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Rabia

¿Cuándo se jodió el ELN, Viejo Topo? Cuando empezó a recorrer tardíamente la peor época de las Farc

Yezid Arteta, Yezid Arteta
23 de enero de 2019

“Solo los muertos han visto el fin de la guerra”, medita el reportero mientras observa al hombre tirado en el piso. Tiroteado. Ensangrentado. Se escuchan graznidos o ronroneos entrecortados. Como los de un pato o una gata. “Aún está vivo”, dice un soldado. Entre los soldados discuten si prestarle o no asistencia médica. Es un enemigo. A pocos metros de allí un soldado herido es llevado por sus camaradas hasta un carro militar. Lo lanzan al interior del carro tal como si fuera un bulto de ropa sucia. El asedio. Las bocas de las ametralladoras al rojo vivo. Las explosiones intermitentes. Las caóticas voces de los combatientes entre las ruinas. La guerra pudre. Pudre el alma de los vivos. (Documental Solo los muertos. 2015. Michael Ware. Netflix)

Los vivos. El ELN hizo estallar una bomba en una escuela militar. Hizo devolver la rueda de la historia. Para bien de sus enemigos. Están, con veinte años de retraso, reeditando las cagadas de las Farc. Cuando la política solo sirve para justificar el mal uso de las armas, la lucha se vuelve un fraude. Tirofijo fundó una organización guerrillera que sedujo a los campesinos sin tierra. La llamó Farc. Guerrilleros que hicieron de la organización y la lucha campesina una política de culto. Hacían pocos disparos. A cambio hacían mucha política. Parecían evangelistas de la revolución. Los resultados se vieron con la Unión Patriótica.

¿Cuándo se jodió las Farc, Viejo Topo? Cuando creyeron que la lucha solo era echar tiros y se olvidaron de la política. ¿Cuándo se echaron a la gente encima? Cuando empezaron a demoler con explosivos pueblos habitados por campesinos pobres para hacerse a una decena de fusiles. ¿Cuándo se enemistaron con la gente de las ciudades? Cuando volvieron el secuestro una actividad a gran escala. ¿Qué imagen prevaleció en la memoria de los colombianos? ¿Cuál, Viejo Topo? ¿La de Tirofijo en Marquetalia luchando junto a un puñado de campesinos pobres, calzando alpargatas, mal armados y llenos de coraje o la del Mono Jojoy luciendo un lustroso uniforme Made in USA y mostrando al mundo a cientos de prisioneros? Los colombianos, Viejo Topo, se quedaron con la última imagen. Las elecciones de 2018 sentenciaron. Un pobrísimo resultado para los vástagos de Tirofijo. El partido Farc, desde la legalidad, trata de enmendar con la política los excesos que cometieron con las armas. Condenado a galeras. El galeote fijado al remo mediante una cadena. La cadena del pasado. ¿Es posible salir de esa esclavitud? Sí. El destino le sonrió a Ben-Hur, el príncipe judío.    

¿Cuándo se jodió el ELN, Viejo Topo? Cuando empezó a recorrer tardíamente la peor época de las Farc. Salvo unos cuantos frikis, la mayoría de colombianos no asocia a la actual cúpula del ELN con los sacerdotes católicos -Camilo Torres, por ejemplo- que se echaron al monte a luchar por las enseñanzas de Cristo. El Cristo Redentor de los pobres. Los millones de colombianos no creen que Gabino, el máximo jefe del ELN, sea capaz de tocar una guitarra e interpretar unas jotas españolas. Lo ven, al lado de sus camaradas de comando, como un hombre envejecido que no tiene más remedio que seguirle el juego a unos chicos díscolos que a veces les da por colocar bombas, secuestrar a un cristiano que no tiene ni en dónde caer muerto o matar a un ex guerrillero de las Farc que ha depuesto los fierros.   

Los profesionales de la política no entienden de dolor ajeno. El sufrimiento del otro se usa con fines políticos. La muerte de los 21 jóvenes en el ataque del ELN solo interesa a sus deudos. El dolor de los familiares es legítimo. Los operadores políticos hacen cálculos con el dolor. Las madres lloran en casa la pérdida del hijo. Los políticos hacen selfis, sonríen, en la marcha “contra el terrorismo” y estimulan el gamberrismo. Las familias afectadas por el ataque viven su drama. Los políticos profesionales hacen teatro. La soledad de las víctimas. Políticos que quieren lavar toda la mierda acumulada en sus partidos con la sangre de los inocentes.  

La rabia, Viejo Topo, es la materia prima con la que se hace la política en estos tiempos de alienación. En Colombia hay rabia por los líderes sociales asesinados. Rabia por el caso Odebrecht. Rabia por el envenenamiento de testigos. Rabia por los obreros que mueren en las obras públicas mal hechas. Rabia por la catarata de impuestos. Rabia contra el gobierno. Rabia porque la paz que no llega. Rabia por el aumento de los homicidios y el crimen callejero. Rabia por la crisis de la educación pública. Rabia contra el alcalde de Bogotá por ordenar la tala de árboles para sembrar cemento. Tanta rabia, Viejo Topo, está encontrando un cauce político que puede traer un cambio favorable a las mayoría social del país, pero llega el ELN y pum: la caga.

En Twitter: @Yezid_Ar_D

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