'Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano', Frédéric Martel. Roca Editorial | 665 páginas.

CRÍTICA DE LIBROS DE NO FICCIÓN

El Cristo de espaldas: 'Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano', de Frédéric Martel

Las inconsistencias de 'Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano', de Frédéric Martel.

Mauricio Sáenz
29 de mayo de 2019

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Llega la noche y las sotanas quedan atrás. Sus dueños han terminado su labor pastoral cotidiana, y se disponen a disfrutar su tiempo libre. Muchos salen a contratar prostitutos en los alrededores de la estación de Termini, a hacer orgías de alcohol y drogas, a coquetear con los seminaristas... En fin, a disfrutar de la noche gay de Roma, despojados de su dignidad eclesiástica.

Resulta difícil imaginar algo más explosivo. Pero el periodista francés Frédéric Martel suelta bomba tras bomba en Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano. Dedica varios centenares de páginas a registrar la presencia de la homosexualidad en la Iglesia católica, que, según el autor, abarcaría hoy al 80 % de los prelados que rodean al papa Francisco. Y en la nómina de señalados, si bien en otra época, aparece en forma preponderante el fallecido cardenal Alfonso López Trujillo.

Martel viajó durante cuatro años por Italia y otros treinta países, incluida Colombia, a entrevistar a más de mil quinientas personas, entre ellas cuarenta y un cardenales, cincuenta y dos obispos, cuarenta y cinco nuncios apostólicos y más de doscientos sacerdotes y seminaristas. Semejante despliegue le permite hacer una narración intrigante y detallada, pero al final queda un vacío. No porque muchas de las cosas que dice sean erróneas o exageradas (como el famoso 80 %) ni porque Martel no plantee ideas interesantes sobre la realidad que vive la iglesia católica. Sino porque lo bueno queda sepultado bajo toneladas de chismes de pasillo, percepciones, exclamaciones e insinuaciones sin mucho respaldo.

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Sus problemas comienzan por el tono inapropiado, que le quita credibilidad. Al referirse, por ejemplo, a un cardenal polaco muy cercano a Juan Pablo II, dice “me gusta su faceta ‘saltimbanqui, mendigo, artista, ¡sacerdote!. No ha cambiado. Incurable. ¡Qué existencia! ¡Qué hombre!”. Y siguen con su técnica de reportería. Martel parece dispuesto siempre a congraciarse con sus entrevistados, a hacerlos sentir entre cómplices, para sonsacarles las declaraciones que busca. Y cuando no lo logra, inventa. Un cardenal alemán lo recibe muy serio en sudadera. “¡Es mi primer cardenal en pijama!”, comenta el autor. Y cuando la conversación parece fracasar, una casualidad le salva el día. Al prelado le suena el teléfono, y el tono afectuoso y el brillo de sus ojos son suficientes: “Podría imaginar que se trataba de una conversación sentimental”, deduce Martel, sin pena. El autor parece consciente de la debilidad de sus pruebas cuando escribe: “Se dirá que hago suposiciones muy osadas, pero en realidad me quedo corto. ¡A veces debo limitarme a escribir en condicional lo que sé a ciencia cierta que se puede afirmar!”. Eso no es serio.

Tiene aciertos, claro. Por ejemplo, menciona una tesis interesante relacionada con la represión que hasta hace algunas décadas sufrieron los homosexuales en una sociedad que los marginaba aún más que ahora. En esa época miles de muchachos, al descubrir sus preferencias, decidían refugiarse en una institución en que su soltería prolongada no fuera motivo de escarnio, sino de admiración, y en la que, además, podrían inclinarse hacia la espiritualidad y a ayudar a otros marginados como ellos mismos. Por eso mismo, cuando la sociedad empezó a abrirse, a partir de los años setenta, habrían comenzado a bajar las vocaciones.

Martel dice que no quiere criticar a los sacerdotes homosexuales, sino a una institución hipócrita que durante siglos ha condenado esa y todas las opciones no dirigidas a procrear. Eso está bien. Pero no queda clara la intención de enfocarse solo en la homosexualidad, cuando la iglesia está empeñada en luchar contra la pedofilia en sus filas. Deja además de lado el abuso de niñas y mujeres, incluso monjas, cuya situación reconoció el papa Francisco hace algunas semanas. Y llena a la alta jerarquía romana, paradójicamente muy homofóbica, de argumentos contra los esfuerzos del sumo pontífice por integrar a los homosexuales al rebaño de la iglesia.

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‘Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano‘
Frédéric Martel
Roca Editorial | 665 páginas.

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