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Resultados elecciones presidenciales: hacia un acuerdo sobre lo fundamental

Segunda vuelta, en paz con 53% participación, aceptados resultados. Ganó oposición al gobierno sobre oposición al sistema. Petro redujo diferencia en 379 mil votos. Gran derrotado el gobierno. Votos no marcados y nulos. Nuevo panorama político dividido entre conservadores y críticos. Partidos fraccionados e incongruentes. Oposición personalista y neopopulista. Superar la polarización y hacer oposición sin socavar propiedad y empresa. Se debe buscar acuerdo sobre lo fundamental. “O cambiamos o nos cambian”.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
19 de junio de 2018

¿Qué ocurrió en las pasadas elecciones presidenciales de 17 de junio?

Las elecciones se celebraron en paz, participaron más del 53%, aunque unos 120 mil votantes menos que en primera vuelta, el candidato vencido aceptó los resultados, y la Registraduría realizó el preconteo con gran celeridad.

Ganó el candidato de la oposición al gobierno, Iván Duque con 53,98%, frente al candidato de oposición al sistema, Gustavo Petro con 41,81%, la alternativa del voto en blanco obtuvo 4,2%, ligeramente por encima de la tendencia histórica. Respecto a la primera vuelta, Petro redujo la diferencia con Duque en más de 379 mil votos. El gran derrotado, el gobierno porque también representa al sistema.

Es curioso que se registren más de 56 mil votos no marcados y cerca de 240 mil nulos; tal vez, algunos indecisos que no optaron por el voto en blanco, otros que protestaron con palabras o signos en la tarjeta electoral, y quizá muchos que por ignorancia no supieron expresar su voluntad. La abstención sigue siendo alta, probablemente por falta de una mejor cultura política y por deficiencias en la depuración del censo electoral donde subsisten muertos, inhabilitados y personas en el exterior.

El nuevo panorama político presenta un país dividido entre un mayoritario sector conservador y otro más reducido pero significativo que critica la clase política por corrupción y nepotismo, demanda el cambio, y tolera la subversión socialista.

Los partidos tradicionales, liberal y conservador, quedaron divididos y desdibujados; el partido de la U quedó huérfano y en contradicción. La dirigencia está bajo sospechas de ineficiencia y corrupción. También el Polo y la Alianza Verde resultaron fraccionados e incongruentes. Solamente, el Centro Democrático mostró disciplina, consistencia, junto con la escogencia democrática de su candidato y formula vicepresidencial.

La oposición, igualmente aquejada por los personalismos, acude al neopopulismo en el sentido de conectar con las bases ciudadanas al estilo de Perón o Gaitán, revindicar las minorías sexuales y los movimientos ecologistas, rechazar el sistema capitalista global y retornar a las recetas proteccionistas de la Cepal, que se resisten al libre comercio.

En buena hora, el presidente electo propone trabajar por superar la polarización y por encontrar las bases para el esfuerzo conjunto. Es cierto, que se requiere de oposición y critica constructiva, más allá de las descalificaciones personales, con debates conceptuales, sin socavar los pilares esenciales de la democracia, como la libertad, la propiedad y la empresa privada. Es el momento de buscar un acuerdo sobre lo fundamental, sobre todo en materia económica, de manera que permita la contradicción política y la alternancia en el poder, sin poner en riesgo el crecimiento económico, el empleo y la competencia.

Como bien dijo el entonces presidente del Congreso, Fabio Valencia Cossio: “O cambiamos o nos cambian” y si ese momento llega que no sean espontáneos con experimentos ingenuos e inciertos, que den al traste con lo mucho que hemos avanzado.