
MARIA ALEJANDRA GONZALEZ-PEREZ
Leonardo Da Vinci: el discípulo de la experiencia
Este año se cumplen 500 años de la muerte de Leonardo da Vinci. Entre sus legados está que el descubrimiento y la creación no pueden separarse.
En mayo de 2019 se conmemora el quinto centenario de la muerte, en Francia, de Leonardo Di Ser Piero Da Vinci (15 de abril 1452- 2 de mayo 1519). Este polímata es ícono de la consciencia Occidental y una de las mentes más brillantes de la historia. Representa la innovación en la ciencia y en el arte, y entre sus intereses incluyeron anatomía, óptica, pintura, escultura, música, botánica, hidráulica y matemáticas. Este visionario, erudito, ingeniero, artista, humanista, pensador, arquitecto, músico, urbanista y científico del Renacimiento dejó entre sus legados muchos mensajes impérennes sobre que ni la vida y la obra, ni el descubrimiento y ni creación se desconectan.
Sus ideas son consideradas contribuciones de avanzada incluso 500 años después de su muerte. Da Vinci conceptualizó la bicicleta, el automóvil, el helicóptero, el aeroplano sin motor, el paracaídas, la calculadora, el puente plegable, la batería de artillería de rodadura (ametralladora).
Da Vinci se describió a sí mismo como discípulo de la experiencia. No recibió educación formal. Sus ideas e invenciones provienen de la observación, la curiosidad, la imaginación, la experimentación, la interpretación y el entendimiento, las cuales fueron plasmados en sus cuadernos y sus pinturas. Siendo probablemente sus obras más conocidas la Mona Lisa, y la Última Cena.
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La fascinación por la vida y obra de da Vinci ha cautivado a muchos, entre ellos al escritor Dan Brown quien le dedico su obra de ficción “El código da Vinci”, y Bill Gates. Bill Gates resalta su “curiosidad insaciable sobre casi todas las áreas de las ciencias naturales y la experiencia humana. Estudió, con meticuloso detalle, todo, desde el flujo de agua y el aumento del humo hasta los músculos que usas cuando sonríes”. Bill Gates adquirió el Codex Leicester, una colección de escritura científica sobre la naturaleza y el movimiento del agua de Da Vinci de 72 páginas con más de 300 ilustraciones y diagramas científicos, en una subasta en Christies, en Nueva York en noviembre de 1994. Este codex había sido adquirido en Londres en 1980 por el industrial y coleccionista estadounidense Armand Hammer. Su anterior propietario fue Thomas Coke, conde de Leicester quien lo compró en 1719 (razón por la cual se llama Codex Leicester) al pintor Giuseppe Ghezzi, quien lo había adquirido del escultor Guglielmo Della Porta, a quien se le adjudica ser el primer propietario de la obra de Da Vinci. Este codex fue escrito entre 1506 y 1508 en Florencia y Milán en bustrófedon o escritura especular o en espejo presumiblemente para preservar su contenido.
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El aniversario número de 500 de la muerte de Da Vinci dará ocasión a numerosas exhibiciones y eventos en su honor en Italia (principalmente en Vinci en la Toscana, Florencia, Milán, Roma y Turín) y en diferentes lugares del mundo incluyendo Colombia. El Codex Leicester, conocido también como el Codex Hammer, estuvo expuesto en la Galería de Uffizi en Florencia desde octubre de 2018 hasta el 20 de enero 2019 bajo el nombre “Codex Leicester de Leonardo da Vinci. El agua como microscopio de la naturaleza”.
“El deseo natural de los hombres buenos es el conocimiento”, Leonardo da Vinci.
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