Ha llegado el fin de año cargado de grandes interrogantes y, entre ellas, el incremento salarial para el 2026 mantiene con expectativa a varios millones de trabajadores, así como a muchos empresarios que tendrán que cerrar sus compañías o licenciar empleados en caso de que el incremento decretado por el Gobierno sea imposible de sostener; otros añoran que las ventas navideñas justifiquen las inversiones y el esfuerzo realizado a lo largo del año, pero tal vez lo más trillado se relaciona con las próximas elecciones, donde los precandidatos para Congreso y Presidencia están adelantando plenamente sus campañas, buscando atraer el mayor número posible de seguidores o sopesando las posibles alianzas políticas.
Muchos ciudadanos están esperando que llegue la tan cacareada paz total, uno de los principales ganchos de la pasada elección presidencial y donde en lugar de disminuir la violencia en el país, se observa con gran preocupación cómo se ha incrementado el poder destructivo de los diferentes grupos narcoterroristas, cuyo reciente fortalecimiento les está permitiendo enfrentarse al Estado, así como la forma en que han aumentado su presencia en gran parte del territorio. Pero inquieta aún más la disminución del pie de fuerza de las Fuerzas Militares y el debilitamiento de sus capacidades —posiblemente en forma intencional— para que no puedan cumplir la misión constitucional de proteger a los colombianos.
El asesinato de miembros de la Fuerza Pública por parte de organizaciones delincuenciales se ha vuelto costumbre y ya no impacta el corazón de los colombianos que ven con estupor cómo estos crímenes quedan sin castigo por la impunidad que le brindan a los bandidos; los malhechores han logrado que estos homicidios sean parte del diario panorama nacional y las violaciones a los derechos humanos que enlutan a muchos hogares colombianos por culpa de los narcoterroristas no despiertan el sentimiento de solidaridad que debe haber con las familias afectadas, ni generan el rechazo hacia estas estructuras criminales que por negligencia o permisividad han crecido en todo el territorio. Estos crímenes muestran que se ha perdido el valor de la vida humana y que esta se encuentra tasada a nivel de un celular o de una billetera.
El irrespeto del Gobierno frente a la separación de poderes sigue marcando la tendencia autoritaria que caracteriza a los gobiernos de izquierda, al igual que lo hizo Santos cuando le dio el golpe de Estado a los colombianos que no aceptaron los acuerdos con las Farc, porque sospechaban que ocurriría lo que está sucediendo, que estas no desaparecerían, pues solo cambiaron de ‘razón social’ —como se podría afirmar en el mundo empresarial— porque siguieron delinquiendo con otra camiseta, causando dolor y derramando la sangre de los colombianos, pero nadie se pellizca; esto probablemente seguirá sucediendo si un Gobierno de izquierda recalcitrante continúa en el poder.
Para la actual administración parece que el Congreso está de sobra, pues con la misma estrategia aplicada por Santos, el poder Ejecutivo se está pasando por la faja las decisiones del Parlamento y, con el argumento de que no les aprobaron la reforma tributaria, ahora le dan un golpe de Estado a las decisiones del poder Legislativo por medio de decreto, para sacarle a las malas a los colombianos dieciséis billones de pesos por medio de una emergencia económica seguramente ficticia e inconstitucional; sin embargo, no mencionan nada sobre los recursos del Estado que se han perdido por culpa de la corrupción de personajes cercanos al Gobierno o de los recursos que han destinado para pagar subsidios, que se presume buscan comprar conciencias y lograr los votos para darle continuidad al nefasto progresismo en el próximo período presidencial.
Esta cuarta emergencia económica del Gobierno Petro muestra claramente que la izquierda nunca estuvo preparada para gobernar y mucho menos para poder cumplir lo prometido en campaña cuando hacían miles de promesas de lograr un cambio. Estos nuevos impuestos establecidos por el Ejecutivo generarán las condiciones para dejar sin empleo a miles de colombianos, causarán mayor deterioro en la calidad de vida de las personas, impulsarán la pérdida del valor de nuestra moneda en el escenario mundial, afectarán el comercio internacional, incrementarán la deuda externa y crearán las condiciones de deterioro de la seguridad y la convivencia para decretar la conmoción interior, como justificación para no adelantar las elecciones en 2026, buscando quedarse en el poder por muchos, muchos años más.
Si quieres empeorar, por la izquierda debes votar y con Cepeda te debes juntar.
Si quieres mejorar, con tu voto en las urnas, el cambio se puede lograr.










