OPINIÓN

La emboscada de la Mincomercio al Minsalud

Bajo presión de la poderosa industria farmacéutica ese Ministerio crea una regulación que limita y atrofia la declaratoria de interés público de medicamentos, que impulsaba Minsalud para reducir costos a los particulares y al sistema

Germán Manga, Germán Manga
26 de abril de 2017

Con motivo del nuevo besamanos de nuestro gobierno esta semana ante la OCDE, en París, para buscar el ingreso de Colombia a esa organización, la controvertida Ministra de Comercio, María Claudia Lacouture, está cerca de consagrar un grave atropello contra su colega el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, y contra millones de colombianos víctimas de los abusos, la codicia y la falta de sensibilidad social de los laboratorios farmacéuticos.

En respuesta a una solicitud de varias organizaciones de la sociedad civil, en junio de 2016 el Ministro de Salud declaró de interés público el acceso del Imatinib, nombre genérico de la molécula que el laboratorio suizo Novartis produce y vende bajo el nombre comercial Glivec, fundamental en el tratamiento de la leucemia mieloide crónica.

Lo hizo para reducir su precio en 44% con un ahorro para el sistema de salud de 12.000 millones de pesos. No es una cifra menor considerando que entre 2008 y 2014 Colombia pagó a Norvartis $400 mil millones por ese remedio.

Buena parte de los recursos de nuestro desbarajustado sistema de salud son botín de políticos corruptos, actores armados, delincuencia común y en gran escala de malas prácticas de las EPS o de la voraz especulación de los laboratorios farmacéuticos. Colombia gasta 4.000 millones de dólares al año en medicamentos. La decisión sin antecedentes de Gaviria envió dentro y fuera del país un mensaje trascendental para la defensa de recursos públicos y para contrarrestar los onerosos perjuicios que algunos monopolios ocasionan a la salud pública.

La respuesta de los laboratorios no se hizo esperar. Iniciaron acciones jurídicas en busca de derogar la medida y al mismo tiempo una ofensiva ante el propio gobierno con base en blandir las implicaciones que tendría para la aspiración de Colombia de ingresar a la Ocde. El pasado 25 de enero, el entonces Secretario General de la Presidencia Luis Guillermo Vélez realizó una reunión con los directivos de Afidro -el gremio de los laboratorios- con Catalina Crane la funcionaria a cargo del ingreso a la Ocde y altos funcionarios del Ministerio de Comercio y del Ministerio de Salud, de la cual surgió la decisión de “reglamentar de mejor manera el procedimiento y las condiciones para emitir declaratorias de interés público”,

“…La industria farmacéutica mata gente con total impunidad” “…Tiene muchos lobbies, muchos lobistas, mucho poder y hay muy poca capacidad de negociación de drogas”. Lo dijo Donald Trump, en su primera rueda de prensa como presidente electo de Estados Unidos el 11 de enero de 2017.

El problema de la especulación, los abusos, los precios exagerados de los medicamentos no es local. Es universal y en una de sus pocas propuestas rescatables Trump presentó como objetivo prioritario de su gobierno luchar contra la industria farmacéutica y su descarada manipulación de precios.

En ese que es el país que más gasta en medicamentos 32% del total del gasto se consume en drogas de alto costo que apenas son 1% del total. En Colombia pasa algo semejante. El último informe de Observamed señala, por ejemplo, que un frasco de 28 cápsulas de Juxtapid, un medicamento para disminuir el colesterol vale 110’050.909 pesos. Una caja de 56 tabletas de Viekira Pak para el tratamiento del virus de la hepatitis C vale 30 millones de pesos. Esto se deriva del sistema de patentes y de propiedad intelectual. Los laboratorios invierten fuerte en investigación y pueden explotar sus productos durante 20 años tiempo después del cual ingresan los genéricos, significativamente más baratos. Por eso se enfocan en los productos más rentables y sacan máximo provecho del monopolio.  

Su prestigio académico y personal le han permitido a Alejandro Gaviria sostenerse en su cartera. Ante la cercanía de su retiro crecerán los debates porque, si bien impulsó iniciativas interesantes, el sistema de salud sigue marcado por la ineficiencia y la corrupción. El caso Imatinib y la ruta para enfrentar a los monopolios era uno de sus logros principales. Ahora que le están cocinando la salida todo parece indicar que el intento se diluirá.

En el mundo de hoy la ciencia y la tecnología han logrado múltiples avances para curar enfermedades. Pero el que no tenga para la receta se muere. Nuestro país no puede ser la excepción y aceptará el redil de la OCDE, como denuncian la Conferencia Episcopal, la Federación Médica Colombiana y otras organizaciones de la sociedad civil en carta del pasado 7 de abril en la que señalan que el Ministerio de Comercio ya tiene lista la reforma del Decreto 1074 de 2015 sobre el procedimiento para declarar el interés público con fines de otorgamiento de una licencia obligatoria, que limita y atrofia la aplicación de la de Gaviria para otros medicamentos. Bien para la industria farmacéutica y para las genuflexiones y maniobras necesarias para que Colombia entre a la Ocde, pero pésima noticia para el sistema de salud y para todos los colombianos.

@germanmanga