Crítica de cine

Alias María: el peso y la liberación

La película narra la historia de una joven guerrillera que recibe la misión de cuidar a un niño recién nacido. Pronto se da cuenta que ella misma está embarazada. Las tensiones entre el cine y la realidad social son algunas de las razones por las que esta cinta no termina de convencer a los críticos. Pedro Adrián Zuluaga hace un análisis sobre la película.

Revista Arcadia
20 de noviembre de 2015

En marzo, Alias María fue la película de apertura del 55.° Festival de Cine de Cartagena, y en mayo participó en la sección “Una cierta mirada” de Cannes, al lado de dos tanques colombianos, El abrazo de la serpiente y La tierra y la sombra, que concentraron premios y atención. Estos logros parecen excesivos para una película que no termina de convencer a los públicos especializados y a los críticos, y en la que son notorias las tensiones entre el cine y la realidad social, o entre la mirada personal de un director y los compromisos con la ideología dominante. Analizar esas tensiones y el lugar del cine dentro de ellas puede ser más provechoso que el tranquilizador ejercicio de calificar una película como buena o malograda.

El segundo largometraje de José Luis Rugeles (García) se quiere instalar en la conciencia de los colombianos no solo como una película, sino como un proyecto social en el río revuelto del posconflicto, a través de su campaña “Más niños menos alias”, que tiene la buena intención de prevenir el reclutamiento de menores en el conflicto armado. Esa pulsión pedagógica está también en la narrativa de la película y explica sus méritos tanto como sus debilidades. Su protagonista, María, es una guerrillera de 13 años que debe cumplir una misión desproporcionada para su edad al mismo tiempo que se hace consciente de una situación personal: un embarazo prohibido entre las filas de su grupo.

La película acompaña a María en un viaje de reconocimiento. Una pequeña cámara la sigue en largos planos secuencia filmados con la ayuda de un soporte, el Movi, que aportó la intimidad necesaria para transmitir, junto con el sonido, la presencia de una naturaleza amenazante. No es una cualidad menor de la película evitar el melodrama y elegir, la mayor parte del tiempo, una narrativa austera, económica en diálogos y emociones y afín, en ciertos rasgos, al estilo internacional del cine de autor dominado por la idea de que menos es más. Sin embargo, con frecuencia ese estilo seco se corrige dentro de la propia película y da paso a subrayados innecesarios, que refuerzan la comprensión del espectador de aquello que es evidente por sí mismo. En estos casos la pedagogía le gana al cine, la explicación a la sugerencia, el maniqueísmo a la complejidad. Esto ocurre, por ejemplo, en la recurrencia de la imagen-metáfora de los insectos que cargan un peso “superior” a sus fuerzas o en la simplificación que supone imaginar una guerra de bandos en blanco y negro, donde la antes llamada ideología dominante encuentra su expresión y sus dosis de catarsis.

La transformación de María, la toma de conciencia de su condición de mujer y madre y su eventual liberación final se ven fracturadas en su credibilidad por esa misma economía emocional. No es que en Alias María se repriman los sentimientos, al contrario, la joven protagonista –Karen Torres–, así como quienes la acompañan en su travesía por zonas de guerra, construyen vivamente la perplejidad frente a lo que no comprenden. Es de agradecer la elección y el trabajo con actores no profesionales que aportan una autenticidad difícil de lograr con el glamour del star-system, y al precio de defraudar las expectativas de públicos como el que representa una reconocida actriz colombiana que, tras el estreno de la película en el Teatro Adolfo Mejía de Cartagena, se quejaba sotto voce de las espinillas en la cara de María.

Pero contrario a ese estado de suspensión y asombro que se materializa en el rostro y en el cuerpo de los jóvenes actores, muchas de las decisiones que toman los personajes se sienten apresuradas, como si a cada dilema que se plantea le faltase desarrollo y profundidad, más planos, mayor tiempo. Alias María es una película que hace equilibrio en ese suelo pantanoso que es el arte contemporáneo colombiano. Comparte el desafío de su joven protagonista: carga sobre su hombro una misión que quizá la desborda, la expectativa de contribuir a sanar una herida que necesita de más médicos y otros hospitales.