Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

"Power people"

el uribismo se equivoca si cree que el pueblo no se da cuenta de que en su nombre se están cometiendo toda clase de exabruptos.

María Jimena Duzán
5 de septiembre de 2009

"Está bien el power point…pero yo prefiero el 'power people'".

Esa frase se la oí al presidente Uribe por primera vez en el año 2004 en uno de esos maratónicos consejos comunales y debo confesar que la pasé por alto. En ese entonces, ni en sus discursos ni en sus retóricas, se advertía su pretensión de apropiarse de la noción de "pueblo" para "modular" -otra palabra que he aprendido del dogma uribista—, sus aspiraciones re-reeleccionistas, presentándolas de manera deliberada como la más preclara expresión de la voluntad popular.

Para elaborar bien esta ecuación, —pueblo-re-reelección—, el gobierno ha construido un discurso primario y efectista. Se ha llegado a decir por ejemplo que la re-reelección de Uribe es un "sueño de la gente", —frase que han usado desde Rodrigo Rivera hasta Roy Barreras—. Y cada vez que uno le pregunta a un congresista uribista de cuello blanco, —que no de Cuello Baute—, por qué el presidente Uribe en lugar de terminar su mandato como lo manda la Constitución, insiste en someter al país a un proceso de desgaste institucional para quedarse quién sabe cuántos años más en el poder, siempre recibo la misma respuesta: "Es que es el pueblo el que quiere que se quede", me responden y a renglón seguido le explican a uno que cinco millones de colombianos estamparon libremente su rúbrica para convocar al referendo reeleccionista. O simplemente lo sorprenden con esta frase: "Es que usted no puede pretender desconocer la voluntad popular", como me lo dijo de manera exaltada hace poco en Hora 20 el propio Luis Carlos Restrepo, presidente de la U.

Primera mentira que es bueno desterrar de una vez: no es cierto que sea el pueblo colombiano el que le ha pedido a Uribe que se quede cuatro años más en el poder, como lo afirman alegremente los uribistas. Lo que sí hubo fue otra cosa: unos señores poderosos que fueron los financiadores de su primera campaña y que se convirtieron también en los principales contratistas de ese gobierno, decidieron impulsar una convocatoria para un referendo que le permitiera quedarse a Uribe en el poder. Para conseguir ese objetivo tuvieron que recurrir al pueblo y no fue el pueblo el que motu proprio salió a las calles a abogar por cuatro años más de Uribe. Los promotores del referendo, invirtieron una millonada, —es el referendo más costoso del país—, se volaron los topes, se hicieron autopréstamos y se recibieron aportes hasta de DMG; cerca de cuatro millones de colombianos firmaron la convocatoria, no más del 12 por ciento del censo electoral.

Una cifra muy respetable, pero que no se puede magnificar al extremo de decir que esta representa la voluntad del pueblo colombiano, como una y otra vez nos dicen por los altavoces del gobierno. En realidad, hoy, al calor de los últimos acontecimientos, hay más elementos que indican que lo que puede estar pensando la mayoría de los colombianos es precisamente lo contrario. Si nos atenemos a las encuestas, la última la publicó el lunes pasado el diario El Tiempo, solo un 37 por ciento de los colombianos estaría aprobando una re-reelección del Presidente.

Pero además, si el pueblo está con Uribe en sus pretensiones reeleccionistas como sostiene el gobierno, ¿dónde está? ¿Por qué no se manifestó el día que se aprobó el referendo en la Cámara? ¿Dónde está el pueblo exigiendo que no se le desconozcan sus sueños? ¿Por qué no se llenaron las calles de Colombia en la manifestación contra Chávez, impulsada también por círculos uribistas que han encontrado en los exabruptos inadmisibles del Presidente venezolano otra excusa para justificar el que Uribe se perpetúe en el poder?

El uribismo se equivoca si cree que el pueblo no se da cuenta de que en su nombre se están cometiendo toda suerte de exabruptos como los que se denunciaron a lo largo de la aprobación del referendo; o que en su nombre, se puedan desviar subsidios dirigidos a los pobres que terminan en los bolsillos de los prósperos hijos de los congresistas que votaron por el referendo como sucedió con el adinerado hijo de Alirio Villamizar. Si al "pueblo" se le explica bien todo lo que el uribismo ha hecho con esas cuatro millones de firmas, probablemente muchos de esos firmantes se arrepentirían de haber prestado su rúbrica. No dudo que el presidente Uribe sea un presidente popular y que muchas de sus políticas hayan beneficiado a una parte importante de los colombianos. Pero de ahí a que el pueblo tenga como prioridad re-reelegirlo hay el mismo abismo que existe entre el Power Point y el power people.

Noticias Destacadas