Home

Opinión

Artículo

Nación

¿Perjudica la política pública de infancia a nuestros niños?

Una investigación publicada recientemente demostró que los niños que asisten a centros de cuidado diario padecen problemas en su bienestar emocional. El Icbf tiene como programa bandera los Hogares Comunitarios de Bienestar (HCB), que diariamente cuentan con miles de niños colombianos. Marta Ripoll de Urrutia, ex directora del Icbf, cuestiona la postura del Bienestar frente al programa basándose en las estadísticas reveladas por el estudio.

Semana
7 de marzo de 2003

Ha llegado a mis manos un artículo científico recién publicado por la revista de la Apppah (Asociación Americana para la Salud y Psicología Pre y Perinatal) que revela unos resultados impresionantes sobre los efectos que los centros de cuidado diario tienen sobre los niños que asisten a ellos. En efecto, los autores concluyen que dejar a los niños en esos centros es perjudicial para su desarrollo neurobiológico y bienestar emocional. La aplicación de dichos resultados a la realidad colombiana es sumamente preocupante. En Colombia el programa bandera del Icbf, en el que principalmente invierte su presupuesto, es el de los Hogares Comunitarios de Bienestar (HCB) los cuales son unos centros de cuidado diario donde los niños son dejados por sus madres aproximadamente ocho horas en el día. Teniendo en cuenta que el 68 por ciento de esos niños que son enviados por sus madres a los HCB no tienen ningún motivo para ir a ellos pues son hijos de madres que no trabajan por fuera de su hogar, las conclusiones del artículo comentado resultan aterradoras y exigen una revisión urgente de la forma como el Icbf gasta su presupuesto de inversión.

Se trata de un artículo escrito por los especialistas en desarrollo humano, doctores T. Verny y H. Brandtjen, titulado "Efectos de corto y largo plazo sobre infantes y párvulos en centros de cuidado diario de tiempo completo". La investigación parte de la base de que es el eje HPA (el eje hipotálamo-hipófisis-adrenales) el que determina la respuesta del cuerpo humano al estrés. "Cuando el ser humano siente que su bienestar está física o sicológicamente amenazado su hipotálamo aumenta la producción del factor de secreción corticotrópica (CRF), el cual induce a la glándula hipófisis a secretar la hormona adrenocorticotrópica (Acth). La Acth entonces ordena a la glándula adrenal... secretar cortisol. Al medir en las personas el nivel de cortisol, la actividad del eje HPA en respuesta al estrés puede ser determinada".

Así las cosas, al medir el nivel de cortisol en la saliva de los niños que estaban asistiendo a los centros de cuidado diario, y compararlo con el de aquellos que permanecían en sus casas, se puede determinar si los primeros estaban experimentando estrés. El artículo en mención parte del trabajo realizado por Dettling, Gunnar y Donzella en 1999 el cual en forma contundente encontró que, en efecto, los niños que asistían a los centros de cuidado diario, claramente estaban sintiendo estrés.

El resultado del estudio de Dettling et al. es muy impresionante. En efecto, mientras que el nivel de cortisol de los niños que permanecían en sus casas bajaba de media mañana a media tarde, el de los niños en los centros de cuidado diario aumentó dramáticamente para el mismo lapso.

A partir de los resultados del trabajo de Dettling et al., Verny y Brandtjen explican la justificación sicológica de los mismos con conclusiones no menos impactantes y contundentes. Ellos encuentran que, a pesar de que en los centros de cuidado diario americanos estudiados hay un "cuidador" por cada tres niños, los infantes al ser separados de sus madres se angustian y entristecen agudamente pues se sienten abandonados y/o rechazados por sus madres llegando incluso al punto de sentir que es "culpa" de ellos. "Desde la perspectiva de los niños, sus madres no estaban respondiendo a sus llamados angustiosos y los estaban abandonando". En esas condiciones los niños establecen un sistema de creencias o modelo interno de funcionamiento, muy difícil de cambiar una vez que ha sido establecido en la infancia, que es perjudicial para la salud emocional del niño.

Los niños dejados en los centros de cuidado diario, al sentirse abandonados o rechazados por sus madres usan todos los medios a su alcance para conseguir que sus madres vuelvan. Al hacerlo pasan por varias fases o etapas, a saber: protesta (llanto, pataleo, etc.), seguida de una de angustia, tristeza, disociación y, finalmente, desapego.

Cuando de pequeño el niño recurre a conductas disociativas, la probabilidad de que recurra a ellas como adulto es significativamente mayor, incluso ante la presencia de situaciones de estrés menores. El comportamiento típico de los adultos crónicamente disociativos incluye rabia explosiva, agresión, violencia y conductas autodestructivas. En otros produce una capacidad mínima para sentir empatía. Sin empatía, la persona "...no entiende, emocionalmente hablando, el impacto que tiene su comportamiento". Estas personas son las que pueden hacerle daño a otras sin sentir ningún remordimiento.

Mientras más impotente se sienta el niño, mientras más sienta que su actuación (llanto, pataleta, etc.) le resulta inútil en su objetivo de conseguir que la madre vuelva, más probable es que se dé la respuesta disociativa. Con el tiempo, los niños dejados en los centros de cuidado diario que experimentan las tres etapas mencionadas dejan de tratar de apegarse a alguien. Lo que parece ser una conducta beneficiosa (parecería que el niño ya se acostumbró a separarse de la mamá y se queda tranquilo) de hecho se convierte en conductas mal adaptativas en la vida del individuo. Los niños se protegen de sentirse diariamente abandonados, desapegándose. En la edad adulta, el individuo continuará evitando apegos.

Los autores resaltan cómo los resultados y conclusiones mencionados atrás son adicionalmente sustentados por los descubrimientos que hizo Schore en 1996 y 1997 sobre el desarrollo y maduración neurobiológica del cerebro de los niños. De acuerdo con Schore, el desarrollo neurobiológico más importante del cerebro se produce en los primeros dos años de vida del niño. Y demostró que la condición necesaria para que el desarrollo y crecimiento del neocortex del niño sea adecuado es que la relación entre el niño y su madre sea una de apego saludable (apego diádico empático en que tanto el niño como la madre sienten empatía mutua). "La falta de una relación diádica empática entre el infante o párvulo que asiste a los centros de cuidado diario de tiempo completo y la madre sienta la base para que el niño desarrolle desórdenes siquiátricos y empáticos. Un apego diádico empático madre/hijo progresivo durante los dos primeros años de nacido son críticos para el desarrollo de la corteza prefrontal y la orbito-frontal del niño, el sistema que controla las emociones y las relaciones afectivas. Sin una maduración neurobiológica saludable de esos sistemas puede ser difícil, si no imposible, tener una relación afectiva con otra persona".

Para los autores, no es posible que se produzca un apego diádico empático mientras los niños estén reaccionando a la situación de cuidado diario con los niveles elevados de cortisol reportados por Dettling et al. "Estos niños claramente están sintiendo su cuidado diario en forma estresante y asustadora. De lo contrario, creemos que sus ritmos circadianos de cortisol serían aproximadamente equivalentes a aquellos de los niños que permanecen en sus casas cuidados por sus madres".

Los autores concluyen que "...la relación entre madre e hijo es perjudicada por los centros de cuidado diario de tiempo completo...". A los niños allí dejados se les está negando un contacto íntimo permanente con sus madres, es decir se les está negando el tipo de apego que Schore considera imprescindible para el correcto desarrollo de áreas muy importantes de su corteza cerebral. En los centros de cuidado diario "...el niño está demasiado compungido ...para lograr el desarrollo del apego diádico empático requerido para la correcta maduración neurobiológica de la corteza prefrontal y del sistema límbico". Dichos centros "...bien pueden estar produciendo adultos quienes ...sólo son capaces de formar apegos ...limitados con otros adultos y con sus propios hijos (el subrayado es nuestro). El problema se vuelve entonces transgeneracional..." y el daño se le hace no sólo a los niños de hoy sino a las generaciones futuras.

Es aterrador pensar en el daño que se les está haciendo a los niños colombianos, que sin ninguna necesidad, asisten a los Hogares Comunitarios de Bienestar (HCB). El Icbf empuja a las familias a que dejen a sus hijos allí, con todas las consecuencias perjudiciales para los niños y las generaciones futuras que demuestran los autores Verny y Brandtjen en su revelador artículo. Para ponerlo en palabras de Nancy Verrier, autora de La Herida Primal, dejar a los infantes y párvulos en centros de cuidado diario de tiempo completo es "...el crimen del siglo en contra de la humanidad. Ellos (los niños) están en terror todo el tiempo que están allí... y el terror es para siempre...". ¿No sería mil veces preferible que el Icbf se limitase a darles alimentación a esos niños en lugar de inducir a sus madres a que se deshagan de ellos depositándolos en los Hogares Comunitarios de Bienestar? ¿A cuántos niños puede el Icbf alimentar diariamente si en lugar de mantener los HCB, en los que gasta 378.921 millones de pesos anuales (sin contar la bienestarina que vale otros 67.461 millones de pesos anuales), los dedica a crear comedores infantiles para esos niños cuyos padres no disponen de los recursos necesarios para alimentarlos correctamente y que están sufriendo graves niveles de desnutrición con sus secuelas malditas? Y si en lugar de fomentar la irresponsabilidad materna, el Icbf ofreciese "escuela de padres" para ayudarles a las madres y padres a ser mejores personas y padres, ¿no sería ésa la verdadera revolución pacífica que Colombia necesita?

* Ex directora Icbf

Noticias Destacadas