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UNA PAUSA EN EL DEPORTE

Semana
25 de octubre de 1982

JULIO NIETO BERNAL, economísta abogado y periodista de reconocida trayectoria, se encargará de la Dirección de Coldeportes y éstas son las primeras consideraciones públicas que hace de la labor que va a desarrollar.
Si se contabilizaran el espacio de los periódicos y el tiempo de radio que en Colombia se le dedica a informar sobre el deporte, sería de esperar que el país fuera lo que se conoce en el medio como una "potencia". Penosamente, ocurre todo lo contrario. A más información, menos claridad.
Lo que podría ser un estímuló para practicar la actividad del músculo, conduce a largos e interminables debates, a la relación de conflictos, a un enfrentamiento de todos contra todos, en aras de la necesidad de llenar tanto papel y tanta onda hertziana disponibles. Por eso, cuado debo asumir las funciones de director de Coldeportes, me parece prudente establecer unas cuantas prioridades y luego de mirar el pasado y de prospectar el futuro, tomarse una necesaria pausa para decantar toda esta atmósfera cargada de contradícciones y diferencias.
Por eso, mis primeras palabras a quienes gentilmente me han preguntado qué me propongo hacer en la entidad coordinadora del deporte, han sido para parafrasear al presidente de la República al decir que "le declaro la paz al deporte colombiano". Porque así, como en un campo más amplio, como el de la seguridad del Estado, se busca el consenso de sectores muchos de ellos enfrentados en busca de ideales comunes, la paz en el deporte consistirá en despejar las sombras que ahora empobrecen una actividad socializadora sin precedentes como el deporte.
Una pausa en el camino, implica que no se harán juicios recriminatorios. Se corregirá con la mira en el porvenir o se cambiará tomando en cuenta las actuales circunstancias y los lineamientos trazados por la nueva Administración de reordenar los aspectos claves de la vida nacional. Se parte del supuesto de que el exceso en que hemos caído tanto en el debate como en la conducción del deporte, es fruto de un entusiasmo generalizado que hay que saber encauzar.
No le toca a Coldeportes, como se piensa, descansar sobre sus hombros la responsabilidad entera de la actividad deportiva. Le cabe ante todo ser el eje en torno del cual se muevan los interesados, distar unas pautas, advertir sobre las imposibilidades, cuidar que los presupuestos no se malgasten, que no haya canchas sin deportistas y viceversa .
Pero al lado de lo que puede ser una aproximación filosófica, hay una realidad palpable. Pese al entusiasmo y la buena fe de los directores anteriores de Coldeportes, al cabo de quince años su estructura parece inadecuada, su vida jurídica está en peligro. Su organización interna no responde a las nuevas modalidades y nuevos retos. Deberá acometerse sin demoras un estudio a fondo de la estructura administrativa y de ser ello posible buscar un nuevo marco legal. Lo que la administración Lleras, con su ministro Arismendi plasmó en decretos fue muy bueno para su época, pero ahora resulta que hay una discrepancia entre lo que puede hacer la cabeza del deporte y lo que hacen sus delegados regionales.
Finalmente y de ninguna manera conclusiva, hay toda una problemática sobre temas espinosos, sobre la predominancia del deporte aficionado enfrente de la inevitable profesionalización de la actividad.
Acerca del papel de las Federaciones. De las canchas como anzuelo para captar favores electorales. De la apariencia física y mental del deportista. De la coordinación entre los sectores interesados. Como en la mayoría de los juegos, me parece que el nuevo enfoque se merece también un intermedio para arrancar el segundo tiempo, con todo el brío necesario.

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