Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN ON-LINE

El ELN, poco confiable

Adelantar negociaciones con este grupo guerrillero estará rodeado de un alto nivel de incertidumbre, entre otras razones por su horizontalidad organizativa e independencia de sus mandos medios.

Juan Diego Restrepo E., Juan Diego Restrepo E.
28 de octubre de 2016

Es más efectivo negociar con una estructura militar vertical, donde están definidas sus jerarquías que con una estructura horizontal, en la que todos mandan y, por tanto, todos deciden. La organización guerrillera del ELN responde a esta segunda característica y por esa razón un proceso de negociación con ella tomará bastante tiempo y siento que se adelantará sin las garantías necesarias para el cumplimiento de los acuerdos que se vayan logrando.

Ya ocurrió en el pasado y dado que no ha habido cambios sustanciales entre sus mandos, es muy probable que vuelva a ocurrir. El referente más emblemático tiene su origen en el llamado Acuerdo de Puerta del Cielo, firmado por voceros de la sociedad civil y el Consejo Nacional de Paz con representantes de esa organización subversiva, bajo el auspicio de las iglesias católicas de Colombia y Alemania. El documento se rubricó en Wurzburg, Alemania, el 15 de julio de 1998.

El documento no fue respaldado por el gobierno nacional de aquel año, bajo la presidencia de Ernesto Samper, pero era un principio de acuerdo sobre temas fundamentales que, en su momento, significaban un alivio para las comunidades y se abría una puerta de esperanza para alcanzar una solución negociada con este grupo guerrillero a través de lo que se llamó en su momento la Convención Nacional, que sería el escenario de discusión de los temas que el ELN proponía para avanzar en una posible negociación. 

Lo acordado en Alemania tuvo un desarrollo posterior en Colombia. Entre el 11 y 12 de octubre de ese mismo año se realizó un nuevo encuentro en una zona montañosa del Oriente antioqueño conocida como Río Verde. Allí se volvieron a encontrar representantes del ELN y voceros de la sociedad civil agrupados en el Comité Operativo de la Convención Nacional, quienes definieron agenda temática para la realización de ese gran foro social.

En la Declaración de Río Verde se acordó “[…] la instalación del proceso de Convención Nacional para el 13 de febrero de 1999. Además se llevarán a cabo cinco eventos temáticos de acuerdo con la agenda acordada y con 240 participantes representativos de los más diversos sectores de la sociedad colombiana. Su acto de síntesis y conclusiones se llevará a cabo el 12 de octubre del mismo año”.

Recuerdo que todo parecía fluir adecuadamente; quienes participaban de esas reuniones siempre salían con aires positivos y expresaban ánimos esperanzadores ante el camino que estaba recorriendo con el ELN. Pero ese horizontalismo organizativo y la independencia de sus mandos medios acabaron con todo el optimismo que se venía gestando en aquellas épocas.

Seis días después del encuentro en Río Verde, un comando del ELN dinamitó un tramo del Oleoducto Central en cercanías al caserío Fraguas, también conocido como Machuca, del municipio de Segovia, en el nordeste antioqueño. Allí murieron 70 personas, todas ellas calcinadas. Tuve la oportunidad de estar en el lugar dos días después del atentado y la escena era infernal. Allí se calcinaron las esperanzas de avanzar en una negociación con el ELN.

A este grupo guerrillero le tomó cerca de un mes admitir la responsabilidad en este hecho. Inicialmente culparon al Ejército del atentado, luego alegaron que el tubo pasaba muy cerca del caserío y, finalmente, admitieron que sí lo cometieron y reconocieron el error. Esa manera de resolver las cosas, que se ha mantenido en el tiempo, es la que me genera profunda desconfianza en este nuevo intento de negociación.

Sus posturas radicales, su soberbia y su fundamentalismo, que se sustentan en el poder de las armas, así digan lo contrario, son aspectos que deberán revisar no solo entre sus comandantes, sino entre su base guerrillera y social en aquellas regiones donde tienen presencia, por cuanto el alto nivel de independencia que tienen los mandos medios podría generar tropiezos en medio de las conversaciones de difícil digestión para la opinión pública nacional e internacional.

Ya ocurrió ayer. Una vez se conoció la suspensión de la instalación de la mesa de diálogo en Quito, Ecuador, por la demora en la liberación en el Chocó del excongresista Odín Sánchenoz, secuestrado por el ELN, células de este grupo subversivo quemaron dos vehículos tipo furgón y asesinaron a sus conductores en el sitio conocido como Caranal, en la vía que comunica a Fortul con Tame, en Arauca. ¿Responderán así ante cada obstáculo que se presente en este nuevo intento de negociar una salida a su alzamiento en armas?

En las apreciaciones de sus comandantes aún se perciben con claridad las ironías que se desprenden de su soberbia, tal como ocurrió con el atentado en Machuca. Sobre los hechos ocurridos en Arauca, en declaraciones que hoy difunde el diario El Espectador, el jefe negociador del ELN, alias ‘Pablo Beltrán’, dijo desde Quito que “desde que mataron a Gaitán este pueblo está sufriendo mucho, acá los muertos los está poniendo el pueblo. De todos los hechos de la guerrilla una vez se sepa le puedo informar”. Ese será el tono de este proceso y eso, por lo menos a mí, me genera poca confiabilidad.

La poca fe que le tengo al ELN en esta negociación también se sustenta en una percepción: el llamado Comando Central, máxima autoridad decisoria del grupo insurgente, no tiene control total de sus hombres en el terreno, sobre todo de quienes comandan las distintas unidades guerrilleras. Si rápidamente no se acuerda un mecanismo de comunicación efectiva entre unos y otros, y se establecen unos acuerdos mínimos operativos, entre ellos un cese al fuego unilateral para empezar, como muestra de confianza, no creo que este proceso avance satisfactoriamente.

Y tampoco progresará si la postura radical sobre la práctica del secuestro se mantiene. Alias ‘Pablo Beltrán’, admitió que el ELN aún tienen personas plagiadas en su poder. “Tenemos muy poquitos secuestrados”, reconoció desde la capital ecuatoriana. ¿Y por qué, en un gesto de confianza, no los liberan? Tanta altanería, como dirían las abuelas, no conduce a construir un país en paz.

* Periodista, director de VerdadAbierta.com - En Twitter: @jdrestrepoe

Noticias Destacadas