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El gran derrotado en la consulta: el procedimiento

La ley estatutaria 1757 de 2015 que contempló las normas en materia de promoción y protección del derecho a la participación democrática, hasta la fecha no ha cumplido su objeto, porque con el procedimiento hasta ahora adoptado, ni promueve, ni protege, ni garantiza que la ciudadanía se interese por la vida política, administrativa, económica, social o cultural de nuestra sociedad, y mucho menos produce un control efectivo al ejercicio del poder político.

Marco Tulio Gutiérrez Morad, Marco Tulio Gutiérrez Morad
27 de agosto de 2018

Está probado con el plebiscito de la paz y la consulta anticorrupción que no importa si estos mecanismos de participación ciudadana provienen del gobierno nacional o del pueblo, pues no existe un procedimiento que acabe de raíz el menosprecio ciudadano por las instituciones, sus regentes, los presupuestos estatales o los asuntos de interés nacional o local.

En cuanto a las consultas que se le hacen al pueblo para adoptar una decisión, lo primero que se debe hacer es diferenciar las consultas populares de las consultas partidistas, en tanto las primeras, según la definición de la ley y la doctrina de la Registraduría Nacional del Estado Civil, son “las manifestaciones más amplias de la democracia participativa, mediante la cual pueden someterse asuntos de interés nacional, departamental, municipal o distrital, para que la ciudadanía defina directamente el destino colectivo de su territorio”, mientras que las segundas, de acuerdo con la Ley 1475 de 2011, son “mecanismos de participación democrática y política que los partidos y movimientos políticos o grupos significativos de ciudadanos pueden utilizar con la finalidad de adoptar decisiones internas o escoger sus candidatos a cargos o corporaciones de elección popular.”

Esta diferencia es importante porque tiende a confundirse una con otra, cuando la iniciativa popular resulta expresada por un actor político, situación que le resta interés en quienes jamás van a las urnas. Por el contrario, si independientemente de la clase de consulta que se programe, cualquiera que sea se adelanta por la vía de los medios tecnológicos que en la actualidad penetran a la sociedad, estas podrían tener el éxito esperado.

Estamos equivocados mientras no se implemente en Colombia el voto electrónico, para las elecciones común y corrientes, como para las consultas populares, e inclusive para las interpartidistas. Con este avance procedimental se atacaría de frente la abstención que no permite lograr las mayorías en temas tan relevantes como la corrupción en el país.

Los tarjetones son el primer y más fuerte enemigo de la participación ciudadana. A nadie le interesa salir a un puesto de votación para definir la vida diaria y cotidiana que lo rodea. Bien puede por estos medios electrónicos consultarse, por ejemplo, el destino de la carrera Séptima en Bogotá, consulta que puede restringirse exclusivamente a los habitantes de ese corredor vial de vital importancia para la capital.

Los órganos de control pueden liderar el procedimiento digital a aplicar en las consultas que se pueden pensar para decidir temas trascendentales, motivando a los ciudadanos para que sean un aliado del nuevo país.

En la consulta anticorrupción las preguntas no causaban un interés superior sobre quienes viven alejados de la vida pública. ¿Por qué no se preguntó al ciudadano si un buen congresista debía o no ser bien pagado? O si los ciudadanos querían que un legislador estuviera en el Congreso por tres periodos cuando la pregunta podría ir dirigida a los militantes de los partidos políticos ¿si deseaban que sus líderes continuaran representándolos?

Hasta cuando no volvamos accesibles al ciudadano los mecanismos de participación ciudadana, perderemos cuanto intento hagamos a fin de lograr que las decisiones se tomen por las mayorías.

Si hoy podemos vía internet comprar o vender bienes y servicios, realizar apuestas, reservar vuelos y hoteles, elegir al mejor cantante o la más bella reina, hasta casarnos y muchas cosas más, ¿por qué no podemos participar en los procesos que nos interesa a todos?

En el exterior es más sentido el tema porque en países desarrollados donde todo se hace a través de los medios electrónicos y las redes sociales, los colombianos deben acudir a las obsoletas urnas de cartón en los consulados de difícil acceso.

Por estas razones la política pública de participación democrática en el país debe cambiar hacia un procedimiento sencillo que permita que todos participemos sin la disculpa del desplazamiento, la lluvia, la desidia, etc.

Mientras tanto los colombianos seguirán reflejando que no quieren la paz, que aceptan a los corruptos, que no les interesa nada.

¡Presidente Duque! La gobernabilidad hoy por hoy está en las redes sociales y el voto electrónico. Jálele a eso presidente.

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