La recuperación de una fractura depende de varios factores.

Salud

Consejos para cuidar adecuadamente y acelerar el proceso de sanación de una fractura

Los cuidados después de una lesión son fundamentales para evitar riesgos y mayores complicaciones.

27 de diciembre de 2021

Una fractura consiste en la ruptura, generalmente, en un hueso. Según explica Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos “si el hueso roto rompe la piel, se denomina fractura abierta o compuesta”.

Frecuentemente, las fracturas ocurren debido a caídas o lesiones deportivas. Otros factores que pueden provocarlas son la disminución de pérdida de masa ósea y la osteoporosis. Medline Plus también señala otras causas:

  • Caída desde una altura.
  • Traumatismo.
  • Accidentes automovilísticos.
  • Golpe directo.
  • Maltrato infantil.
  • Fuerzas repetitivas, como las causadas por correr, pueden ocasionar fracturas por sobrecarga del pie, el tobillo, la tibia o la cadera.

Síntomas de fractura

  • Dolor intenso.
  • Deformidad: la extremidad se ve fuera de lugar.
  • Hinchazón, hematomas o dolor alrededor de la herida.
  • Problemas al mover la extremidad.

Es importante que al tener una fractura se acuda inmediatamente a un centro médico, para iniciar un tratamiento oportuno y evitar mayores complicaciones. Según sea la gravedad de la fractura, el paciente necesitará cirugía, clavos o tornillos para que el hueso se ubique correctamente.

¿Cuándo se debe solicitar ayuda de emergencia?

Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación asegura que se debe pedir ayuda al 123, en caso de que suceda lo siguiente:

  • La persona no responde, no respira o no se mueve. Se debe realizar RCP si no respira o el corazón no late.
  • La persona tiene un sangrado intenso.
  • Si al aplicar presión suave o realizar movimientos que no son bruscos la persona siente dolor.
  • La extremidad o la articulación está deformada.
  • El hueso perforó la piel.
  • La extremidad del brazo o de la pierna lesionada, como un dedo del pie o de la mano, está entumecido o tiene un color azul.
  • Se sospecha de la fractura de un hueso del cuello, cabeza o espalda.

Proceso de sanación

El tiempo de recuperación de una fractura depende de la edad y de la capacidad de cada persona para recuperarse. Generalmente pueden ser de 20 a días a seis meses. En el caso de los niños, el tiempo de sanación puede ser menos de dos meses y los ancianos hasta 1 año.

Igualmente el tipo de fractura influye en el proceso de sanación; aquellas que son expuestas duran mucho más tiempo. En el caso de los ancianos, el tiempo también puede extenderse y la inmovilización del hueso puede empeorar la osteoporosis.

El portal especializado en salud Tua Saúde brinda varios consejos para el cuidado de una fractura y acelerar el proceso de sanación:

Evitar los esfuerzos

Luego de una fractura es importante que la persona no realice mucho esfuerzo con el miembro afectado. El reposo es vital para evitar la hinchazón y acelerar la recuperación. Según explica el portal especializado “tampoco se recomienda que la persona permanezca en reposo absoluto, debido a que puede favorecer la pérdida de la masa muscular de la zona y se produzca rigidez de la articulación, lo cual puede causar hipotrofia muscular y disminuir la densidad, favoreciendo que haya más fracturas en el futuro”.

Calcio y vitamina C

El portal destaca la importancia de incrementar el consumo de alimentos ricos en calcio y vitamina C, debido a que ayudan a aumentar la densidad ósea y a beneficiar la cicatrización. Pueden encontrarse en alimentos como la leche y sus derivados, el aguacate, el brócoli, naranja, limón y piña.

Vitamina D

Esta vitamina es fundamental para el proceso de absorción del calcio y su entrada a los huesos. “Es importante que los niveles de vitamina D se aumenten durante la recuperación para que la cicatrización se produzca más rápido”, explica Tua Saúde.

Para obtener esta vitamina se puede exponer 15 minutos al sol (en una hora que no sea intenso). En los alimentos puede encontrarse en los pescados, yema de huevo, mariscos, leche y sus derivados.