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El Duque de la imagen

Con el afiche de Alvaro Uribe el publicista Carlos Duque saborea un triunfo que buscaba desde hace 20 años., 50894

2 de junio de 2002

El publicista Carlos Duque (Palmira, Valle, 1946) es la única persona del equipo de campaña que trabajó con Alvaro Uribe que aún no ha celebrado la elección del Presidente. “Tenía tantos deseos de ganar que ahora que lo logré miro el pasado sin tener un segundo para gozarme el presente”.

En efecto, mientras los uribistas festejaban él estaba en las oficinas de Duque Imagen, en el norte de Bogotá, contemplando la ciudad, hacia el sur, hacia Soacha, donde cae el sol y donde cayó asesinado el primer dirigente político a quien él le hizo un afiche inolvidable. Era Luis Carlos Galán. Hace 20 años llegó a su oficina en compañía de Maruja Pachón y le dijo: “Necesito que me ayudes para llegar a la Presidencia”. Duque se encerró durante una semana, vio retratos, analizó gestos, recuperó imágenes, hasta que encontró una fotografía tomada por un reportero de Bucaramanga que lo decía todo: “Me basé en ella para hacer el trabajo”. A Galán lo mataron pero la imagen lo persiguió. “!Ah, usted es el del afiche de Galán!”. Lo buscaron, entre otros, Pastrana para las elecciones de 1994, Peñalosa para las de la Alcaldía. Con tan mala fortuna que Samper le ganó al conservador y Mockus al liberal.

El creativo y estupendo publicista cultivaba una fama fatal: “Duque, qué buen trabajo pero ¿cuándo uno de tus candidatos va a ganar?”. Su autoestima no disminuyó. Al contrario, siguió siendo el buen conversador que es, el tipo al que le gusta la rumba y el mismo que es capaz de pararse solo, durante horas, conmovido, ante el Guernica de Picasso en el Reina Sofía de Madrid; o de maravillarse ante el Sansón cegado por los filisteos de Rembrandt. Y el mismo que mira sin ver mucha televisión porque en realidad se instala frente a la pantalla y durante jornadas cambia y cambia de canal por el sólo placer de nutrirse de imágenes.

Así que siguió trabajando a todo vapor: Se volvió indispensable para las audaces portadas de la revista Diners, metió el hombro para ayudar a las fotoexposiciones callejeras que se tomaron a Bogotá hasta que un día lo llamó Alvaro Uribe. “Fue como volver 20 años atrás. El y Galán tienen la similitud que saben con certeza para dónde van, qué quieren de sus vidas, no vacilan en sus propuestas, la disidencia, en fin”.

Entonces le tomó una foto al espléndido cielo de Manizales, retrató las banderas amarilla, azul y roja en la luz de Bogotá y le tomó una foto al candidato en lo que él se siente pleno: en su casa de Rionegro (Antioquia). Luego le colocó una frase que él le escuchó en uno de sus discursos: “Mano firme, corazón grande”. Y la imagen creada por Duque se consolidó. Y este hombre casado cuatro veces, padre de dos hijas y amante eterno de Bogotá, sintió que por fin iba a ganar unas elecciones. Cuando lo logró no sintió ganas de celebrar sino de hacer un balance de su vida, llena de imágenes para la historia.