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Cuando mutan los dioses

Rodrigo Restrepo Ángel reseña "Cosmos y psique" de Richard Tarnas

Revista Arcadia
27 de marzo de 2015

Los griegos llamaban kairós al momento oportuno, el punto crucial, el lapso en que mutan los símbolos y los dioses se metamorfosean. Kairós fue, por ejemplo, el siglo y medio que transcurrió entre el Discurso sobre la dignidad del hombre, de Pico della Mirandola (1486), y el Discurso del método, de Descartes (1637): un siglo y medio que abarcó a Colón, Lutero, Copérnico, Shakespeare, Bacon y Galileo. Fue en esos intensos e iluminadores años que quedaron afirmados los fundamentos de la mente moderna. El Yo occidental declaró, claro y distinto, su independencia y autonomía, su nueva forma de ser: dinámica y proteica, autocreada y de aspiraciones infinitas, supervisora y separada del resto del Cosmos.

En realidad, el viaje del héroe del Yo occidental remonta sus orígenes mucho más atrás, hasta el final del neolítico y la antigüedad tardía. Richard Tarnas, psicólogo e historiador de la cultura de Harvard y doctor del Saybrook Institute, siguió la pista de este drama histórico, filosófico y espiritual, en una lúcida historia de nuestra civilización en su bestseller La pasión de la mente occidental (Atalanta, 2012). Pero es en Cosmos y psique, su segundo y decisivo ensayo, que Tarnas se dirige al punto crucial: la profunda crisis del Yo moderno y su cosmovisión.

Para decirlo claro y distinto: todos nosotros, exóticos especímenes tardo-modernos, experimentamos en carne viva la crisis de nuestra civilización. La crisis, valga decir, nace del mismo supuesto fundamental de la ciencia moderna y la Ilustración: que somos sujetos separados del resto de los objetos, humanos escindidos del Cosmos. Esta curiosa idea, que permea la filosofía, la ciencia, la política y la técnica desde hace 500 años, despojó al mundo de todo significado y propósito. Cualquier sentido quedó circunscrito a los estrechos límites del cráneo humano. Y si se llegara a notar algún rastro de propósito en el universo, sería por pura proyección, pues el universo, como reza la ciencia ortodoxa, no es más que un frío y azaroso mecanismo carente de todo fin. ¿No es este, se pregunta Tarnas, el más extraordinario acto de hybris o soberbia, el engaño final y más monstruosamente antropocéntrico? ¿No es un acto de ceguera suprema suponer que el universo del que provenimos carece justamente de lo que nosotros poseemos de modo exclusivo?

“Algo está muriendo y algo está naciendo”, nos recuerda Tarnas. Nos encontramos en el momento propicio, el kairós. No hay otra forma de interpretar la profunda crisis de sentido y el extrañamiento espiritual de la psique posmoderna, cuya contracara se nos muestra en la crisis ecológica. ¿Qué hacer entonces? En el cruce entre la epistemología, la psicología y la cosmología, Tarnas se ha dado a una tarea que tiene tanto de provocadora como de titánica, y cuyo resultado es el sustancioso tomo de Cosmos y psique. Durante más de 30 años rastreó los diferentes alineamientos de los planetas exteriores del sistema solar y descubrió una cantidad asombrosa de sincronías entre el movimiento de las esferas y el movimiento del pensamiento humano. ¿Astrología? No, se trata de algo más, pues Tarnas no es ingenuo, y anda bien informado sobre física contemporánea, teoría de sistemas y filosofía.

Tarnas nos propone un giro mucho más profundo y radical: si podemos conceder que el campo de significado se extiende más allá de nuestras estrechas cabezas, que el Cosmos, después de todo, experimenta el sentido y está impregnado de psyché, quizás descubramos que nos encontramos en un lugar mucho más interesante de lo que imaginábamos. Quizás entendamos que se trata, ahora, de abrirnos plenamente al ‘Otro’, de permitir que lo que intentamos conocer entre en nosotros y nos transforme, de escuchar con más atención otras formas de vida, otros modos del Cosmos. Y quizá recordemos, por fin, que lo verdadero no puede estar separado de lo bello, ni de lo bueno.