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‘Popeye’, ¿la estrategia de Caracol?

Vuelve y juega. Otra vez una serie sobre narcos, un spinoff (derivado) del Cartel de Medellín y sus bellezas. De regreso a las motos, a los parrilleros que derrapan en una calle angosta, oscura y cerrada. Ahí llegan el pirobo y el gonorrea, con ese motilao larguito atrás y bien rapado a los lados; desenfunden el escapulario y el paraíso con tetas. Y el tonito ese del “si o qué”.

Poly Martínez, Poly Martínez
4 de febrero de 2017

Qué jartera la vida, obra y renacimiento de alias ‘Popeye’, el mismo J.J. Velásquez Vásquez que hoy se declara “exbandido en busca de una nueva oportunidad en la Sociedad . Activista político y defensor de los derechos humanos”. Pero no tanto por la vida que ha tenido, que movida sí ha sido, sino por la falta de originalidad de tema.
Pensé que el asunto narco estaba como muy pasado ya, pero revisando una entrevista a Omar Ricón, nuestro experto en televisión, veo que se necesita esa supuesta distancia histórica, algo así como un acuerdo cómodo de que ese tema está superado, para que un canal -en alianza con una multinacional como Netflix- decida que lo va a sacar y volver a sacar y volver a sacar para seguirle sacando plata. Como ese es el negocio, “hágale papá”. 
Esta serie, sin embargo, se alza sobre tierra movediza. El gran tema narco puede percibirse como cosa del pasado y susceptible de que lo miremos con diferentes ojos, pero el detalle es que, a diferencia de otras series sobre  otros bandidos, alias ‘Popeye’ está presente y busca fortalecer el protagonismo mediático que en estos años ha ido armando, el cual esta serie seguramente reforzará. 
Dirán que ese no es el problema de Caracol Televisión hoy, mañana o ayer de RCN Televisión o de otra programadora, porque todas repiten la fórmula, más si es de venta en el exterior.  
Dirán que esa es la realidad de este país y proteger el buen nombre no es su labor, y en eso tienen razón. Y rematarán con que  tenemos que madurar y vernos como la sociedad que somos; es que esto es lo que da la tierra.
Dirán que esta es una historia con corte dramático: ¿el drama de quién: el de las víctimas o el del protagonista de la violencia?

Dirán que Velásquez Vásquez cumplió buena parte de su pena, que le resta año y medio, como máximo, para quedar en ceros con la justicia y que honestamente está buscando “una nueva oportunidad en la sociedad”, y qué mejor para su labor como activista político o defensor de los derechos humanos que esta visibilidad.

Y dirán que previo a la emisión de los primeros capítulos, o a más tardar el fin de semana siguiente, pasarán en horario estelar un documental de contexto sobre quién fue ‘Popeye’.  Con eso cerrar el debate y dejarnos a todos bien ubicados. Terror y muerte remesterizados.

Queda en el aire la pregunta de si así de mal está Caracol TV (insisto: o RCN Televisión o RTI o las que sean), en materia de guionistas como para armar su argumento a partir del libro de las aventuras de alias ‘Popeye’. Difícil de creer.  
 
La idea de Caracol Televisión de sacar la vida de J.J. Velásquez Vásquez es un desatino teniendo tanto más para manosear y entender en nuestro espejo de miseria: los Urabeños, repaso al  Cartel de Cali, algo hay que empezar a tramar sobre los más crueles carceleros- guerrilleros. Nos quedan horas y capítulos de delincuentes de cuello blanco, chicos de la bolsa, alcaldes que se roban las ciudades. Y si no son suficientes esas lágrimas, ¿qué tal una serie cortica sobre los hijos del desierto, víctimas de los carteles de la desnutrición, con playa y un toque étnico?  O algo que tenga picó y violencia de puerto que nos entretenga a todos.

¿Pero otra vez ‘Popeye’y el Cartel de Medellín? Este país intentando otras formas de mirarse –que la serie la vea el que quiera: cada quien elige de qué llenarse la cabeza- y las programadoras dele que dele con una misma lectura.

Dirán que es parte de los contratos con comercializadoras internacionales, que el paquete Colombia le sale con narcos, bombas, un toque de realismo mágico, música, selva y sierra, con un elenco y una factura impecables. Resaltarán todas las otras series y producciones que hacen, que apoyan y hablan de otras cosas. Cierto: ahí están Escalona o El abrazo de la serpiente.
 
Aquí no se trata de moralismo, de esconder u olvidar.  Simplemente de tener las cuentas claras del  negocio de la violencia y la muerte de miles; la desgracia de millones. Dirán que es ficción, que hay que mirarlo de otra forma...

Y diremos que no, que ya no nos trama.

@Polymarti

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