Leer con sus padres, aprender un instrumento musical y hablar otra lengua son algunas claves para potenciar la inteligencia en los niños. | Foto: ING IMAGE

NEUROCIENCIA

Cómo criar genios en casa

Estas diez recomendaciones basadas en evidencia científica sirven, según los expertos, para que los niños sean más pilos.

5 de diciembre de 2015

La ciencia señala que los genes determinan el 50 por ciento de la inteligencia. Eso deja un espacio amplio para que los padres potencien aún más la capacidad intelectual de sus hijos. Después de todo, el cerebro es como un músculo y debe ejercitarse para funcionar mejor. Esta maleabilidad está a flor de piel en los primeros seis años de vida, y luego se va perdiendo con el paso de los años. Por eso, en esta etapa los pequeños deben estar expuestos a una amplia gama de actividades y experiencias que aceleran el desarrollo del cerebro y los vuelven más agudos.

1. Música, maestro: un estudio de la Universidad de Toronto, Canadá, mostró que los niños entre los 4 y 6 años que reciben clases para aprender a tocar algún instrumento aumentan su coeficiente intelectual (CI) y mejoran su rendimiento académico. Otro trabajo reciente publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences reveló que la formación musical mejora varias habilidades cerebrales, como la memoria, la orientación espacial, y destrezas relacionadas con el lenguaje.

2. Cuentos infantiles: si los papás leen libros junto a ellos al menos durante una hora al día se mejorará la comprensión de lectura de los pequeños. Un estudio publicado en 2008 en la revista American Psychological Association encontró que esta actividad puede servirle incluso a los niños que nacen con algún tipo de discapacidad. Para que sea efectiva, los padres deben enfocarse en las palabras y no tanto en las ilustraciones. De esta forma se enriquecerá su vocabulario.

3. A mover el esqueleto: la actividad física es fundamental para que los niños estimulen su cerebro y tengan buena disposición para el aprendizaje. En Alemania, por ejemplo, un grupo de científicos encontró que quienes hacen ejercicio regularmente y están en buena forma aprenden nuevas palabras 20 por ciento más rápido. La misma investigación develó que un régimen de ejercicio de tres meses aumenta 30 por ciento el fluido sanguíneo hacia la región del cerebro que se encarga de la memoria y el aprendizaje.

4. Hora de comer: alimentarse bien también es clave para un óptimo desarrollo de las capacidades intelectuales. Una investigación de la Universidad de Oxford analizó cuánto afectaba el rendimiento escolar lo que un estudiante consume a diario. Los que se alimentaban de manera balanceada con frutas, vegetales, proteínas y productos ricos en carbohidratos y en fibra tuvieron mejores resultados en pruebas de atención y velocidad de pensamiento.

5. Dulces sueños: por cada hora menos de sueño un niño puede perder dos años de maduración y desarrollo cognitivo. Hay una correlación entre las notas y las horas de sueño, como reveló un estudio hecho con 3.000 estudiantes en Rhode Island, Estados Unidos. Según este, los que tienen mejores calificaciones duermen en promedio 15 minutos más que sus compañeros de clase. Otro trabajo hecho por Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL), en España, comprobó que dormir contribuye a fijar en el cerebro los conocimientos adquiridos durante el día. “Ese tiempo es esencial para que el cerebro asimile todas las experiencias y aprendizajes diarios”, afirma Germán Casas, psiquiatra infantil.

6. Millón de amigos: socializar también potencia la inteligencia. “Todo niño debe jugar al aire libre, compartir con otros de su edad y dedicar tiempo a la familia, así sea a la hora de la cena”, dice Casas. Todo esto responde a la lógica de que el aprendizaje debe ser dinámico. Pero también es importante que los pequeños se rodeen bien, pues esos amigos son un factor determinante para que tengan mejor rendimiento y saquen a relucir sus talentos.

7. De tú a tú: para que los niños saquen provecho de sus habilidades es esencial que los papás sepan cómo comunicarse con ellos de forma eficaz. Esto implica escucharlos para saber qué les gusta y orientarlos sin presionarlos ni hacerles sentir miedo al fracaso. “Si a un niño lo llenamos de conocimientos, pero no permitimos que desarrolle sus capacidades no lo haremos más inteligente. El desarrollo cerebral no es un proceso que pueda acelerarse a las malas”, afirma Álvaro Bilbao, neuropsicólogo y autor del libro El cerebro del niño explicado a los padres.

8. Aplausos, pero moderados:
muchos padres pecan por decirles a sus hijos que son los mejores y les infunden la idea de que su talento innato por sí solo los va a hacer triunfar. La psicóloga Carol Dweck, quien ha investigado acerca de las motivaciones de las personas, el desarrollo de la inteligencia y el camino al éxito, afirma que esta actitud hace que los niños sean más vulnerables a las adversidades. Varios estudios han demostrado que las personas que crecen en medio de este entorno suelen rendirse fácilmente ante el primer obstáculo y tienen una mentalidad cerrada. “Quienes tienen una idea fija sobre su inteligencia tienden a no aceptar sus errores y a no saber confrontar o remediar sus deficiencias escolares, o sus problemas laborales y sentimentales”, afirma Dweck.

9. Do you speak english?: recibir clases de lenguas extranjeras también ejercita el cerebro. Varios estudios han revelado que los niños que crecen en un ambiente bilingüe aumentan su capacidad cognitiva, mejoran la concentración y la toma de decisiones. Esto se debe a que hay mayor actividad en la función ejecutiva y en la corteza prefrontal del cerebro, lo que les permite mejorar sus niveles de pensamiento y entendimiento. Además, a largo plazo hablar dos o más idiomas les ayuda a reducir el riesgo de sufrir alzheimer.

10. Desconectados: aunque algunas herramientas tecnológicas sirven para estimular a los niños desde temprana edad, lo ideal es que se mantengan alejados de las pantallas antes de que cumplan 2 años, pues las tabletas digitales o los teléfonos inteligentes generan estímulos rápidos e intensos que su cerebro no puede manejar. Según la Academia Estadounidense de Pediatría, “los niños aprenden mejor si interactúan con personas, no con pantallas”. La tecnología puede ser de gran ayuda en los años posteriores, pero nunca en exceso porque afecta el rendimiento escolar, la salud y la conducta.

Los triunfos de los mayores genios de la humanidad como Da Vinci, Mozart o Einstein no se basaron exclusivamente en sus capacidades intelectuales innatas, sino que tuvieron que trabajar arduamente y con disciplina para lograr el éxito. “Además de fomentar la cultura del esfuerzo, la disciplina y la constancia como regla de vida para sus hijos, los padres deben hacerlos ver que el cerebro es como una máquina de aprendizaje que debe encenderse y cargarse para funcionar de forma óptima”, concluye Dweck.