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¿Así o más vergonzoso?

Hay vida fuera del fango de la política. Pero hay momentos en los que los congresistas se superan a sí mismos en mezquindad y bajeza, como esta semana con el circo decadente de la votación para las circunscripciones especiales para la paz.

Ana María Ruiz Perea, Ana María Ruiz Perea
4 de diciembre de 2017

Decir que el Congreso es la mata de la corrupción y la indecencia es llover sobre mojado. Cada semana podría escribir una columna llena de adjetivos sobre lo que sucede en el Capitolio, pero patalear e indignarse no trae sino cansancio, para quien escribe y para los lectores. Más de lo mismo. Qué jartera. Nada cambia. Hay vida fuera del fango de la política. Pero hay momentos en los que los congresistas se superan a sí mismos en mezquindad y bajeza, como esta semana con el circo decadente de la votación para las circunscripciones especiales para la paz.

Empecemos por el principio. El fast track, o mecanismo expedito, respiraba sus últimas horas para sacar adelante el paquete legislativo del acuerdo de paz, y el gobierno trataba de mantener las precarias mayorías en Senado. Ya se sabía que, como lo ha hecho toda la legislatura, el Centro Democrático se apartaría, previo saboteo y dilación de la toma de decisiones. Y que se apartarían también con su oportunista oposición al acuerdo de paz, los congresistas de Cambio Radical que siguen a pie juntillas la estrategia de campaña de su jefe, el nieto delfín que ahora esconde su paternidad del partido que más parece una asociación para delinquir. Pero eso es otro asunto.

Las Circunscripciones Especiales de Paz están en el capítulo 2 de los acuerdos, y son 16 zonas geográficas que abarcan 167 municipios ubicados en 18 departamentos de Colombia, que se corresponden con las zonas más golpeadas por la guerra, las más alejadas y las más olvidadas históricamente por el Estado. Se forman bajo la idea de que si no se les meten institucionalidad a esos territorios, representación, participación, no va a haber paz; su creación supone un reconocimiento del abandono endémico y una intención del Estado de dar el primer paso para remediarlo.

Las circunscripciones que fueron pensadas para las víctimas, para los territorios, para traer al sistema político a la gente a la que el país en guerra le dio la espalda, tenían que cumplir el requisito de ser aprobadas por un Congreso deplorable y miserable que intentó robárselas, las manoseó, las tergiversó y por poco, al final casi no las aprueba. Seguramente era mucho pedir que los congresistas mostraran grandeza en este momento; a los que a pesar de todo somos optimistas, nos restregaron en la cara la realidad y con una cachetada nos gritaron que somos unos ilusos.

Juzguen ustedes. Hubo congresistas que extorsionaron al gobierno para recibir su mermelada por votar las leyes de la paz y, al final, votaron en contra de las circunscripciones. Otros argumentaron que esas curules no deberían ser para la gente, sino para los partidos. Y la tapa: los que dijeron que se corría el riego de ser “cooptadas por la ilegalidad”, como si no fueran ya suficientemente peligrosos ocupantes de esas curules parlamentarias, los tres senadores encarcelados, por concierto para delinquir, narcotráfico y asesinato (Martín Morales), enriquecimiento en el caso Odebrecht (Ñoño Elías) y comprar fallos judiciales en el “Cartel de la toga” (Musa Besaile). O los otros 10 senadores que hacen parte del llamado de la Corte Suprema de Justicia por el caso Odebrecht, una lista que es todo un dechado de transparencia e integridad: Roberto Gerlein (Partido Conservador), Manuel Guillermo Mora (Partido de la U), Iván Duque (Centro Democrático), Musa Besaile (Partido de la U), José Alfredo Gnecco (Partido de la U), Arleth Casado (Partido Liberal), Alfredo Ape Cuello (Partido Conservador), Alejandro Chacón (Partido Liberal), Antonio Guerra de la Espriella (Cambio Radical) y Ciro Rodríguez (Partido Conservador).

También argumentaron del peligro de que se colaran delincuentes en estas circunscripciones, los conservadores indisciplinados y hasta Vivianne Morales que de liberal solo tiene un aval partidista; no les ha de parecer suficientemente delincuencial lo que hizo el senador Carlos Enrique Soto, a quien este año el Consejo de Estado le decretó pérdida de investidura por mandar de paseo al extranjero a su hijo con la plata que todos los colombianos le pagamos para que contrate a sus asesores en el Congreso; o la belleza de Álvaro Ashton, el senador que habría pagado en un hotel de Barranquilla para que lo dejaran subir menores de edad a su habitación.

Y casi no aprueban las circunscripciones especiales el jueves 30 de noviembre. La escena fue patética, 7 senadores votaron en contra, 50 a favor y 42 no asistieron. La ley pasó “raspando” gracias a las sillas vacías que descuentan los 3 votos de los honorables que están encanados, ¿así o más vergonzoso? Y esto, sin entrar en detalles de los Frankestein que armaron con el texto original y que permiten prever dificultades monumentales en su implementación. Qué pena tan grande con la gente de las regiones. Qué pena con este país que aspiraba a un mejor futuro.

@anaruizpe