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Líderes y crímenes de lesa humanidad

Ojalá que llegue un día en el que no se necesite declarar que algunos crímenes son lesa humanidad, que no se requiera la extradición de nacionales y que la Corte Penal Internacional no sea una espada de Damocles ante la impunidad.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
22 de diciembre de 2017

La Fiscalía General de la Nación anunció esta semana que el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado fue un crimen de lesa humanidad. Ese anuncio se traduce en que, no obstante el tiempo transcurrido desde cuando se consumó el aleve atentado sin hallar a los verdaderos responsables, el delito no prescribirá como usualmente sucede en casos similares.

Álvaro Gómez Hurtado fue uno de esos colombianos que por su inteligencia y versación ha debido ser presidente. Posiblemente la imagen de su padre, frustró su aspiración. En la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores y en las consultas que frecuentemente se le hacían sobre temas internacionales, intuía con ponderación y rapidez las ventajas y riesgos de determinadas posiciones. Alguna vez hace varios años, Fidel Castro me expresó su admiración por él.

Luis Carlos Galán, a diferencia de Gómez Hurtado sí iba a ser presidente. Tenía un especial interés sobre temas de política internacional y en especial sobre los casos de Venezuela y Nicaragua, conocía bien las dificultades y retos que se afrontarían. Tenía una visión moderna de la política exterior y un afán por el desarrollo y fortalecimiento de las fronteras nacionales ubicadas casi todas en esas regiones que peyorativamente se denominaban “territorios nacionales”. Galán iba ser un presidente de otro estilo: sus enemigos no se resignaron a ello.

También fue vilmente asesinado Carlos Pizarro. Fue de los líderes del M-19 que más contribuyó a la desmovilización del grupo en medio del escepticismo nacional. Sin embargo, este hijo de un distinguido almirante de Armada Nacional, era poseedor de un gran carisma y bien hubiera podido con el tiempo, encausar las posiciones dispersas de la izquierda democrática que condenaba la lucha armada para alcanzar el poder. Siempre respaldó la política internacional independiente del presidente Virgilio Barco.

Muchos años atrás, Jorge Eliecer Gaitán, el gran caudillo del liberalismo popular desde ultratumba todavía nos emociona con sus arrobadoras intervenciones en la plaza pública y en el teatro municipal de Bogotá. Sin duda Gaitán también hubiera sido presidente de Colombia. Pero su voz fue ahogada el 9 de abril de 1948 en medio de la IX Conferencia Panamericana, sobre la que muchas veces se pronunció.

Nadie sabe cómo hubiera sido la gestión de cada uno de estos líderes si hubieran llegado a la jefatura del estado. Hay todo tipo de opiniones. Lo que si resulta doloroso es que todos, con posibilidades de haber sido presidentes de Colombia, hayan sido asesinados. Eso refleja la negra noche en que hemos vivido.
Ojalá que llegue un día en el que nuestra justicia sea tan eficaz, expedita y confiable y el sistema carcelario tan moderno y eficiente, que no se necesite declarar que algunos delitos son crímenes de lesa humanidad, que no se requiera la extradición de nacionales a los Estados Unidos ante la impotencia de la justicia y que la Corte Penal Internacional no se constituya en una espada de Damocles ante la impunidad.

Todo eso sería la mejor y más auténtica demostración que vamos avanzando hacia la verdadera paz. Sin embargo, como la justicia no da votos…

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