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¡La economía, estúpido!

La novedosa autorización que se dio a los funcionarios públicos para participar en la campaña política del plebiscito generó el arranque temprano de la presidencial.

Nancy Patricia Gutiérrez, Nancy Patricia Gutiérrez
31 de agosto de 2016

En 1992 en los Estados Unidos se preveía que Bush sería reelecto pues su éxito en la política internacional le había dejado gran imagen; sin embargo, la recesión le dio un giro al resultado político, el debate se centró en la economía, que resultó ser el tema que realmente importaba a los americanos y sobre los cuales el gobierno no tenía respuestas contundentes. "La economía, estúpido" una de las tres frases que escogió James Carville estratega de Bill Clinton, para recordar los temas fundamentales de la candidatura presidencial resultó efectiva. La gente estaba sintiendo en sus bolsillos la crisis y esperaba propuestas al respecto.

Sin lugar a dudas, la economía también será decisiva en la campaña presidencial que se vino encima y en Colombia ahora, los asesores de los candidatos estarán alertando sobre el tema, pues el ambiente del país lo exigirá. Además del debate sobre las concesiones políticas y económicas que se dieron a las FARC, los compromisos derivados del acuerdo de La Habana requieren importantes partidas que no están en el presupuesto, ni es claro cuál será la fuente de financiación, ni cuáles serían las consecuencias de incumplimientos por fuerza de la falta de dinero para cubrirlos.

La novedosa autorización que se dio a los funcionarios para participar en la campaña política del plebiscito generó el arranque temprano de la presidencial; el vicepresidente German Vargas notificó que le disputará el gobierno a las FARC, voceros del partido liberal y de la U anuncian acuerdo para ir unidos a las elecciones presidenciales, el nuevo partido de las FARC y los grupos sociales que tendrán espacio político exclusivo cuentan con herramientas de financiación, logística, medios de comunicación propios, y un programa político elaborado por asesores nacionales e internacionales. Sin embargo, ¿quién pone el dedo en la llaga? ¿cuál es la fórmula para bajar la inflación, el desempleo, para reactivar la economía, para aumentar las exportaciones, para garantizar la inversión extranjera, para industrializar al país?

El 3 de Octubre seguramente el Ministro de Hacienda estará radicando el proyecto de reforma tributaria en el Congreso, esperando detener la baja en la calificación del desempeño de la economía que aleja la confianza de los inversionistas y con ello se frenan las expectativas de crecimiento que se reajustó a la baja. Es difícil atreverse a vislumbrar negros nubarrones, pero las condiciones de tormenta perfecta se han venido acumulando: la caída del precio del petróleo factor del cual depende nuestra economía, la incertidumbre política, el aumento del desempleo que ha llegado cerca al 9 %, el bajonazo del PIB que en el segundo trimestre del año se descolgó al 2.0 %; salvo las actividades del sector financiero, las demás ramas de la economía resienten la desaceleración y los responsables de las empresas que cotizan en bolsa y dependen de la inversión extranjera piden se revisen decisiones gubernamentales que inciden en su desempeño.

En el último trimestre del año ya no habrá mesa en La Habana; la noticia de la entrega de las armas pasará en medio del fuerte debate sobre la crisis económica y desde muy temprano de 2017 estará colgado el cartel en las sedes políticas, con el recorderis del tema: la economía.

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