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Solos o mal acompañados

La oposición al uribismo no puede venir de los uribistas arrepentidos o tránsfugas. De manera que sólo puede venir de la izquierda.

Antonio Caballero
26 de septiembre de 2009

En la consulta de hoy no se trata de escoger un candidato a presidente. Ese ya está escogido, autoescogido, y es Álvaro Uribe, que ahí está y ahí se queda, con el gringo ahí y con el megabanquero Luis Carlos Sarmiento ahí. Uribe seguirá ahí con referendo o sin referendo, por las buenas o por las malas, con fraude o sin necesidad de fraude, con el voto comprado o con el voto amarrado, con el voto del miedo y el voto de las armas, el voto del trago, el de los buses, el voto de los parapolíticos desde las cárceles y el de los yidispolíticos desde las notarías y el de los muertos desde los cementerios. Uribe se hará reelegir porque cualquier candidato uribista que no sea el propio Uribe es derrotable, y eso los saben todos, empezando por Uribe (y por el gringo y por el banquero). El cual Uribe, además, quiere quedarse. De modo que se queda.

Por eso en la consulta de hoy no se trata de escoger un gobernante. Se trata de escoger una oposición. Para cuando se caiga Uribe.

Esa oposición sólo puede ser la izquierda, por supuesto. Todo lo demás es lo mismo que Uribe: no puede ser oposición, aunque haga críticas. Uribe es simplemente el fruto último de todo lo demás, que es lo que ha hecho invivible este país en que vivimos. Uribe y el uribismo, y el ex uribismo y el para-uribismo, se criaron a los pechos y mamaron de la leche del neoliberalismo, adoptado con igual entusiasmo por los liberales y los conservadores, y de la violencia, practicada por igual por ambos. La oposición al uribismo no puede venir de los uribistas arrepentidos o tránsfugas. De manera que sólo puede venir de la izquierda.

¿Qué izquierda? La de siempre, con todos sus viejos vicios y sus rencillas internas (por otra parte necesarias: una izquierda monolítica no es izquierda). La izquierda que, dividida como siempre, presenta a la consulta de hoy dos candidatos.

Uno es Gustavo Petro, ex militante del M 19, joven político ambicioso y excelente parlamentario del Polo Democrático Alternativo. Petro propone una alianza con todo eso que mencioné más arriba: los distintos matices del uribismo preuribista, uribista y posuribista. Propone "un gran frente democrático" con un candidato único para la primera vuelta de las elecciones presidenciales que sería escogido "en una consulta interpartidista". O sea, propone lo mismo que ha propuesto siempre la izquierda vergonzante, y así le ha ido: colgarse de los faldones de una "personalidad democrática" más o menos disidente del Partido Liberal o del Conservador, del MRL de López Michelsen o de la Anapo de Rojas Pinilla. A Petro la derecha uribista -o ex uribista, etcétera- lo aplaude: qué buen muchacho, cómo se ha moderado; lo tendremos en cuenta para cuando quede vacante una embajada.

El otro es Carlos Gaviria, político de vocación tardía, ex magistrado, ex exiliado, ex candidato presidencial por el Polo Democrático Alternativo en 2006, derrotado por Uribe pero obteniendo los mejores resultados de la izquierda colombiana en toda su historia y superando a la "personalidad democrática" de turno, el liberal "de izquierda" Horacio Serpa, luego embajador uribista. Gaviria propone que la izquierda vaya con candidato y programa propios a la primera vuelta presidencial del 2010, sobre la idea de que más vale ir solo que mal acompañado (y así se demostró en 2006). No descarta "alianzas programáticas" para la segunda vuelta. Pero como no la habrá, dado que Uribe será el candidato uribista y ganará en la primera, eso no tiene importancia. Lo que importa es que la izquierda civilista podrá mostrar sus propias fuerzas, que son las únicas con las que puede contar.

A Carlos Gaviria la derecha uribista -y la ex uribista, etcétera- lo tilda de sectario. Y entre un candidato aplaudido por la derecha por su "moderación", como es Petro, y uno criticado por esa misma derecha por su "extremismo", me parece que el que debe escoger la izquierda es el segundo. Es decir, el de izquierda.

De modo que creo que en la consulta de hoy se debe votar por Carlos Gaviria. Y es lo que voy a hacer.