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¿Tendrá la séptima su TransMilenio?

Juan Carlos Flórez le recuerda al alcalde de Bogotá Lucho Garzón su promesa de continuar con la troncal por la cada vez más deteriorada carrera séptima.

Semana
29 de julio de 2006

El miércoles 29 de diciembre de 2004, en las horas de la mañana, el alcalde Garzón, acompañado de los gerentes de TrasMilenio y el IDU de entonces, Astrid Martínez y Carlos Iván Gutiérrez, le anunció a la ciudad que en julio del 2006 arrancarían las obras de la fase III de TransMilenio. Según el comunicado de la alcaldía, “las obras comprenderán troncales por la calle 26, las carreras 10 y 7 y la Avenida Boyacá, de acuerdo con lo establecido en el Plan de Desarrollo y lo estipulado en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT)”. Pero el alcalde Garzón fue aun más enfático cuando dijo: “La Fase III está muy ligada a lo que yo dije en campaña, el sistema en mi opinión para países como el nuestro que no pueden hacer metro, es casi la única opción. Siempre he dicho que en las cosas buenas de la ciudad, no hay por qué determinar ruptura. En calidad de transporte y de costos, se debe darles continuidad. Por eso terminaremos la Fase II e iniciaremos la Fase III para sostener el Sistema y hacerlo visible. Así está contemplado en el Plan de Desarrollo”. (Ver el comunicado en: http://www.bogota.gov.co/imgalcalde/LeG.doc)

‘To be or not to be’

Por todo lo anterior sorprende que en la actual edición de SEMANA, el gobierno bogotano aparezca dudando acerca de la construcción o no de la troncal de la séptima. Según el articulo Midiendo calles, Garzón “deberá tomar la decisión de si hace o no el TransMilenio por la carrera séptima.”

Es bueno recordar que la idea de construir dicha troncal se vio amenazada hace ya dos años, por la presiones de los grandes cacaos del transporte, muchos de los cuales son adversarios de TransMilenio y quienes querían que esa vía les fuera entregada en exclusividad a ellos. Una suerte de concesión que les permitiría continuar mangoneando el grueso de las rutas. En la prensa de aquel entonces, se habló del intenso cabildeo al que los transportadores sometían a la Secretaría de Tránsito, con el apoyo de importantes miembros de la clase política local. Fue entonces cuando el alcalde cerró la puerta a la resistencia contra TransMilenio, por parte de sectores del Polo Democrático y anunció su respaldo a la construcción de troncales por la 26, la séptima y la décima.

Y para que no quedara ninguna duda, medio año después, la gerente de TransMilenio escribió en un editorial, “actualmente se avanza en la finalización de las troncales NQS y Suba, contempladas en la fase II; y en los estudios de prediseños de la fase III, para lo cual se definieron los corredores de la calle 26 y las carreras décima y séptima, desde la calle 34 sur hasta la calle 72. El compromiso de la administración distrital con el proyecto es contundente y así lo reflejan las metas del Plan de Desarrollo, plasmado en el Acuerdo 119 de 2004, en el que se propone la construcción de otros 20 kilómetros carril de vías troncales, que corresponde a la fase III y que incluye el espacio público peatonal.”
http://www.bogota.gov.co/editorial/treintaicinco.htm

Autódromo de la guerra del centavo o troncal

En la séptima, hay 49,65 microgramos por metro cúbico de material particulado (hollín, polvo y humo de los carros). En la Caracas, 24,64. En otro punto de la ciudad, la calle 200 con autopista Norte, donde el aire es más limpio, la concentración es de 8,80. Así lo señala una tesis de grado realizada por Mónica Espinosa en la Universidad de los Andes reseñada en El Tiempo, en febrero 10 de 2006. Y la conclusión es evidente para quienes viven y utilizan la carrera séptima. Esta vía se ha deteriorado vertiginosamente en los últimos años. Cerca de 100 rutas de transporte público la recorren y es sitio de paso forzado para miles de carros y transporte de carga.
 
Y mientras la Caracas, la 80, la autopista, las Américas, han renacido gracias a TransMilenio, la séptima es una vía moribunda, que evidencia el daño ambiental y económico que le hace a la ciudad la incapacidad del transporte público de reformarse a sí mismo. Decenas de buses van vacíos, contaminando la ciudad y transfiriéndoles a nuestros bolsillos, el costo de la sobreoferta que solo beneficia a los cacaos transportadores.

Con TransMilenio y con un uso más racional del carro, la vida en los bordes de esta vía renacería. Claro, no podrá ser una autopista con el ancho de las Américas o la 26 y su diseño y el de las estaciones deberá adaptarse a la estrechez de esa arteria. Eso sí, es indudable que tendrá un tráfico más ordenado, valorizará las propiedades en sus orillas y mejorará el entorno ambiental, hoy totalmente contaminado.
TransMilenio no es la panacea contra todos los problemas del transporte. Es solo un componente de un futuro sistema integrado que debe comprender otras formas de transporte masivo y colectivo. Pero la séptima no puede seguir siendo un autódromo para la guerra del centavo, con sus enormes costos ambientales y sociales. Hay que confiar en que el alcalde Garzón cumplirá la promesa que hizo esa mañana del miércoles 29 de diciembre de 2004.

*Historiador, experto en asuntos de ciudad







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