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Pasión, disciplina y paciencia: factores de éxito en el mundo de hoy

Semana
26 de febrero de 2012

Un amigo mío, profesor de la Universidad de Stanford, me comentaba en estos días, de una conversación que sostuvo con una de las leyendas en el Silicon Valley en California. El tema que estaban tratando se relacionaba con los factores de éxito que distinguían a las personas, que habían fundado algunas de las empresas de tecnología, que hoy son referentes a nivel mundial. Mi amigo, le mencionaba que, en el curso de sus investigaciones, se había encontrado con un común denominador de estas características: la pasión y la disciplina. Sin embargo, la otra persona le sugirió añadir una tercer característica: la paciencia. Esta anécdota me motivo a salirme de tema de Petro y Bogotá, que me ha ocupado en las últimas semanas, para escribir sobre estas tres características que distinguen a las personas sobresalientes y formularme una pregunta: ¿ Porqué son tan poco comunes y qué tanto influye la cultura y la formación educativa, en las mismas?.

 

De manera mas general, se podría hacer la afirmación que la pasión, disciplina y paciencia son tres palabras que están detrás de los resultados exitosos de hombres y mujeres, que han sobresalido en la ciencia, las artes, los deportes, y en general, de cualquier actividad humana. Y si esta afirmación me la acepta el lector, vale la pena profundizar en cada una de estas palabras, para explorar su significado y reflexionar sobre lo que se vé en los jóvenes de hoy en día.

 

Hace unos meses tomé una decisión muy importante relacionada con mi empresa. Al responder a la pregunta de algunos amigos del porqué de la misma, el factor crítico de mi decisión, fue el darme cuenta que había perdido la pasión por la actividad, que había sido mi vida profesional durante muchos años. Cuando este componente vital ya no existe, es una señal clara de que es necesario buscar otros caminos, donde se pueda volver a encontrar esa chispa, que le da sentido a la existencia.

 

La pasión por lo que se hace, es el combustible que le permite a una persona superar los obstáculos, que se presentan en la vida. Es el factor clave que le da perspectiva a las cosas, cuando las condiciones son adversas. Es la chispa que, al final del día, motiva a una persona a pensar que valieron la pena los esfuerzos realizados. Y es el faro, que alumbra el camino y que da la energía para acometer lo que viene hacia adelante, de manera positiva. El arte de la vida está en lograr hacer lo que a uno le apasiona.

 

Las personas que lo logran, vibran y son capaces de mantener el entusiasmado y la adrenalina al máximo. Estas personas se caracterizan porque su pasión les permite tomar riesgos , perseverar a pesar de las adversidades y convencer a otros, de que sus sueños se pueden volver una realidad. Es en resumen, una característica que distingue a aquellas personas que se atreven a explorar y liderar el camino hacia lo desconocido.

 

Cuando vemos los pobres resultados que se ven en la actualidad, en nuestro sistema educativo, me pregunto si una parte del problema no está en que, los esquemas imperantes de formación no están prendiendo la llama de la pasión en los estudiantes. Esta situación se traduce en la falta de sentido que tiene el estudio, para muchos jóvenes de hoy en día.

 

El comportamiento disciplinado es otro concepto clave, pero que tiene cada vez mas enemigos en el mundo laxo y relajado que se vive hoy en día, donde es cada vez mas común ver a los jóvenes minimizar su esfuerzo y buscar maximizar los resultados. Por esta razón, es una de las marcas que caracteriza al mundo contemporáneo.

 

Una persona que sistemáticamente se comporta de manera disciplinada en lo que hace, tiene la capacidad de ejercer un control sobre sus emociones, deseos e impulsos. Esto la vuelve predecible, y por lo tanto, confiables cuando sus acciones están direccionadas por unos principios y unos valores aceptados por la sociedad. Aquí hay que hacer la diferencia entre ejercer la auto disciplina, a ser disciplinado por alguien, que de acuerdo al diccionario, puede significar una de dos cosas : el entrenamiento que corrige, moldea o perfecciona, las facultades mentales, o el carácter moral de una persona, pero también, el control que se obtiene forzando la obediencia o el orden.

 

Las personas que han sido exitosas en su vida, muestran que los resultados los han obtenido porque han sido disciplinados en lo que hacen y en el como lo hacen. Lamentablemente, a los jóvenes de hoy en día, muchas veces sus padres y sus maestros, nos les inculcan de manera temprana el hábito de la auto disciplina. Esto sucede porque a su vez, como adultos tampoco son el ejemplo a seguir y nadie puede enseñar lo que no tiene. El resultado es un desastre: personas sin la capacidad de ejercer control sobre sus emociones, deseos e impulsos, que actúan la mayoría de las veces de forma irreflexiva haciéndose daño así mismos y a los demás.

 

Para aclarar, en la humanidad han habido casos de personas muy disciplinadas que causaron actos de barbarie, como sucedió con los nazis durante la II Guerra Mundial. Muchos criminales de guerra, utilizaron ese rasgo notable de la cultura alemana, para desarrollar métodos sistemáticos de exterminio en los campos de concentración. Por esta razón, el marco de la ética y de los principios universalmente aceptados, es tan importante para el desarrollo de un comportamiento disciplinado, tanto como para ejercer la disciplina en cualquier contexto que se trate.

 

Una reflexión final: el proceso educativo, que es laxo, o que ejerce una disciplina sin sentido, es muy perjudicial. La persona puede aprender a ser muy disciplinada, pero para ello, necesita de orientación y ayuda, especialmente durante la niñez y la pubertad. Lo que no se hizo en esos años, difícilmente se corrije posteriormente, salvo que se ponga bajo condiciones extremas, como las que se viven en las organizaciones militares, y posiblemente muchos podrían objetar esta afirmación.

 

Otras palabras, que normalmente se pueden asociar a una persona que se comporta de manera disciplinada, es la paciencia. Hace muchos años recuerdo que en el almuerzo con mis padres oíamos una radio novela de un detective chino quien resolvía los casos mas difíciles. Y cuando le preguntaban como lo hacía, Charlie Chan, que era su nombre, respondía : " pachienchia, mucha pachienchia". Por alguna razón, estos recuerdos de la infancia me han acompañado durante toda mi vida.

 

La paciencia ha sido una característica de las culturas orientales, especialmente la japonesa y la china. Esto les permite tener una visión de mas largo plazo para las acciones que emprenden en la vida. Cuando alguien es paciente, normalmente es constante, persevera y no decae en sus esfuerzos. Lamentablemente en nuestra cultura occidental, el hedonismo y la impaciencia son marcas que la caracteriza. La gratificación instantánea, la búsqueda del placer, sin medir las consecuencias y el querer resultados inmediatos pero con el mínimo esfuerzo, son rasgos que la tecnología actual amplifica y agrava.

 

Muchas veces los padres cometen el grave error de reforzar este tipo de comportamientos cuando no les enseñan a sus hijos que el saber esperar la oportunidad, es uno de los factores críticos en el arte de vivir la vida. Cuando el niño quiere el juguete "para ya", y los padres ceden sin mayores reflexiones, se refuerza el comportamiento equivocado, que hoy caracteriza a la juventud contemporánea.

 

Por mas impaciencia que se tenga, el período de gestación de un bebe, es de nueve meses. Solo en casos extraordinarios, se violenta este ciclo de la naturaleza. Igualmente, el agricultor sabe que las semillas sembradas en su parcela, tienen un tiempo definido antes de germinar y otro para recolectar la cosecha. Si se quieren tener los frutos hay que tener la paciencia, para esperar el normal ciclo de la vida. Mi señora, al leer estas líneas, me recordaba un libro que compró cuando yo estaba pasando por un momento crítico de mi vida, por problemas de salud. El título de este libro me parece muy pertinente: "La espiritualidad de la espera".

 

Para muchas personas que "son pragmáticas" y que quieren ver acción y resultados inmediatos, se les olvida que muchas veces, se necesita tener la paciencia para vivir los procesos previos. Especialmente el tema es fundamental cuando se requiere generar procesos divergentes de reflexión, que implican "perderse" en ellos antes de poder converger y llegar a conclusiones fundamentales. Un ejemplo típico es la construcción de escenarios en ejercicios de planeación estratégica.

 

La impaciencia viene acompañada de buscar muchas veces la linea del menor esfuerzo y de las soluciones facilistas. Esto explica el porque hay tantas separaciones en las parejas jóvenes, quienes ante las primeras dificultades, por no tener paciencia, no hacen el esfuerzo para corregir las situaciones que les generan conflictos.

 

A nivel de la vida del trabajo, la impaciencia también tiene consecuencias graves. Se precipitan decisiones o se toman estas sin medir muchas veces las consecuencias, en el largo plazo. Igualmente, muchas buenas ideas se sacrifican por no haber sabido esperar con paciencia el momento, oportuno para ponerlas sobre la mesa. Y lo que es mas grave, hay muchos emprendimientos que toman tiempo en rendir sus frutos. Cuantas oportunidades no se pierden porque no se tuvo la paciencia de esperar y mantener la visión de largo plazo.

 

Como muchos otros temas estratégicos que deben de servir para construir una cultura mas acorde con los desafíos mundiales, los tratados en este blog forman parte de los que no son parte integral de nuestras conversaciones diarias. No lo hacemos en el seno de la familia y tampoco en los espacios de trabajo. Sin embargo, son fundamentales para tener el tipo de personas que nuestra sociedad urgentemente necesita.