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La pitica y el paquidermo

Demoledores, así son los audios de 2015 en los que el actual fiscal general Néstor Humberto Martínez, entonces abogado del Grupo Aval recibe información acerca de la trama de corrupción que ha detectado Jorge Enrique Pizano, el auditor (comptroller) de la Concesionaria de la Ruta del Sol II.

Ana María Ruiz Perea, Ana María Ruiz Perea
19 de noviembre de 2018

¿Cuántos y cuáles eran los delitos que se estaban cometiendo bajo el fraude orquestado por la brasileña de la coima Odebrecht? El abogado se los enumera informalmente al auditor: “Soborno, lavado de activos, falsedad en documento privado, administración desleal, abuso de confianza, estafa, hurto agravado, peculado por apropiación…”.

En menos de una década, Odebrecht construyó un pozo multinacional de la podredumbre que ha salpicado a 12 gobiernos, dejando un reguero de funcionarios investigados, destituídos o encarcelados, desde presidentes hasta secretarios de ministerio, todos untados en la búsqueda desaforada de esta compañía para hacerse a los grandes contratos de infraestructura. Así el actual fiscal diga lo contrario en sus correrías de medios, Odebrecht sí es el mayor escándalo de corrupción que se ha conocido hasta hoy. Sí ha tumbado presidentes y ha dejado tambaleando gobiernos por toda América Latina, ¿acaso un fiscal descubierto en sus mentiras e impedimentos para llevar el caso no puede también caer?

El hecho de que el señor Pizano haya grabado sus conversaciones con el abogado del Grupo Aval, socio financiador de la obra a través de Corficolombiana, dice tanto de la certeza que el auditor tenía de la gravedad del asunto, como de la desconfianza que sentía por el rumbo que tomara la información que estaba entregando.

En la segunda conversación que se conoció, el auditor que ha entregado la secuencia de irregularidades al abogado de la compañía (para que adopte las medidas judiciales del caso, supone uno) resume en una frase lo que le sucedió, el origen de la tragedia que aun después de muerto lo sigue atravesando: “… o sea, independientemente de que están pagando sin ningún orden, entonces cuando este tema uno hala la pitica por debajo de la puerta, sale una pita así y hay un rinoceronte atrás que no puede pasar por la puerta. ¿Sí me entiendes?”.

Que el abogado le va a dar la información al jefe de todos, al gran cacao, a Sarmiento Angulo también queda explícito en las grabaciones, y es obvio. Finalmente, es él quien debe tomar la decisión de que su conglomerado actúe frente a la justicia para denunciar lo detectado. Y sí, así fue, pero no para denunciar sino para negociar porque en la corrupción, entre más grande el involucrado, más pasito se hacen. Odebrecht y el Grupo Aval llegaron a un acuerdo en el que la brasileña devolvió 33.000 millones de pesos, según parece, apenas la mitad de lo robado. Y todos tan contentos, tanto que ahora Odebrecht anda haciendo lobby para que le den más contratos en Colombia.

Ahí está con sus pasos de paquidermo, el rinoceronte que el prestigioso abogado del hombre más rico de Colombia, ahora fiscal general de la Nación, dice no haber visto aunque el auditor Pizano se lo haya mostrado en toda su dimensión.

Pizano tenía miedo pero era un hombre precavido y, al parecer, honesto. Por eso entregó a periodistas independientes la custodia de sus pruebas, sabía lo que eso vale, y cuesta, en el mercado sucio de los corruptos. Había alertado, había mostrado que descubrir la sinvergüencería era cuestión de halar una pitica, ahí estaban las evidencias ¿quién entonces decidió esconder al paquidermo? ¿el millonario o su próspero abogado convertido en fiscal general? ¿o ambos?

Las salidas a medios del fiscal cada vez le funcionan menos. No puede decir que no sabía o que sí sabía pero que solo los funcionarios públicos están obligados a denunciar la corrupción, y como él en ese entonces era simplemente un abogado, no lo hizo. ¡Hágame el favor! Como se lo dijeron en debate en el Congreso el año pasado Claudia López y Jorge Enrique Robledo: está impedido porque aun conociendo el entramado de la corrupción de Odebrecht, se hizo elegir fiscal general de la Nación.

Martínez fue miembro de la Junta del Banco de la República nominado por Gaviria, ministro de Justicia de Samper, ministro del Interior de Pastrana, ubérrimo litigante, superministro de la Presidencia de Santos I y fiscal general en Santos II. Ha hecho todos los méritos hasta convertirse en el hombre más poderoso, al servicio de los más ricos del país. Recogió las pruebas del rinoceronte y las ha utilizado a su antojo, desde el curubito que ahora el paquidermo le tiene tambaleando.  

Debe estar cantando, como en la ronda infantil, Hálame la pititica titica titica. Hálame la pititica, no me la hales más ¡hey!

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