de dolor y búsqueda de reconciliación, a visitar los campesinos en zonas de conflicto que hoy ven lentamente cómo se recupera su tranquilidad, pero también, vino a acompañar a quienes insistimos en que hoy nada en Colombia justifica la violencia.

Vino a decir y le dijo, al ELN y al Gobierno que hagan sus mejores esfuerzos para retomar la mesa en Quito, alejándose de las veleidades y tentaciones de las victorias militares.

Invitó al ELN y al Gobierno a ser consecuentes con lo que hemos construido en materia de paz y con la decisión de abandonar la guerra.

Un llamado de este tipo debe ser atendido por las partes en la mesa. No nos merecemos ni esta ni las anteriores violencias.

@alvarojimenezmi

ajimillan@gmail.com

Noticias Destacadas