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Política exterior en medio de la pandemia

Cuando todos estamos pendientes del coronavirus, el régimen de Maduro ha emprendido una ofensiva sin precedentes contra el gobierno y las fuerzas militares de Colombia.

Juliana Londoño, Juliana Londoño
21 de mayo de 2020

La tremenda gripa española le pegó a Colombia con fuerza entre 1918 y 1920. Solo en Bogotá, murió un poco más del uno por ciento de la población, lo que, trasladado a este momento, sería como si hubieran fallecido casi 80.000 bogotanos.

En medio de este panorama, nuestro país estaba afrontando uno de los más complejos asuntos de la política exterior colombiana. El tratado Urrutia-Thomson que se había concertado con muchas dificultades en abril de 1914 con los Estados Unidos, fue objeto de un complejo proceso de discusiones en los congresos tanto en Colombia como en los Estados Unidos. Entró en vigor el 12 de marzo de 1922 y se constituyó durante esos cuatro años en el tema central de la política interna colombiana.  

El proceso de aprobación del tratado que generó incluso la renuncia del presidente de Colombia, Marco Fidel Suárez, se adelantó en medio de la angustiante pandemia.

El tratado solucionó la confrontación existente con los Estados Unidos como consecuencia de la separación de Panamá. Igualmente, fue fundamental para superar un momento crucial de la economía colombiana y el complejo litigio que se avecinaba con Panamá, que pretendía el noroeste del departamento del Chocó.  

El coronavirus, que tiene en este momento a Colombia y al mundo colmados de dudas e incertidumbres, no tiene el efecto de paralizar la política exterior que sigue su inexorable marcha. Venezuela con la ayuda de Rusia, presentó ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el caso de los “soldados de fortuna” que desembarcaron en la costa venezolana, al que insidiosamente vinculó con el de las lanchas en Puerto Carreño, acusando a Colombia y a los Estados Unidos de “organizar, entrenar, financiar y proteger” la acción de los mercenarios.

Los miembros del Consejo de Seguridad afirmaron que la solución de la crisis venezolana solo puede encontrarse a través del derecho internacional, del dialogo y de elecciones democráticas.

El hecho es que Venezuela.  está tratando ladinamente de colocarse ante la comunidad internacional como una víctima de Colombia, a la que siempre ha catalogado como la cabeza de puente para la intervención de los Estados Unidos.

El régimen madurista dentro de ese marco, aprovechando lo que ha trascendido respecto a la contrainteligencia en nuestro ejército, así como las versiones sobre la operación “Bastón”, en las que se ha involucrado a altos oficiales de la institución, dice ahora que infiltró a la inteligencia colombiana y así logró abortar la acción de los mercenarios.

Pasa olímpicamente por encima del “Cartel de los Soles”, de la deserción de centenares de militares y de la traición de connotados generales de sus fuerzas armadas que eran de toda su confianza.

Como ha sucedido desde la Edad Media, en esos regímenes, se llega a un momento en el que “el monarca”, no puede confiar ni en su sombra. 

(*) Decano de la facultad de estudios internacionales, políticos y urbanos de la universidad del Rosario. 

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