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¡Sálvese quien pueda!

Qué pandemia ni qué ocho cuartos. Sálvese quien pueda es lo que hay.

Álvaro Jiménez M, Álvaro Jiménez M
7 de abril de 2020

 Circulan en las redes muchas frases sobre solidaridad y apoyo mutuo por estos días y también, es verdad, se multiplican expresiones individuales y colectivas de ciudadanos que buscan ayudar en las dificultades que trae la cuarentena a los grupos más vulnerables en el país y en el mundo. 

Es claro también que las actitudes individuales -totalmente elogiables- son insuficientes para abordar la expansión de la pandemia, sus consecuencias actuales y la fragilidad sobre el futuro. 

Los gobiernos, esto es el liderazgo de las naciones, salvo muy pocas excepciones están en la lógica del ¡sálvese quien pueda! y de seguir así, esta conducta será el factor dominante al interior de cada país, pues el ejemplo de los gobernantes será reproducido por sus ciudadanos. 

¡Sálvese quien pueda! es la rapiña billete en mano -como en las compras de pánico- mediante la que los países poderosos acumulan para su sociedad pruebas, respiradores mecánicos, reactivos, mascarillas N95, y todos los insumos que permiten hacer frente a la pandemia.

¡Sálvese quien pueda! es la noticia del otrora líder global Estados Unidos, confiscando equipos en Turquía, evitando que lleguen a Francia y este país haciendo lo mismo en sus puertos afectando a otros países de Europa (ver

¡Sálvese quien pueda! es la respuesta individual de cada Estado y la debilidad de un sistema internacional con la ONU a la cabeza para tomar decisiones globales.

En este lado del mundo la preocupación principal de la organización regional, la Organización de Estados Americanos (OEA) el 20 de marzo era reelegir a su secretario general y la de este, respaldar la nueva estrategia de los Estados Unidos contra Venezuela que es declarado ahora como el país número 1 en el tráfico de cocaína del mundo, por encima de Colombia y de México. 

A Pablo Escobar lo reemplazó en este negocio el Chapo, y al Chapo Guzmán, dicen los norteamericanos: Nicolás Maduro. 

Qué Pandemia ni qué ocho cuartos. Sálvese quien pueda. Es lo que hay. En estos días de cuarentena también abundan los análisis sobre salud y economía. 

En uno de los tantos, este promovido por la revista Dinero, hay una pregunta de empresarios antioqueños a Juan Ricardo Ortega -ahora columnista de Semana en el espacio de Daniel Coronell- sobre la oportunidad de negocio que significaría la caída del Gobierno de Maduro. La respuesta es precisa: allí hay una oportunidad para EPM, empresas de infraestructura etc. (Ver del minuto1:47:47 a 2:13:35)

Se asemeja bastante al ¡sálvese quien pueda! porque la preocupación por la crisis humanitaria de los venezolanos pasa a un segundo plano ante el “vellocino de oro” que le representa a algunos el crecimiento potencial de sus arcas e inversiones en el país vecino. Venezuela ahora es representada la mayoría de las veces como el monstruo para asustar; y otras como la doncella deseada en el cuento de Barba Azul.

En el municipio de Puerto Asís, Putumayo hay erradicación forzada de cultivos de coca en tiempos de Pandemia; en Bojayá hay combates entre el ELN y el Clan del Golfo; dos mutilados por minas antipersonal en tres días en el Catatumbo y Putumayo; asesinatos de líderes sociales con niños incluidos; asesinatos de indígenas y excombatientes venidos a la paz. La violencia no sabe de pandemias 

El ¡sálvese quien pueda! deja más muertos que recuperados. Da cuenta de la precariedad humana y todo indica que será lo dominante en poco tiempo si tenemos en cuenta las reacciones agresivas frente a la ubicación de población vulnerable en espacios públicos de algunos barrios de Bogotá o la actitud frente a personal sanitario de hospitales, ambulancias etc. 

Es la dominancia repetida de discursos de miedo frente a los distintos y empobrecidos llámense habitantes de calle, lesbianas, prostitutas, ciudadanos de origen venezolano o simplemente pobres de cualquier nacionalidad. 

No existe solidez en el liderazgo nacional para la complejidad en la que nos estamos adentrando. Tampoco en todos los liderazgos regionales. 

Estamos frente al mayor reto humano en tiempos en los que la humanidad está ausente. 

El recogimiento en las casas para quienes las tenemos podría ser el reinicio de una voluntad y actitud compasiva, pero se requiere el ejemplo de liderazgos nacionales y globales. ¿Lo tendrán en Brasil con Bolsonaro? ¿En Estados Unidos con Trump? ¿En Colombia lo tendremos aupando la enemistad y el odio frente al contrario y permaneciendo en las múltiples guerras? El tiempo del ¡sálvese quien pueda! dominará la etapa de la pandemia como condición inevitable. 

Ya veremos qué podremos o podrán ir construyendo después.

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