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José Miguel Santamaría Uribe

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Quieren suicidar la Constitución

Según los últimos datos, sin conocer otras entidades que no se han revisado, el monto de la corrupción en el Gobierno iba en cinco billones de pesos, dato absolutamente asqueroso.

José Miguel Santamaría
7 de junio de 2024

Afortunadamente, para los colombianos, Petro no ha logrado sacar adelante ninguno de los cambios relevantes que se ha propuesto. No ha sido tanto porque la oposición haya hecho una buena labor, que en algo ha colaborado, sino más bien por la ignorancia e ineficacia del mismo gobierno y sus partidos afectos.

El gobierno del cambio ha logrado tener el equipo de inexpertos e ineptos más grande de la historia. Quienes lo integran son, en su mayoría, activistas sin experiencia administrativa. Ni los ministros se salvan. Lo peor es que cada vez que cambia a un ministro, logra poner a alguien peor. Si esto fuera un equipo de fútbol, podrían tener al mejor técnico del mundo, a Angelotti, que no es el caso, y perdería todos los partidos por goleada.

Es aterrador que las grandes reformas, como la pensional o la de la salud, fueran presentadas sin aval fiscal. El Ministerio de Hacienda se hace el de las gafas oscuras, porque sabe que para ninguna de estas reformas hay recursos. Al Ejecutivo no le importa. Como buen gobierno progresista, piensa que la plata llega porque llega, así sea emitiendo billetes o chamboneando de manera que termine emitiendo más deuda para cubrir los desfases. Para el Gobierno, la regla fiscal no importa.

Ahora, en esta telenovela viene cómo piensan torcerle el cuello a la Constitución para mantenerse en el poder. Para eso se consiguieron a dos de las personas menos queridas por los colombianos. Por un lado, Álvaro Leyva, antiguo godo que ha fungido más como miembro de la guerrilla que del establecimiento las últimas décadas, y Luis Eduardo Montealegre, exfiscal, tal vez el más malo de la historia y sobre el que pesan más actos de corrupción durante su gestión, no más recordar los contratos con la señora Tocarruncho o la Universidad de la Fiscalía, en la que se gastó millones de pesos y hoy no hay nada.

Según los últimos datos, sin conocer otras entidades que no se han revisado, el monto de la corrupción en el Gobierno iba en cinco billones de pesos, dato absolutamente asqueroso. Hasta eso lo hacen mal. Parecen insaciables. No quieren dejar nada. Esperemos que la fiscal Buitrago llegue lo más pronto posible de vacaciones para iniciar las investigaciones pertinentes que tienen suficientes pruebas y testigos ávidos de principios de oportunidad.

México nos deja una lección. López Obrador eligió a su candidata después de hacer un gobierno muy mediocre. Esto es un mal síntoma de lo que nos podría pasar en Colombia. Petro, sin tener ningún candidato viable, podría ganar en 2026 con los recursos del Estado, y la corrupción puede mantenerse en el poder por años. El chavismo lleva más de 25 años en Venezuela.

Tampoco es claro si estamos preparados para recuperar el poder. Para qué hacerlo, si es para entregárselo a los politiqueros y corruptos de siempre (por ellos ganó Petro las elecciones); tenemos que pensar cómo manejar el país de manera diferente. Son los mismos que se van entregando al mejor postor, a cambio de contratos y clientela.

Son muchos los análisis y reflexiones que debemos hacer si al final sí hay elecciones en 2026.

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