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Los experticios de las mujeres

En los últimos días han aparecido dos anuncios sobre la ausencia/presencia de las mujeres en espacios importantes de decisión que me han hecho reflexionar sobre cómo percibimos y empacamos el trabajo que hemos venido haciendo por más de treinta años en materia de enfoque de género.

Isabel Cristina Jaramillo, Isabel Cristina Jaramillo
28 de noviembre de 2019

El primero fue que el Presidente Duque, con todo y su gabinete paritario, no nombró a ningún hombre en el equipo negociador del paro: “6 temas y 6 hombres” dijeron muchas indignadas en el chat en el que participo sobre género. Yo misma pensé que era raro esto, dado que en las calles mujeres y hombres marchan en números muy similares, y tanto mujeres como hombres tenemos reclamos sobre la igualdad y la paz. Pero cuando leí cuáles eran los “temas”, me di cuenta que todo el encuadre del paro era masculino desde ambos lados, aún si los marchantes incluyeron al “movimiento de mujeres” con representantes en algunas mesas. El segundo anuncio fue el de Claudia López de conformar un gabinete con al menos un 50% de mujeres. Aquí pensé: va a ser difícil, los técnicos terminan siendo hombres y aún si son mujeres pocas veces están entrenadas en perspectiva de género y terminan haciendo más daño a las mujeres que algunos hombres. Me encontré en mi propia desconfianza pensando en las muchas veces en las que me ha tocado ver que nuestras reflexiones de género, que siempre se suponen como “marginales” y aún cuando tienen la intención de ser incrementales, terminan siendo exigencias sobre la modificación de todo el sistema. No por radicales, sino porque los valores que pensamos que pueden ser importantes no se limitan a añadir a las mujeres en planes preconcebidos. Creo que esto debería movernos en dos direcciones: las expertas en “género y” (derecho, arquitectura, diseño, trabajo, agricultura, movilidad, etc) son expertas en esos temas pura y simplemente; y, contar con una experta o experto de género debería servir para cambiar los valores del sistema en direcciones que aseguren mayor igualdad y paz para todos. 

Déjenme les muestro con algunos ejemplos a qué me refiero. El primero viene de mi experiencia trabajando en una consultoría para la Unidad de Víctimas en el tema de Enfoque de Género. Uno de los hallazgos de esa consultoría fue que las mujeres experimentaban gran frustración porque los funcionarios que las entrevistaban no eran muy buenos tomando notas y los cuestionarios que utilizaban eran muy vagos y generales. Esto llevaba a que los formularios que desde cada municipio se enviaban a la subdirección de Registro de la Unidad de Víctimas a nivel nacional resultaran muy incompletos para asignar la calidad de víctima a las declarantes y se solicitara una nueva entrevista. Después de horas frente a un funcionario, las mujeres declarantes se sentían ultrajadas y maltratadas por este resultado. Puede que los sesgos de género de los funcionarios tomando la declaración fueran los que llevaran a tomar una notas tan deficientes; también es posible que los funcionarios de la subdirección de Registro tuvieran sesgos de género que demandaran que las mujeres explicaran más que los hombres. Nosotros no estudiamos ninguna de las dos hipótesis. Sin embargo, sugerimos dos cosas: 1) que los cuestionarios se construyeran siguiendo los lineamientos de las Naciones Unidas en el tema de violencia de género, lo que suponía preguntas concretas y comprensibles para las declarantes; 2) que se utilizaran recursos tecnológicos para capturar mejor los detalles de los declarantes. En mi opinión, la práctica usada por los personeros municipales no se compadece con los volúmenes de víctimas del conflicto armado ni es justa con sus reclamos de justicia. El género es un problema pero la poca voluntad para lidiar con el pasado es un problema también. Una aproximación más respetuosa al tiempo y dolor de las víctimas favorecería tanto a hombres como a mujeres. Las expertas en testimonios de mujeres, en ese sentido, son expertas en testimonios y nuestra consultoría más que mostrar los detalles que falta por arreglar, evidencia que el sistema está construido sobre valores que no son los que hombres y mujeres esperamos ver en nuestras instituciones. La respuesta de los funcionarios fue que la Unidad de Víctimas no era superior jerárquico de los personeros municipales y por tanto no podía entrenarlos ni indicarles cómo entrevistar y que los formularios ya se habían imprimido y por tanto no se podían cambiar. 

Un segundo ejemplo que se me ocurre se dio en el contexto de una presentación del grupo de mujeres trabajando en la implementación de los Acuerdos de la Habana frente a la Misión Electoral que se formó para dar cumplimiento al mismo. Nosotros propusimos que para garantizar la paridad, debía modificarse el sistema electoral para excluir las listas abiertas y obligar a los partidos a presentar listas con hombres y mujeres en cremallera. Nuestras expertas indicaban que solamente de esta manera podría garantizarse en el futuro una conformación paritaria de los cuerpos formados por elección popular. La respuesta de quienes hacían parte de la misión fue si no teníamos algo más general para ofrecer; algo que les sirviera a hombres y mujeres. Me sorprendió que pensara que lo de las listas cerradas era solamente algo para las mujeres porque lo cierto es que es un cambio tan grande en el sistema, por las limitaciones que impone a partidos y candidatos, y las obligaciones en las que los obliga a involucrarse, que ha sido imposible avanzar en este sentido. Las listas cerradas suponen que los partidos identifican y respetan los liderazgos que existen en su interior, y que los partidos se hacen responsables de las estrategias electorales de sus candidatos. Suponen que los candidatos que deciden trabajar en un partido se someten a las jerarquías internas y trabajan por democratizarlas. Esto, como digo, no es algo menor. No es ni mucho menos solamente algo para beneficiar a las mujeres. 

Tengo muchos más ejemplos para mostrar. Creo que el punto, no obstante, está mostrado: pensar con enfoque de género no es pensar para beneficiar solamente a unas cuantas personas, tampoco es seguir pensando los problemas igual y agregar unos beneficios para mujeres. Recordemos siempre que las mujeres son la mitad de la población y que pensar en las mujeres es pensar en mejores maneras de organizar la sociedad para tener más igualdad y más paz. Ojalá el Presidente y la Alcaldesa que han mostrado estar en línea con esta intuición, no se limiten a buscar buenas mujeres, sino que valoren el conocimiento en género que muchas mujeres han construido en sus campos de trabajo en las últimas décadas. Ambos tienen buen tiempo para introducir cambios en esta dirección. 

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