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Las frases de Santos que alientan la protesta

La gente se está levantando para buscar que sus promesas se hagan realidad. La gente ha visto una oportunidad y la está aprovechando.

León Valencia, León Valencia
17 de agosto de 2013

El Ministerio del Interior, el de Agricultura, el de Trabajo, el de Medio Ambiente, la Vicepresidencia de la República, el Departamento de Prosperidad Social y otras dependencias se han convertido en oficinas itinerantes. Van de un lado a otro del país tratando de conjurar paros y protestas.

Intentan atender los reclamos de los campesinos que se han tomado en serio la Ley de Restitución de Tierras y la ilusión de las zonas de reserva campesina; de los cafeteros, los paperos, los arroceros, los paneleros, que buscan subsidios para paliar la grave crisis que vive el campo colombiano; de los cultivadores de hoja de coca que claman por el cese de las fumigaciones; de los pequeños y medianos mineros que quieren amparo para su actividad.

De los indígenas que anhelan más autonomía, más respeto para sus comunidades y más inversión en sus territorios; de los transportadores que buscan mejores precios para los fletes; de los pobladores que quieren mejorar los servicios públicos; de los trabajadores de la salud y del Sena que exigen incrementos salariales. Ahora, este lunes 19, todos estos sectores, o buena parte de ellos, estarán juntos en una protesta nacional.
 
¿A qué se debe esta avalancha de acciones? ¿Por qué ahora? ¿Por qué al gobierno de Santos? Ninguno de estos problemas es nuevo. Es más, ninguno de estos problemas se ha agravado en el gobierno de Santos. Todos vienen de atrás. Pero hay dos cosas realmente nuevas que agitan el ambiente. 

Una, el excepcional crecimiento económico de los últimos años –que ha hecho saltar a Colombia al tercer lugar en América Latina– se empieza a notar. La gente siente que hay dinero, que hay inversiones, que en el campo se mueve una gran riqueza proveniente de la explotación de los recursos naturales. La gente quiere participar de esta prosperidad; la gente cree en su derecho a una parte de la bonanza.  

Dos, Santos ha generado una ilusión reformista. Las frases que anuncian cambios no han sido pocas y el presidente, o sus funcionarios, las han dicho en momentos de solemnidad o de compromiso que les confieren un aire de realidad.  “Yo tengo la llave de la paz”, dijo en su posesión. “La revolución agraria es posible y la vamos a hacer desde la legalidad” señaló al recibir el informe de desarrollo humano de las Naciones Unidas. 

“Si ayudar a los más pobres es ser traidor a mi clase, entonces lo soy” ha repetido varias veces. “Haremos chillar a los más ricos” sentenció al presentar la reforma tributaria. “Si logramos pasar esta ley, y cumplirla, en beneficio de nuestras víctimas, ¡si solo hacemos esto! Habrá valido para mí la pena ser presidente” anunció al sancionar la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras.

“Vamos a repartir la mermelada en toda la tostada nacional”  fue la promesa del ministro de Hacienda Juan Carlos Echeverry en el momento en que se discutía la Ley de Regalias.  “La protesta es legítima” “Los paros son legítmos” dicen los mensajes de la Presidencia de la República que pasan a diario en la televisión y en la radio. La gente se está levantando para buscar que estas promesas se hagan realidad. La gente ha visto una oportunidad y la está aprovechando.

Ha ocurrido muchas veces en el país, pero quiero recordar una de especial significación. Alfonso López Michelsen llegó a la Presidencia con un halo de rebeldía, con el palmarés de un disidente conseguido en la oposición al Frente Nacional, en el apoyo a la revolución cubana y en su crítica al bipartidismo. Nombró a María Elena de Crovo, una mujer contestataria, en el Ministerio del Trabajo y se rodeó de militantes de la izquierda liberal. 

El país nacional del que hablaba Gaitán pensó: ¡aquí está la oportunidad, esta será la transición del Frente Nacional hacia la reivindicación social y la apertura democrática! La gente se lanzó una y otra vez a la movilización y la protesta y llegó hasta el desengaño en el emblemático paro del 14 de septiembre de 1977. ¿Será que ahora ocurrirá lo del 77? ¿Será que Santos, en vez de concertar, en vez de apoyarse en la movilización, para vencer a quienes se oponen a la paz y a las reformas, confronta la presión popular y le falla al país? 

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