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Responsabilidad compatida?

Semana
24 de marzo de 2009


Quienes vivimos en Bogotá, debemos pedir que las autoridades de la ciudad cumplan con su trabajo. El pensamiento general es: si pago mis impuestos tengo derecho a que estos se vean reflejados en servicios básicos con estándares de buena calidad y que sean sostenibles en el tiempo. Cuando esta expectativa no se da es mi deber exigir.

Evidentemente, quien asume la decisión de ser elegido como alcalde de cualquier ciudad, también debe de entender que, una parte del costo de esta decisión, está asociada a cumplir con las expectativas de la gente que lo eligió y de tratar de manejar las de aquellas personas que no le compraron su propuesta y no votaron por él.

Cuando la situación está controlada, y la ciudad funciona relativamente bien, las dinámicas anteriores son predecibles. En ese entorno, el arte de gobernar consiste en mantener las frustraciones a un nivel tolerable por parte de los dos grupos. Esto significa que la calidad de vida percibida por la población se mantenga a unos niveles aceptables y se muestren algunos progresos. La administración de la ciudad tiene la responsabilidad de mantener su funcionamiento dentro de ciertos límites de control que eviten sorpresas.

En un entorno predecible, como sería el descrito anteriormente, como ciudadano mis exigencias acordes con mis expectativas, son entendibles y necesarias. Actuar bajo estos parámetros es un comportamiento  razonable para todos. Pero que sucede cuando la ciudad presenta problemas mucho mas complejos y cuyas soluciones son mucho más difíciles de abordar?.

En ese caso, la responsabilidad no es solo del alcalde que fue elegido. La responsabilidad  también es del ciudadano que no se preocupó por informarse antes de votar, y que de manera ingenua, compró soluciones simplistas para situaciones complejos. Mas adelante, esta persona se sorprende porque su candidato no fue capaz de “resolverle su problema” y se siente traicionado porque sus expectativas no se cumplieron.

Pero la responsabilidad también es del candidato ya nombrado alcalde. Este se sorprende por la respuesta de las personas que reaccionan agresivamente cuando se dan cuenta que sus propuestas  no eran viables, o eran mucho mas difíciles de implementar. Durante la campaña se subestimaron los problemas y se ofrecieron “soluciones” sin enfrentar a la gente con los costos y consecuencias de aceptar la realidad. Tampoco se midió la capacidad de gestión que requería el manejo del problema en el tiempo.

El resultado de la dinámica descrita es la que estamos viendo hoy en Bogotá. Los problemas de movilidad y seguridad corresponden a situaciones complejas cuya solución no se puede enfocar de manera simplista. Esto significa que cualquier cosa que se haga, va a tener un costo que hay que explicarle a la gente, y la necesidad de que también la comunidad asuma una parte de la responsabilidad de su solución.
 
Pero lamentablemente lo que se necesita para que la gente enfrente su realidad no se está dando por parte de la administración Moreno. Solucionar los problemas de transporte implica tomar decisiones difíciles y muchas de ellas muy impopulares. Pero para que estas no se devuelvan como un bumerán, deben de ser precedidas de una pedagogía que le permita al común de la gente entender el porque de las mismas y las consecuencias de seguir dilatándolas hacia el futuro.

El caso de la decisión del “pico y placa” es típico de el fenómeno que quiero evidenciar. Moreno prometió en su campaña no tocar esta medida y propuso como panacea el Metro. Promesas ligeras muy alejadas de la realidad de un problema mucho mas complejo. Con mas de 100,000 vehículos por año que han entrado a Bogotá en los últimos cuatro años, las simples matemáticas mostraban que las promesas de campaña no se podían cumplir. Y en el caso particular del Metro, las consecuencias financieras de esta decisión y su tiempo de implementación tampoco se midieron. Y sin embargo, mas 900,000 personas votaron a favor de esta decisión. Y hoy, tanto el Alcalde como sus electores, están sorprendidos porque un año y medio después, el problema persiste y el Sr Moreno tuvo que sacar a mas de 500,000 vehículos de circulación al ampliar el “Pico y Placa”

Desde mi primer “Blog” quise hacer una invitación a las personas que leyeran mis reflexiones sobre Bogotá para que participaran con ideas para ayudar a buscar soluciones  a los problemas que hoy nos molestan a todos. Hasta la fecha mi propuesta ha tenido una acogida muy por debajo de mis expectativas. Por esta razón quisiera provocar una discusión a partir de las siguientes preguntas.

Quien tiene una interpretación diferente, de la situación de lo que está pasando en Bogotá?
Que soluciones se pueden proponer ante la evidencia de la magnitud del problema de movilidad que hoy afecta a nuestra ciudad?.
Porque hay una respuesta tan baja a la posibilidad de aportar con ideas a temas que nos afectan a todos?

Le agradezco al Ing. Santiago Henado de la Escuela Colombiana de Ingeniería, quien me  aceptó mi invitación a mirar soluciones. En los próximos días nos reuniéremos para ver las opciones que han estudiado para aliviar los problemas de tráfico en la Autopista Norte. Ojalá aparezcan muchas mas personas como él que se quieran sumar para proponer ideas para este problema y otros mas que consideren interesantes.