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¡Qué joda con los elenos! ¡Qué joda con la violencia!

Hay un país mayoritario al que no le interesa si este proceso se termina o tiene continuidad.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
18 de diciembre de 2017

Escribir sobre el cese al fuego bilateral y temporal entre el Gobierno nacional y el ELN es impopular. 

Trae una andanada de opiniones maledicentes, de comentarios vulgares, mentirosos y de odio sobre quien lo hace.

Es tan incierta la efectividad, la utilidad del cese y la pertinencia del proceso con el ELN, que personas entusiastas de una salida negociada al conflicto armado por décadas, y defensoras del esfuerzo del presidente Santos por construir una “paz completa” flaquean, al conocer las violaciones repetidas del cese por parte de los elenos.

El asesinato cometido por el ELN, del gobernador del resguardo de Catru y líder indígena, Aulio Isarama Forastero, en el departamento del Chocó, o en Nariño, donde asesinaron a 13 pobladores en Magüí Payán, ha sido suficientes para poner fin a la esperanza de que el cese consolidaría el proceso.

Es relevante decir que la imperfección del mismo, está vinculada al asesinato continuo y vergonzoso de liderazgos sociales, urbanos y campesinos, que involucran agentes del Estado como en el caso de Tumaco, o liderazgos de restitución de tierras, como sucedió con el líder Mario Castaño de la zona conocida como “la Larga Tumaradó” en la región de Urabá.

Homicidios como el de Mario suceden porque la paz ha dado paso a nuevos liderazgos y disputas en el marco institucional que buscan recuperar tierras arrebatadas a punta de fusil y terror.

Lo anterior, a pesar de ser poco estimulante sobre el compromiso de la sociedad en torno a la implementación de los acuerdos de paz con las FARC y el desarrollo de un acuerdo de paz con el ELN, no puede llevarnos a abandonar el camino.

Los hechos de violencia referidos demuestran la importancia que un proceso de paz tiene para regiones en las que la presencia institucional es borrosa, y donde la autoridad reposa en quien tiene la pistola más grande.

Este cese bilateral de fuegos entre el Gobierno y el ELN, que termina en menos de 30 días, sucede en medio de un país al que mayoritariamente no le interesa si el proceso termina o tiene continuidad.

Como parte de las reflexiones de navidad y los propósitos de año nuevo debemos incluir uno para que los enardecidos se aquieten y se fortalezca la línea de negociación adoptada por el presidente.

Abandonar la mesa no es una opción.

Luego de ver la transformación de las Farc para la disputa política institucional y sentir los beneficios de su desarme definitivo, es torpe pensar en una solución armada con el ELN.

La obligación de este Gobierno y de la ciudadanía de hoy es superar la historia de violencia y antidemocracia que ha impedido construir una sola nación.

Adenda: Algunos apostaron que hablar de paz en el debate electoral era papel quemado. Sin embargo, los candidatos presidenciales no podrán evadir: ¿qué hacer con el ELN?, ¿qué con las iniciativas frente a los narcos de todos los pelambres? y ¿qué con la implementación del acuerdo con las Farc?

@alvarojimenezmi
ajimillan@gmail.com

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