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SE ENREDÓ LA PITA EN EUROPA

Semana
16 de mayo de 2012

Con la elección de Francois Hollande como presidente de Francia, este país ya tendrá que dejar de ser parte del eje que, junto con Alemania, defendía a capa y espada las medidas para salvar el capitalismo rentista en el viejo continente. Hollande no podrá establecer medidas de la línea de su partido político, pero si es consecuente con su postura ideológica, al menos debe impulsar acciones de corte socialdemócrata, lo cual implica medidas abiertamente en contra de las políticas neoliberales que sustentan el capitalismo rentista.

 

Allá los países tienen encima el Banco Central Europeo con sede en Fráncfort Alemania, el cual hace lo mismo que acá el BID y el FMI; es decir ejerce presión para que los gobiernos bajen el gasto público sacrificando a sus pueblos, con la finalidad de que el dinero que recaudan mediante impuestos se destine prioritariamente a pagar el servicio de la deuda, que como acá, constituye el negocio de los fondos de inversión y demás especuladores del dinero. Debido al caso de Grecia, los países de la zona euro habían firmado el compromiso de austeridad, para brindarle confianza a los especuladores y agiotistas, que en Europa abundan, por la magnitud de los capitales descendientes de las fortunas de la aristocracia y nobleza, caracterizados por su espíritu haragán y parásito. Eso les ofrece alguna tranquilidad a los ricos, pero asegura el descontento popular y las manifestaciones de rechazo como las ocurridas en Grecia y que se están cocinando también en Italia, España, Polonia y la misma Francia. Las expresiones de “los indignados” son señal anticipada de lo que se viene.

 

Hollande anuncia políticas equilibradas entre la austeridad del gasto para garantizar el pago de la deuda y la atención de las necesidades de su pueblo mediante la generación de empleo. Habrá que esperar cómo es esa fórmula, porque las políticas macroeconómicas sólo tienen las dos alternativas encontradas: frenar la inflación o generar empleo, lo cual requiere del aumento de gasto público ya sea para incrementar la demanda agregada o para crear condiciones al fortalecimiento empresarial. En todos los casos, al socialismo francés le tocará satisfacer las expectativas que le llevaron al triunfo en las elecciones, dar ejemplos útiles a los pueblos de otros países del viejo continente y a la vez evitar los líos internacionales con las fuerzas de poder supranacional con quienes el país ha suscrito compromisos; no es una situación fácil para el nuevo presidente con lo cual, después de que el capitalismo rentista respiraba tranquilo con el acuerdo de austeridad, con la elección de Hollande se enredó la pita en Europa.