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Opinión

Una reforma tributaria innecesaria

El presidente Petro y todas las personas que ocupan altos cargos en el Estado están a tiempo de rendirle públicamente cuentas a la población.

Angelino Garzón
4 de septiembre de 2025

Considero que el proyecto de reforma tributaria, presentado el 1.º de septiembre por el Gobierno nacional, a través de su ministro de Hacienda, al Congreso de la República, con el cual aspiran a recaudar nuevos recursos económicos por valor aproximado de 26,3 billones de pesos, es innecesario porque, sencillamente, las personas ya no aguantamos más impuestos en Colombia y porque es totalmente contraproducente para el propio Gobierno, mucho más cuando solo le quedan once meses para terminar su mandato constitucional.

Por mi experiencia a nivel regional, nacional e internacional en asuntos del Estado, considero que los gobernantes, antes de martirizar a la población con nuevos impuestos, deberían hacer una política de revisión interna que permita encontrar los mecanismos democráticos para dosificar las prioridades en el gasto público, la cual siempre debe estar acompañada de una política pública y ética de cero tolerancia con la corrupción y el despilfarro.

Por ejemplo, en el caso particular de Colombia, más allá de si se votó o no por el presidente Petro, para la gente del común es muy difícil entender que mientras el Gobierno habla de crear nuevos impuestos, lo cotidiano en algunas entidades del Estado son hechos de corrupción y de despilfarro administrativo que, de entrada, desdicen de cualquier manejo austero y transparente en el uso de los recursos públicos y de los bienes del Estado.

El presidente Petro y todas las personas que ocupan altos cargos en el Estado están a tiempo de rendirle públicamente cuentas a la población sobre los recursos públicos que se ejecutaron en cada una de las entidades del Gobierno central, lo que incluye lo relacionado con los recursos transferidos a los municipios y departamentos, sobre todo en programas de agua potable, salud, educación, cultura, deporte y en la lucha por garantizar la seguridad de la población.

No olvidemos que, en la administración de los recursos económicos y demás bienes del Estado, estos son sagrados y que los gobernantes, sean de derecha, de centro o de izquierda, tienen el deber ético de administrarlos bien, de rendir cuentas públicas sobre ellos y, sobre todo, de enseñar siempre con el ejemplo de la transparencia y de la austeridad.

De modo que mi invitación a todas las personas que están a favor o en contra del proyecto de reforma tributaria es que aprovechemos el debate para generar un gran diálogo pedagógico nacional sobre el origen de los recursos económicos, el tema de la deuda externa, los aportes económicos de las principales empresas estatales y los recursos que se destinan a los municipios y departamentos, pero, ante todo, y dado que el Estado no es fábrica para emitir billetes, saber públicamente que los gastos, en ningún momento, pueden estar por encima de los ingresos.

En ese propósito democrático, pueden contribuir de manera positiva, entre otros, los medios de comunicación, las cámaras de comercio, la academia y, en fin, todas las personas que tenemos conciencia de que la mejor herencia cultural que podemos dejar a las próximas generaciones de colombianos y colombianas, lo mismo que a la comunidad internacional, es que los recursos y los bienes públicos, que son sagrados, deben siempre administrarse de manera transparente y eficiente.

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