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SESION SOLEMNE

Semana
17 de enero de 2000

En una verdadera premiación se ha convertido esta bisagra de milenios, este fin de centuria,
este diciembre del último año de la última década del último siglo. Hay quienes ya se han cansado de las
nominaciones que ha hecho cada revista, cada periódico, y las han hecho por cada sector de la actividad
social. Los seres humanos no dejamos de ponernos una nota, una calificación, como si pasado el tiempo
siguiéramos siendo colegiales.Toda selección, como todo premio, es arbitraria, pero consagra. He ahí el
problema. La revista Cambio delegó en los ex presidentes Alfonso López y Belisario Betancur la alegre
calificación de los personajes colombianos del siglo XX, asesorados en la mesa de jurado por el historiador
Jorge Orlando Melo.Abre portada la revista de García Márquez y de Mauricio Vargas con una bella
presentación años 40, como de la Century Fox y entra en materia. No me hubiera ocupado del tema si no
me llamara poderosamente la atención que Belisario Betancur haya dejado pasar la exclusión deliberada
de Laureano Gómez Castro, entre los 10 del secular notablato.El ex presidente López Michelsen no se
consideró impedido (como cualquier Chiqui Valenzuela) para nominar a su muy ilustre progenitor, el presidente
Alfonso López entre los 10 notables. Y a fe que ocupa lugar preeminente. Más aún, a juicio de este
columnista, es con Laureano, en lo político, el binomio indiscutible del siglo, seguidos a alguna distancia por
Gaitán, Ospina Pérez, Santos (en razón de su periódico) y Galán (en calidad de símbolo). Pero, bueno, como
diría el mismo Belisario, no soy quién para cambiarle la plana a jurado de tanta alcurnia intelectual y
política.Sorprende la omisión en el ex presidente Betancur, porque su sanguínea juventud, cuando aún lucía
los rizos amagueños, se caracterizó por la lealtad heroica al caudillo conservador.Como periodista de La
Defensa, de Medellín, diario que fue quemado el 9 de abril, y no por hordas conservadoras, y más tarde
como político del llamado Escuadrón Suicida y del directorio de Conacción, fue de los fieles a Laureano, y se
hizo a un nombre indiscutible que lo catapultó a la precandidatura por la pura doctrina, salida directamente del
puño tembloroso de Gómez, en 1962.La grave emulación con el hijo de Laureano, pese a que Alvaro Gómez
se sometió mansamente a la convención que proclamó a Belisario Betancur para la candidatura definitiva,
pareciera haber desviado los afectos y los recuerdos del ex presidente plural-conservador.Gran pecado
histórico de Betancur fue precisamente haberle negado al mismo Alvaro Gómez la llamada paloma
presidencial, como había sido de uso entre amigos políticos y más tratándose de colombianos eminentes, de
aquellos que resultaban más nombrables que elegibles.López hizo presidentes a Echandía y a Lozano;
Valencia a Montalvo; Pastrana a Rafael Azuero; López Michelsen a su amigo Indalecio Liévano; Turbay,
quien ya había sido presidente por pocos días (gracias, según creo, a Lleras Restrepo), cuando lo fue en
propiedad, le dio la oportunidad a Víctor Mosquera. Como Samper a Lemos, y éste no la dejó pasar.Se
interrumpió la serie en Betancur, por la que yo presumo su enconada antipatía hacia Alvaro Gómez, quien a la
sazón era el designado y calificaba a todas luces para rematar con la banda del 'Mono Jojoy' (Dios mío, no,
por cierto, con esa) una larga carrera pública, en la cual no ejerció cargo alguno, sólo la preeminencia.
Ya es posible afirmar esto sin pasión y con pocas discrepancias.Hoy las antipatías de Betancur, tan bien
escondidas en su afectuoso trato, tocaron al propio jefe epónimo, su propio jefe y de medio país en su
tiempo. Destacar a Suárez y a López Pumarejo y no hacer lo propio con quien tuvo la capacidad oratoria y
de liderazgo para hacerlos trepidar en el poder supremo, es dejar muy desequilibrada la historia.Por culpa de
actitudes como la de Betancur, que en esta selección, como digo baladí pero consagratoria, prefirió a don
Marco y a Reyes (dictatorial y fusilero) y al doctor Pata-rroyo y a María Cano (como mujer precursora de
algo que habría de venir, cuando llegara la hora de la mujer, que todavía espera), preferirlos, digo, a la
celebridad, a la imponencia personal, al dominio público, que en su momento tuvo Laureano Gómez, es
regalarle más historia al Partido Liberal, como obsequio navideño y cariñoso detalle de milenio.Eduardo
Santos era también imprescindible, y por supuesto fue escogido, porque El Tiempo es todo un imperio y
López y Betancur han sido, además, colaboradores de ese periódico, gran obra del ex presidente Santos,
y la de más larga influencia, mucho más importante que su discreto paso por el poder, en tiempos de la
segunda guerra, con todo y campos de concentración en Fusagasugá para sencillos ciudadanos
alemanes, tenidos por nazisCasualmente, el primer hombre que escribió contra Hitler, en Colombia, en 1934,
fue Laureano Gómez, hoy desfigurada su imagen histórica por causa del imperio informativo de sus
enemigos políticos, que ni siquiera registraron su ascenso al poder en 1950.

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