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Voto en Blanco

Voto es derecho básico del régimen democrático. Mayoría absoluta de votos en blanco repetiría elecciones. Reforma política modificó a mayoría simple pero Corte Constitucional volvió la mayoría absoluta. Voto en blanco es inconformidad con candidatos. Voto en blanco ha venido aumentando. ¿Conviene votar en blanco para las próximas elecciones 2018?. Hay 1.114 candidatos a Senado, 1.834 a Cámara y al menos 10 a Presidencia. Voto en blanco afectaría más a partidos tradicionales. Repetir elecciones sería más de lo mismo. Los candidatos presidenciales se hacen. Se debe cambiar el sistema presidencialista.

Juan Manuel Charry Urueña, Juan Manuel Charry Urueña
9 de enero de 2018

El voto es el derecho básico del régimen democrático, permite a los ciudadanos elegir a sus gobernantes y a sus representantes, en los niveles nacional, departamental y municipal. Así mismo, permite a los ciudadanos aprobar directamente normas constitucionales, legales y administrativas, o adoptar decisiones de transcendencia nacional. Además, la Constitución de 1991 atribuyó al voto la calidad de deber ciudadano, como un paso hacia el voto obligatorio, sin sanciones por su incumplimiento pero si concediendo incentivos para quienes lo ejerzan.

La Constitución disponía que debería repetirse la votación, por una sola vez, para corporaciones públicas, gobernadores, alcaldes o primera vuelta presidencial, cuando los votos en blancos constituyeran mayoría “absoluta” en relación con los votos válidos, La Reforma Política de 2009, modificó la disposición en cuanto a que solo se requiere mayoría simple. La Corte Constitucional, en sentencia C-490 de 2011, declaró inexequible un inciso del artículo 30 de la Ley Estatutaria 1475 del mismo año, que establecía la mayoría simple, volviendo equivocadamente la mayoría absoluta, que desconocería la reforma constitucional.

El voto en blanco es una expresión de inconformidad con los candidatos, no con el régimen democrático. En este sentido es acertado el efecto constitucional de repetir las elecciones con otros candidatos.

En las primeras vueltas presidenciales se obtuvieron en blanco, 65.116 votos en 1994, 122.439 votos en 1998, 196.116 votos en 2002, 226.297 votos en 2006, 223.977 en 2010, y 770.496 en 2014. Es claro que el voto en blanco se ha venido incrementado, lo que indica un descontento creciente respecto de la clase política.

La pregunta es ¿conviene votar en blanco en las próximas elecciones de 2018? Empecemos por señalar que se inscribieron 1.114 candidatos para Senado, 1.834 para la Cámara, y para la Presidencia habría al menos diez candidatos. Así las cosas, habría 10 o más candidatos por curul o cargo, entonces, no se trata de falta de oferta o falta de personas interesadas. Se diría que se trata de la forma o calidad de la política: campañas mediáticas, mensajes efectivistas, tendencias populistas, y por supuesto, incumplimientos programáticos.

Ahora bien, ¿votar en blanco perjudicaría o beneficiaría algunos sectores en particular? Es difícil decirlo; si las tendencias se mantienen, los partidos históricos, liberal y conservador, pierden votos; mientras que, la izquierda, Cambio Radical y los Verdes ganan adeptos. Centro Democrático aún no marca tendencia. Entonces, el voto en blanco afectaría más a los partidos tradicionales.

Un último interrogante, ¿si gana el voto en blanco, qué pasaría? Se repetirían las elecciones con otras personas. Para el caso del Congreso se reemplazarían las 2.948 personas por otras, posiblemente de similares condiciones, porque obedecen a la lógica de barones o caciques electorales regionales en el ajedrez político nacional, en otros términos, tendríamos más de lo mismo. Para el caso de las presidenciales conviene recordar una reflexión de Antonio Navarro Wolff, con ocasión de los asesinatos de varios candidatos presidenciales en 1990, decía que para las sociedades es muy dispendioso producir estadistas, requieren preparación académica, fortaleza ética, fogueo en diferentes posiciones públicas, resolver dilemas políticos y sortear toda suerte de obstáculos, de forma que no se improvisan sino que se preparan lentamente. Así las cosas, parecería que en este nutrido grupo de aspirantes presidenciales estarían la mayoría de los más preparados y que en otra primera vuelta podríamos tener a los derrotados en los procesos internos de los partidos y movimientos políticos, así como a nuevos aspirantes por firmas.

No se trata de elegir el mal menor, pero la vía para corregir la mala calidad de la política no es el voto en blanco, sino el cambio del régimen presidencialista que construye las mayorías congresionales, después de las elecciones, mediante prácticas veladas de participaciones burocráticas y los cupos indicativos de presupuesto.

En fin, todos deberíamos votar libremente por la opción que mejor nos parezca, incluso en blanco como forma de protesta. Sin embargo, la manera de mejorar la calidad de la política y atraer las mejores personas a la actividad pública es cambiando el sistema presidencial y no votando en blanco.

*Abogado Constitucionalista

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