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LISTAS LAS LISTAS

Uno de los fenómenos de los tarjetones es la cantidad de loquitos inscritos. Conté por lo menos 25...

Semana
28 de febrero de 1994

COMO SI SE TRATARA DE UNA BARAJA española de las que usan para leer la suerte, la publicación de los tarjetones de los candidatos a Senado, con sus respectivos números y fotografías, revela varias cosas interesantes sobre el futuro de la política colombiana.
Para comenzar, la próxima elección a Congreso constituyeel decreto de muerte de las grandes listas y, simultáneamente, se caracterizará por una atomización del voto que difícilmente se había visto en la política colombiana.
Salvo muy contadas excepciones, no habrá listas que triunfen más allá del primer renglón. Que se me vengan a la memoria, de arrastrar el segundo renglón no están en capacidad de hacerlo sino escasamente tres listas, y eso: las de Fuad Char, Juan Martín Caicedo y Fabio Valencia Cossio. De ser así, se estaría instituyendo en Colombia un sistema uninominalista, que por ser informal, traería consigo todo lo malo del uninominalismo y nada de lo bueno. Donde este sistema funciona, como en Venezuela, de manera formal, los electores saben por quién están votando, y se crea un vínculo entre el elegido y el selector. En nuestro caso. a diferencia. nadie se va a sentir representando a nadie. Los nuevos senadores ejercerán totalmente independientes de su electorado, lo cual, en lugar de aliviar la crisis del Congreso, la profundizará.
Porque de eso sí podemos estar seguros. Si nos atenemos al porcentaje de repetición de los aspirantes, podemos concluir que el Congreso que llega será igual o peor que el que se nos va. Casi todo el Senado anterior repite, salvo por aquellos senadores de las listas de Salvación Nacional, el M-19 ó la Nueva Fuerza Democrática que no hubieran podido lograr identidad propia por fuera de la fuerza de los líderes que los arrastraron. Pero además repiten todos los "Names" y el resto de "las joyitas" y, como si fuera poco, regresan dinosaurios que creíamos aplastados ya por los meteoritos del desgaste político, como Bernardo Guerra, Carlos Martínez Simahán y Rafael Forero Fetecua.
Como fenómeno, también podría destacarse que muchos concejales se graduaron postulándose como representantes, muchos representantes avanzaron a aspirantes a senador pero, en cambio, en lugar de aspirar a la reelección, el ascenso de los mejores senadores, como Rodrigo Marín, Fernando Botero, Alvaro Uribe, José Blackburn o Alberto Montoya consistió en no volverse a postular, lo que constituye otra razón para el pesimismo con el que auguramos la talla del Congreso que llega: dicho de otra manera, se van los mejores, y vuelven los peores.
Aunque ya no hay grandes caciques, la mezcla de una gran abstención, como la que se prevé, con la atomización electoral, producirá que senadores que antes elegían con 200.000 votos, ahora se elijan con 80.000. En ese juego, las maquinarias y la inercia clientelista jugarán el papel que la nueva Constitución quiso evitar que jugaran. La prueba de ello es sencilla: los mejores nombres del Congreso anterior, la mayoría de ellos sin votos, venían arrastrados por las grandes listas, como la de Andrés Pastrana, la de Salvación Nacional y la del M-19. Ante la ausencia, en las próximas elecciones, de grandes líderes, la gente sin votos no tiene locomotora posible. En cambio, todo el que posea una maquinaria en funcionamiento, por pequeña que sea, podrá anotarse en la rifa de los cocientes y residuos, donde seguramente tendrá boleta premiada.
Porque esa es la otra característica del nuevo Congreso: la de que será producto de una increíble guerra de residuos, en la que el último de los senadores saldrá elegido con prácticamente 18.000 votos. Y óiganlo bien: obtener 18.000 votos de opinión es una hazaña. Obtenerlos, en cambio, a punta de maquinaria, es sencillo.
También es previsible que se agudice el fracaso de la circunscripción nacional. Salvo por los narcodineros, que tienen a varios aspirantes al Senado comprando votos por todo el país, la mayoría de los aspirantes obtendrá votaciones muy regionalizadas, que en lugares como la Costa podrían tener el efecto de elevar la cuota de senadores de la región.
Finalmente está el fenómeno de los loquitos sueltos, abundantes en el tarjetón. Conté por lo menos 25. casi todos con aval de los partidos tradicionales que, por cierto, serán los grandes triunfadores de las próximas elecciones para Congreso, porque, según mis cálculos obtendrán cerca del 90 por ciento de la votación.
¿Qué cómo son mis cálculos? Habrá entre 60 y 65 senadores liberales, entre 20 y 22 conservadores, cuatro de la Nueva Fuerza, dos de Salvación Nacional, tres del M-19, uno de la Unión Patriótica, dos indígenas y tres cristianos. ¿Porqué es tan previsible que arrase el liberalismo? Por que la consulta incentiva la votación, porque casi el 70 por ciento de los alcaldes del país son liberales, lo mismo que dos terceras partes de los gobernadores. y porque venimos de un Congreso de mayoría liberal.
Cualquier resultado distinto constituiría una auténtica sorpresa nacional.

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