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Uribe: ¿Estratega o político?

El nuevo gobierno inicia sus labores el próximo siete de agosto y frente a este reto se comienzan a producir muchos interrogantes. Pero el que mas llama la atención es el de como actuará el Presidente Uribe Vélez en ejercicio del poder: ¿será un político o un estratega?

Semana
5 de agosto de 2002

El nuevo gobierno inicia sus labores el próximo siete de agosto y frente a este reto se comienzan a producir muchos interrogantes. Pero el que mas llama la atención es el de como actuará el Presidente Uribe Vélez en ejercicio del poder: ¿será un político o un estratega?

Veamos. Durante su meteórica y estratégica campaña, recordemos que en enero de este año estaba en el 9% de intención de voto, y luego de una coherencia absoluta entre lo que ha sido él como actor público en su región y en el país, y su mensaje proselitista y, también, gracias a las débiles acciones del gobierno Pastrana frente al proceso de paz con las FARC, la ascendencia de la propuesta del líder del Movimiento Primero Colombia se hizo evidente, claro, bajo unos lineamientos tácticos que fueron impuestos única y exclusivamente por el entonces candidato Uribe.

Aquí se hace evidente la faceta fría y resultadista del hoy presidente. Su mensaje fue controlado desde él y por él absolutamente. Su postura enteramente conservadora desde la orilla liberal, la proclividad por resaltar lo positivo y soslayar lo negativo y lo estratégico frente a la coyuntura del día a día, hicieron que su idea de gobierno con autoridad se posara en la mente de la mayoría de los colombianos para no salirse jamás. Contrario censo, Horacio Serpa, su rival de entonces, se quedó con lo político pues a través de su propuesta siempre pensó cohesionar la sociedad y los intereses de ésta por medio de un Compromiso Social que entrelazara los problemas y sus soluciones directamente con los implicados y , no como Uribe, que utilizó los medios de la técnica política, en todas sus expresiones para enviar su controlado mensaje y garantizar de esta forma la "mayoría diaria".

Colombia tiene un ejemplo en materia de pensadores tácticos en la política. El caso mas reciente, en materia presidencial, fue el de César Gaviria cuando popularizó la tecnificación de los procesos electores en nuestro país, y donde se vio que para un ganador contundente, como lo fue el hoy secretario general de la Organización de Estados Americanos, debía aplicar conceptos modernos que le permitiera tener el poder de persuasión suficiente para que la opinión pública le sirviera de soporte ante un sinnúmero de importantes reformas que el gobierno del "revolcón" impulsaba. Pero el mismo ex presidente consolidó, a la hora de gobernar, una coalición política amplia y sólida que le permitió ejercer su mandato de forma normal y tener gobernabilidad suficiente para cumplir con su proyecto de campaña.

De esta manera podemos apreciar que una cosa va del candidato al presidente. Pero en el caso de Uribe y luego de ver los pasos que esta dando, pareciera que su posición metodológica al momento de actuar al mando del país tiende a ratificar su mentalidad estratégica por encima de la política. La composición de su gabinete eminentemente "neoindependiente", despegado de las tradicionales casas políticas presidenciales y de los nexos parlamentarios; el hecho de estar proponiendo la disminución del congreso y su consabida revocatoria; la defensa de su ministro de Interior y Justicia; así como la serie de propuestas que tiene su proyecto de reforma constitucional tendería a pensarse que el hombre de pensamiento planificado esta ganando la batalla frente al hommus político.

En Colombia hay solamente dos ejemplos con los cuales se pudiera establecer una comparación con los propósitos del estilo Uribe: el primer Mockus y Peñalosa. Antanas Mockus, o el primer Mockus, fue fiel a su intelectualmente estratégica forma del quehacer público. La que como desconocido en la escena política colombiana y particularmente bogotana, lo hiciera favorecedor en los guarismos electorales. Ya en el ejercicio de su alcaldía potenció aun mas su estilo y se casó definitivamente con una nueva forma de hacer política y , como laboratorio político a fe que lo logró, aunque mas por lo novedoso que por lo efectivo pues tres años después volvió con un esquema similar y las frustraciones están viéndose a su paso.

Enrique Peñalosa, al contrario, conjugó lo estratégico con lo político. Fue un burgomaestre que no hipotecó su prestigio a las ardides del Concejo distrital, pero no le dio la espalda al órgano de representación popular de la capital del país, y lo hizo bajo la premisa de que su proyecto no era negociable, con lo cual los debates de proyectos y de intereses se supieron negociar sobre la base de una conveniencia pública con la participación activa de los concejales que supieron entender las necesidades de la ciudad y de su mandatario. Gobernar es producir hechos de conveniencia pública de forma eficaz y transparente.

El nuevo presidente tiene un reto: saber definir su forma de gobernar un país disímil y con múltiples problemas que exigen soluciones inaplazables. Si Uribe lo sabe, como lo sabemos todos, tendrá la capacidad de ejercer el poder de forma conveniente y eficiente, de lo contrario los asuntos del gobierno pueden desbordar lo estratégico y ya será demasiado tarde para lo político. Remember Pastrana.

* Analista Político. Periodista y Máster en Políticas Públicas.