se calcula que en los 2.600 kilómetros cuadrados en los que no pueden vivir humanos hay unos 300 perros.. | Foto: Clean Future

ANIMALES

Los perros abandonados que sobreviven en Chernobyl

Los descendientes de las mascotas que muchas familias tuvieron que dejar abandonadas cuando salieron de la zona por la contaminación radioactiva han aprendido a vivir en los lugares en donde no se pueden quedar los humanos.

17 de junio de 2019

El día en que las familias de Pripyat y las aldeas aledañas, en lo que hoy es Ucrania, tuvieron que salir evacuadas por la explosión de la planta nuclear de Chernobyl, en abril de 1986, cientos de mascotas se quedaron abandonadas a su suerte.  

La escena fue tan cruel, que los cantos orales que aún se escuchan en la zona hablan de “perros aullando que tratan de subirse en los autobuses”, de “soldados empujándolos y pateándolos” y de familias que escribían en sus puertas mensajes para que cuidaran y alimentaran a sus perros.

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Al inicio, los habitantes de la zona pensaron que iban a salir solo durante tres días y que luego volverían a sus casas, pero finalmente tuvieron que irse para siempre. Allá quedaron, tal como los dejaron, sus tendidos colgados, sus objetos guardados y sus casas.

Se calcula que en los 2.600 kilómetros cuadrados en los que no pueden vivir humanos hay unos 300 perros.

Además, se enviaron escuadrones para dispararles a las mascotas y a los animales que se quedaron atrás, pero muchos de ellos sobrevivieron.  Se alimentaron de las sobras que quedaban en las casas o por ancianos que resolvieron volver a zona y que se encargaron de mantenerlos vivos.

Foto: los perros sobrevvien de las sobras que hay en la zona del desastre. 

Pronto se reprodujeron y hoy, a la par de lobos, alces, linces y otros animales salvajes, los perros callejeros pululan por la zona. Son tantos, que se calcula que en los 2.600 kilómetros cuadrados en los que no pueden vivir humanos dada la contaminación radioativa hay unos 300 perros.

La mayoría merodea por la zona de la planta nuclear y de la antigua ciudad de Pripyat, pues normalmente le huyen a los lobos (aunque se cree que algunos se han cruzado con ellos) y se quedan cerca de la zona donde hay trabajadores y población flotante.

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Lo malo es que como muchos de ellos tienen radioactividad, no viven sino hasta los seis años, cuando no mueren antes congelados durante el duro invierno ucraniano.

Por eso, varios de los trabajadores que aún pasan por la zona, así como los guardias o los guías turísticos que llevan a los visitantes a conocer las ciudades abandonadas, han adoptado a varios de ellos y les han construido chozas o pequeñas casas para que puedan pasar el frío.  

Foto: Muchos de los perros callejeros de la zona de Chenobyl son cachorros que no viven más de seis años y que, algunas veces, mueren congelados por el invierno. 

Además, para ayudarlos, la organización Clean Futures, que se encarga de apoyar a comunidades afectadas por accidentes industriales, creó tres clínicas veterinarias en la zona. Allá les ponen las vacunas y adelantan una campaña para esterilizarlos, pues la idea es controlar su reproducción por los peligros que crea la radiación.

Además, como dijo Lucas Hixson, uno de los fundadores de la organización, al diario inglés The Guardian: “queremos que la población alcance un tamaño manejable para poder alimentarlos y brindarles cuidados a largo plazo".

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Gracias a eso, se han logrado controlar enfermedades como la rabia u otras que los perros pueden terminar propagando en los humanos de la zona e incluso fuera del perímetro.

La idea también es poner a varios de ellos en adopción en Estados Unidos, una vez se demuestre que no tienen radiación y que tienen buena salud. Esto para garantizarles una vida digna y tranquila, lejos de la zona abandonada por los humanos.

Los otros tendrán que sobrevivir en la zona, en la que se cree habrá rastros de radioactividad durante los próximos 300.000 años.