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Señales de cambio

En Colombia, la covid-19 puso el dedo en la llaga de nuestras desigualdades, la pobreza y la falta de condiciones de vida digna para gran parte de la población.

Camilo Granada, Camilo Granada
1 de julio de 2020

El pasado domingo tuvieron lugar las primeras elecciones pospandemia en una democracia occidental: las elecciones municipales en Francia. Los sorprendentes resultados podrían ser una primera señal de los cambios que veremos en la agenda política global tras la crisis de la covid-19. 

La victoria de los verdes fue contundente. Se tomaron el poder en las principales ciudades galas. Se quedaron con las alcaldías de Lyon, Burdeos, y Estrasburgo, entre otras. Adicionalmente, en una nueva alianza con el partido socialista, gobernarán también en París y en Marsella. Se configura así un nuevo centro, más progresista y ecologista, y de donde saldrá probablemente el principal contendor de Emmanuel Macron para las presidenciales de 2022. Las encuestas muestran que esta victoria se explica por el impacto de la epidemia y su relación –a ojos de los electores– con las críticas a un modelo económico, de vida y de consumo que pone en riesgo el ecosistema y el equilibrio planetario. 

Reconociendo la magnitud de la victoria ecológica y el riesgo que supone para su proyecto de reelección, Macron reaccionó inmediatamente, comprometiéndose con una agenda de reformas para promover un crecimiento más sostenible. Lo hizo además, retomando la otra bandera de los verdes: la participación ciudadana y la concertación. De hecho, el paquete de reformas anunciado por el presidente francés se basa en las propuestas que hicieron un grupo de 150 ciudadanos escogidos al azar, en una muestra representativa del país y asesorados por expertos. Es un ejercicio inédito de participación no basada en la militancia sino en el ciudadano de base.

El mensaje es claro. Las prioridades deben dejar de reflejar lo urgente para abordar lo importante. La dictadura del corto plazo ha marcado la política durante demasiado tiempo y es necesario pensar –en serio—en la próxima generación y no en la próxima elección.

Es demasiado temprano para asumir este resultado específico en Francia, como la marca del advenimiento de una nueva visión de la política. Pero es claro que la pandemia y su nefasto impacto sobre la salud, la sociedad y la economía van a redibujar los elementos centrales alrededor de los cuales se definirá la política en muchos países.

En Estados Unidos, Trump ha venido consistentemente perdiendo popularidad e intención de voto para las elecciones presidenciales de noviembre de este año. Las encuestas muestran que más que un gran entusiasmo por su contendor, el demócrata Joseph Biden, la ciudadanía le reprocha sus prioridades. Lo castiga por su incapacidad para priorizar la salud en tiempos de pandemia y su absoluta falta de entendimiento de las heridas abiertas que el racismo inveterado produce en la sociedad estadounidense. El tema ecológico y la transformación del modelo económico y de consumo han sido abanderados por el ala más progresista del partido demócrata, con figuras jóvenes como Alexandria Ocasio-Cortez, y su propuesta de un Nuevo Pacto Verde. Habrá que ver qué tanto de esa agenda ambientalista retoma el candidato Biden y qué tanto pesará ese elemento en los debates y en la decisión de los votantes en noviembre.

En Colombia, la covid-19 puso el dedo en la llaga de nuestras desigualdades, la pobreza y la falta de condiciones de vida digna para gran parte de la población. La cifra de desempleo publicada el martes por el Dane (21,4 por ciento, casi el doble de la del año pasado) es una señal de alarma gravísima que anuncia un retroceso sin parangón en la historia económica y social del país. La población que vive en la pobreza puede fácilmente duplicarse, y volver a pasar la barrera del 50 por ciento.

Esta crisis debería cambiar la agenda política del país de manera radical. Pobreza y desigualdad, los temas más trascendentales de la sociedad, han ocupado un lugar secundario durante mucho tiempo por cuenta de la guerra, la violencia y el narcotráfico. La crisis debería darles la prioridad que han debido tener hace muchos años. Pero en materia de liderazgos, no se vislumbra aún nada nuevo en el panorama. Los partidos políticos –de izquierda y de derecha—brillan por su incapacidad para presentar alternativas serias y visiones claras. Todavía estamos esperando que surja un partido político, un movimiento de ideas que proponga un nuevo camino para resolver nuestros problemas endémicos. Si no aparecen, corremos el riesgo de vivir una competencia funesta entre extremos opuestos, pero con las mismas recetas de siempre.

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