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El 'affaire' Bolaño

La reciente publicación de la novela 'El espíritu de la ciencia', del chileno Roberto Bolaño, fallecido en Barcelona en 2003, produjo una pequeña tormenta en el mundo literario de Hispanoamérica. ¿En qué consiste la polémica?

9 de diciembre de 2016

El jueves 3 de noviembre se distribuyó la novela El espíritu de la ciencia ficción, del chileno Roberto Bolaño, fallecido en 2003 en Barcelona, a los 50 años. El hecho produjo una pequeña tormenta en el mundo literario de Hispanoamérica. Como si se tratara de una calculada operación comercial –y algo hay de eso, no cabe duda–, tan solo unos días antes de iniciarse el más importante mercado editorial en español, la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, dedicada este año a Latinoamérica, se desató un debate mediático entre el crítico español Ignacio Echevarría, amigo de Bolaño en sus últimos años y editor de sus primeros libros post mortem; Jorge Herralde, expropietario de Anagrama, editorial con la que Bolaño publicó todos sus libros en vida, y Carolina López, esposa del autor de 2666.

La polémica se inició con la publicación de una entrevista que concedió Herralde al diario La Vanguardia, de Barcelona, el domingo 30 de octubre. En ella, el célebre editor se mostraba sorprendido por la manera en que Carolina López había abandonado Anagrama, aunque confesaba que sus relaciones estaban rotas desde 2007. En la versión de Herralde, López se reunió con algunos miembros de Anagrama, y con su agente Andrew Wylie, y acordaron un precio por la permanencia de los libros de Bolaño en el sello en el que consiguió el Premio Herralde de Novela, en 1998, por Los detectives salvajes. Pero una vez terminó la reunión, esa misma tarde se vio con los representantes de Random House Mondadori, editorial que compró los derechos de todos sus libros, por una cifra cercana a los 500.000 euros. Herralde asegura que, además, Anagrama (a través de Feltrinelli, propietaria italiana de la misma) no pudo entrar en la puja porque ni siquiera le fue informada la decisión previamente.

Tras dichas declaraciones, el crítico español Ignacio Echevarría publicó, el 23 de noviembre, en El Cultural, un texto intitulado Bolaño borrado, motivado por algunas interpretaciones que, según él, se habían producido tras el anuncio de que la obra del chileno hubiera comenzado a publicarse en Alfaguara. Según el crítico, que editó Entre paréntesis, primer libro post-mortem, la nuez de todos los problemas con la herencia moral, económica y literaria de Roberto Bolaño tiene un nombre: Carmen Pérez de Vega. En esto coincidía con el editor Herralde para quien estaba más que comprobado que Carolina López tenía una lista negra en la cual incluía a quienes osaran nombrar a la señora Pérez de Vega, la novia de Bolaño en los últimos cinco años de su vida.

El 24 de noviembre, Carolina López publicó La verdad sobre Roberto Bolaño, un artículo en el diario El País de Madrid. La esposa de Bolaño desde 1983, cuando se conocieron en Blanes, el pueblo catalán en el que vivieron hasta la muerte del escritor, hace una exposición de motivos con dos precisiones para el crítico y el editor aludidos. A Echevarría le había perdido la confianza por haberse tomado la libertad de haber compartido en el pasado un inédito con Pérez de la Vega; y a la exeditorial de Herralde, por considerar que sus comisiones del 55% como agente eran onerosas. Sobre Pérez de la Vega solo anotó que de su vida personal no iba a hablar, aunque reiteró que fue la esposa de Roberto Bolaño hasta el día de su muerte, el 14 de julio de 2003.

Es muy probable que este supuesto escándalo que se ha destapado en los medios, pero que llevaba ya varios años comentándose en corrillos y en ferias, en cenas privadas y en lanzamientos de libros, en mentideros y salas de redacción, con esa fascinación de los seres humanos por la maledicencia y la vida privada de los otros, haya querido soslayar algo que señala Carolina López al final de su artículo: “La viudas arrastran un estigma, son víctimas de un estereotipo machista”. Uno podría agregar que no solo las viudas, sino las mujeres en general arrastran dicho estigma, pues tanto el crítico como el editor se arrogan el derecho de establecer que es por culpa de “la otra” que se produjo el desenlace desfavorable, para ellos, al ser expulsados del destino literario chileno. Los dos arguyen con suficiencia, pasando por encima de las dos mujeres, que se trata de un problema femenino. Con algo de arrogancia velada, el asunto literario –la obra inédita y su destino editorial– ha sido rebajado a una pelea de dos bandos enemigos: los partidarios de la malvada esposa y los de la bella amante. O la guerra de la viuda contra la amante. O la historia de la aprovechada amante que quiere sacar ventaja sobre derechos que no le corresponden por no ser la esposa oficial. O la de la mujer despechada que ha demandado a todo el mundo para impedir que se hable de la amante… En fin, asuntos de menor cuantía, siguen pensando algunos hombres… chismes de cocina, cosas de faldas. Literatura, en todo caso.