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La paz de Petro: “vagabundos, corruptos, politiqueros”

En lugar de apoyar la labor de la Fiscalía, no hace sino obstruirla.  

Salud Hernández-Mora
11 de mayo de 2024

Tendremos que estar atentos a las siguientes maniobras de un Gustavo Petro encolerizado. No vaya a ser que tengan razón quienes advierten que planea generar un caos mayor al actual, sacando a las calles a las “coordinadoras de las fuerzas democráticas”, modelo chavista, para decretar conmoción interior y dar pie a su delirio constituyente.

El presidente es consciente de que no está el ambiente para que le aprueben sus proyectos después del señalamiento de Sneyder Pinilla a congresistas. Cualquier aliado que vote a favor del petrismo queda bajo sospecha, así sea una blanca paloma.

En el corto plazo, además, no le servirán sus patadas de ahogado. Ridículo acusar a la Fiscalía de 2018, preciso ahora, de encubrir una trama de compra de votos de Duque, y pedir escrutar la UNGRD desde ocho años atrás.

Tampoco hacerse el mártir cuando es innegable que su equipo infringió las leyes electorales. Además, es una pataleta falseada, no solo por la Comisión de Absoluciones, donde terminaría lo que tengan contra él, si hubiese algo.

Ni siquiera es probable que siga adelante la investigación del CNE, en donde son mayoría los suyos. Y eso que debió disgustar a los magistrados, incluidos los de bolsillo, que los tildara de “vagabundos corruptos politiqueros”. Pero se tragarán el sapo y seguirán el libreto presidencial de ocultar las irregularidades de la campaña porque temen demasiado a Petro, a su espíritu vengativo y al inmenso poder que atesora.

Ya tomaron nota de cómo la Corte Suprema corrió a citar a Álvaro Hernán Prada por el caso que se inventó Iván Cepeda, inmediatamente después de cumplir con el cometido que le asignó el CNE, de examinar las cuentas de la campaña de Petro. Le tocó el caso por reparto y quizá creyeron que se moriría del susto, querría evitar la venganza y optaría por hacerse el pendejo.

También la Fiscalía hizo su parte llamando a interrogatorio a Claudia López, que se desmarcó, haciendo bulla, del otrora aliado Partido Verde.

Demasiadas coincidencias como para que las fechas sean casualidades. Más bien parecen aviso a navegantes.

En cuanto a su campaña, Petro podrá decir misa, pero lleva mil años en política y conocía los elevados costes de los eventos de la famosa P, con buses, tarimas, refrigerios y demás, sumado a los desplazamientos en avión privado. Sin dejar de lado que los financiadores turbios, como bien conoce, no son hermanitas de la caridad que no exijan nada a cambio de sus aportes.

Claro que como es un águila en las lides electorales, Petro recurrió a lo habitual entre politiqueros: dejó la parte turbia de la campaña costera en manos de Armando Benedetti, con el conocimiento de Laura Sarabia, y así podrá alegar que jamás se topó con un elefante.

Para expertos en legislación electoral, los meses de Petro impulsando su aspiración presidencial forman parte de su campaña, igual que los testigos electorales, a los que tuvieron que pagar para que ayudaran. Siempre creí que habría más mística entre la extrema izquierda y serían capaces de reclutar miles de voluntarios gratis. Espero que no salgan a justificar el gasto con el cuentico de que los suyos son pobres de solemnidad y requieren una plata para movilizarse.

Fecode pudo aportar docentes, sin cancelarles un peso, para controlar los votos en lugar de donar 500 millones. ¿No era que anhelaban un gobierno de Petro?

Igual de falso suena su cantaleta de que ofrece su respaldo a las investigaciones sobre los escándalos de corrupción de su entorno, que se trata de un presidente dispuesto a todo con tal de destapar la podredumbre.

Es una burla que siga afirmando que en su día pidió a la Fiscalía averiguar, sin cortapisas, las visitas de su hermano y su hijo a narcos en La Picota para supuestamente negociar votos.

Cuando hizo esa solicitud, Gustavo Petro ya conocía, por boca de su exnuera, que Nicolás nada tenía que ver con las visitas carcelarias y sí con millones que recibía en metálico de personajes dudosos. No solo tergiversó entonces la verdad, sino que posó de justo y transparente solo porque supo que al día siguiente SEMANA revelaría el escándalo de Nicolás. 

Lo cierto es que, en lugar de apoyar la labor de la Fiscalía, no hace sino obstruirla. En cuanto supo que su retoño no se inmolaría por él, corrió a taparle la boca y a pregonar urbi et orbi que las pruebas son burdas estrategias de la oligarquía para propinarle un golpe blando.

¿Y qué me dicen del reciente video de Olmedo López exculpando al jefe en plan sumiso lacayo? Recordó a lo sucedido con Roberto Prieto, que se comió solito las culpas por la financiación delictiva de la campaña de Juan Manuel Santos.

Alguien debió mandar a López el infalible mensaje presidencial de que conviene quedar bien con la gente del poder, como Gustavo Petro. La vida es larga y al caído se le puede empujar al fondo del abismo o arrojarle un cable para hacerle el viacrucis más soportable.

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