Solemos llamar locura a repetir una y otra vez las mismas acciones esperando resultados distintos. La felicidad, en cambio, es el fruto de las buenas elecciones; las buenas elecciones nacen de la experiencia, y la experiencia, muchas veces, surge de las malas decisiones.
Si deseas construir un futuro mejor y acercarte a tu felicidad, es indispensable reconocer aquello que no hiciste bien en el pasado. No para castigarte, sino para evitar seguir recorriendo los mismos caminos que no te condujeron a donde anhelabas llegar. Para esta reflexión resuena con fuerza el pensamiento atribuido a Albert Einstein: «Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes».
En mi práctica como coach de vida encuentro a diario innumerables personas que expresan una profunda insatisfacción con su existencia. Muchas buscan la felicidad afuera de sí mismas: en el mundo, en los otros o en las circunstancias, y avanzan por la vida frustradas al no encontrarla. Sin embargo, la respuesta nunca ha estado afuera.
«Conócete a ti mismo», decía la inscripción del templo de Apolo en Delfos, y Platón nos condujo a esta idea a través de sus diálogos. Yo añadiría algo esencial: reconoce tus errores, tus caídas y tus quiebres emocionales; toma distancia de ellos y permite que el recuerdo del dolor —el que sentiste o el que causaste— te enseñe aquello que necesitas transformar en tu interior.
Existen dos tipos de sufrimiento: el dolor fértil, que deja aprendizaje, evolución y crecimiento; y el dolor estéril, aquel que se repite una y otra vez sin transformarte, quedándose apenas en la superficie del alma.
Mientras lees estas líneas, pregúntate con honestidad: ¿qué está ocurriendo hoy dentro de ti?, ¿de qué estás cansado?, ¿qué patrón sigues repitiendo? Recuerda: tu felicidad es consecuencia directa de tus elecciones, y tus elecciones reflejan lo que has aprendido —o no— de tus errores.
Antes de consultar a los dioses, el Oráculo de Delfos invitaba al viajero a mirar hacia su interior. Ese sigue siendo, hoy, el punto de partida de toda transformación verdadera. Sin embargo, con frecuencia olvidamos nuestras propias lecciones y volvemos a repetir experiencias dolorosas que no nos conducen a ningún cambio, ni a nivel personal ni colectivo.
Vivimos acontecimientos que deberían humanizarnos y, aun así, muchas veces nos vuelven más duros, más desconectados. Conflictos que podrían llevarnos a amar desde el espíritu terminan siendo gobernados por el ego, destruyendo vínculos y profundizando heridas.
Hace poco tuve un encuentro con un médico sabio y profundamente humano, dedicado a acompañar a personas con diagnósticos complejos. Me habló de cómo sostenía a una joven gravemente enferma, agotada por una lucha prolongada. Aquella historia me recordó la inmensa fuerza del espíritu humano, capaz de resistir incluso en los momentos más oscuros, y nos obliga a replantearnos seriamente cómo estamos viviendo —o simplemente sobreviviendo—.
Mientras nos quejamos por banalidades o por decisiones mal tomadas, olvidamos que hay personas luchando por su vida en hospitales, atravesando guerras o muriendo en soledad. Existen agonías que desgastan el cuerpo y otras que consumen el alma. Pero también existe la posibilidad de construir una vida más serena, reorganizando nuestras prioridades y renunciando a todo aquello que nos roba la paz interior.
Tal vez necesitamos despertar de la anestesia emocional. Tal vez, en lugar de hacer listas de lo que falta en el refrigerador, deberíamos hacer listas de las decisiones que necesitamos cambiar para transformar nuestra vida. Porque cuando cambian las decisiones, los resultados también cambian.
No te engañes: tu infelicidad no es culpa del destino ni de fuerzas externas. Puedes cargar heridas profundas, traumas y dolores del pasado, pero siempre conservarás la libertad de elegir la actitud con la que enfrentas la vida.
Por eso, más que anestesiarte, decide. Haz de 2026 el año en el que te atrevas a tomar decisiones diferentes. No porque todo esté resuelto, sino porque ya no quieres seguir repitiendo lo mismo esperando otros resultados.
Cambiar una decisión —aunque sea pequeña— puede modificar el rumbo completo de tu vida. Elegir distinto en 2026 significa soltar patrones que ya cumplieron su ciclo, abandonar hábitos que te alejaron de tu paz y asumir, con conciencia y valentía, la responsabilidad de construir mejores resultados.
Que este 2026 no sea un año más. Que sea el año en el que te eliges, te escuchas y te respetas. Porque la felicidad no llega por azar: llega cuando decides distinto.










