MASCOTAS

Perro mundo

Más que convertirlos en personajes aristocráticos, el pedigrí de los pura sangre garantiza que sean mascotas útiles.

17 de marzo de 2003

La melena dorada de Cristóbal sobresale en el salón. A pesar de competir con otros fuertes contrincantes se muestra confiado y tranquilo. A él le fascinan las competencias: es seguro de sí mismo y se agranda con los aplausos. Los preparativos para esta noche de gala en el coliseo cubierto del Liceo Francés, en Bogotá, comenzaron una semana atrás. El martes le hicieron un corte de pelo. El día antes del evento lo bañaron con champú, acondicionador y una espuma fijadora que le da más brillo y lo deja esponjoso. El blower tomó su tiempo porque se tuvo que hacer en la dirección en que nace el pelo y teniendo en cuenta que las puntas quedaran hacia abajo. No fue necesario hacer ejercicios en la banda para trotar con el fin de fortalecer sus músculos. Lo que su preparador sí ha vigilado estrictamente es su dieta para que esté en su peso ideal el día de la fiesta. Ese sábado ya casi todo estaba listo. Sus dientes limpios y las uñas cortadas. Sin embargo los más importantes detalles de su arreglo se hacen a última hora. Su entrenador le pone un poco de maquillaje y lo cepilla una vez más. Cuando le toca el turno de salir a la pista Cristóbal se luce. Esa noche, como en otras oportunidades, queda de primero en su categoría. "El sabe lo que tiene que hacer, sabe si gana o pierde y además le gusta que lo aplaudan y lo feliciten", dice su dueña, Adriana Gaitán. Después de los premios comienza la fiesta. Todo el mundo está de esmoquin y traje largo y se lanzan al ruedo pero él, en lugar de bailar, prefiere sentarse y descansar debajo de una mesa.

Aunque la mayor parte de su tiempo juega como cualquier otra mascota la vida de este golden retriever es agitada. Participa en competencias nacionales e internacionales, tiene que desplazarse fuera del país para fecundar a alguna hembra en celo y además debe seguir una rutina de entrenamiento para manejarse bien en la pista. Como sucede con los miembros de las más rancias familias reales, se sabe cuáles son sus padres y su árbol genealógico va cuatro generaciones atrás. Su registro está en la Asociación Club Canino Colombiano. Cristóbal es un perro con papeles, la aristocracia del reino canino. Como él, muchos perros con pedigrí se rigen bajo normas 'sociales' diferentes a las de los demás. Sus padres son también perros de pura sangre que han sido cruzados por criadores expertos. Cuando nacen reciben todos los cuidados, alimentos, vacunas y medicamentos necesarios. Cuando los registran se les incrusta un microchip entre los hombros que los identifica. En algunas ocasiones se estudia a la familia que los va a adoptar para estar seguros de que tendrán los cuidados que merecen. Otros criaderos les entregan a los dueños del cachorro un libro con los datos particulares de la mascota, certificado de vacunas, estándar de la raza y fotos. Sus nombres se escogen con mucho cuidado. Paray's I Told You So, Torum's Scarf Michael, Darvidale's All Rise Pouchcove son nombres propios de esta aristocracia.

Su precio también es más elevado que el de un perro sin documentos. Los de criadero pueden valer entre 700.000 y tres millones de pesos, dependiendo de cuáles sean los padres. En las tiendas de mascotas pueden costar sólo 200.000 pesos. Cuando son jóvenes adultos se espera que estos perros se crucen sólo con otros de su propia raza que estén registrados. Para hacerlo deben haber participado en cinco exposiciones caninas. En el caso de las hembras estas reglas requieren cuidados más especiales, pues durante cada celo deben ser vigiladas para que no tengan contacto con cualquier canchoso. Las perras no pueden tener más de dos camadas al año y sólo se les permiten cinco en toda su vida.

El mantenimiento de los que tienen papeles y sirven de mascotas no es más costoso que el de cualquier otro perro. Pero la cosa es a otro precio cuando se vuelven perros de exposición o de trabajo. En estas circunstancias hay que conseguir un entrenador, que puede costar 150.000 pesos al mes por sacarlos tres mañanas a la semana. Inscribirse en las exposiciones tiene un costo entre 30.000 y 70.000 pesos. Hay muchos que deben viajar a competencias internacionales o para ser cruzados porque la media naranja ideal vive al otro lado del Atlántico y los dueños no tienen reparo en invertir millones de pesos en un cruce cuyo resultado no está garantizado. Los criadores suelen estudiar durante años cuál puede ser la mejor pareja para su perro. Para la gente ajena a este mundo todo esto puede sonar extravagante.

Para un amante de una mascota no hay mayores diferencias entre el perro con papeles y el de padres desconocidos porque, como dice el veterinario Guillermo Forero, "para mí todos son iguales, tienen cuatro patas, dos ojos y deben recibir la misma atención". Pero las diferencias existen. Los criadores evitan cruzar parientes para evitar que salgan con taras o defectos. Además la asociación exige antes de cruzarlos una radiografía para descartar que tengan displacia de cadera, una enfermedad muy común entre los perros. Pueden tener fenotipos más bonitos porque los criadores tratan de buscar rasgos particulares de cada ejemplar que combinen con el de su posible pareja, como la forma de las orejas o el color del pelo. "Cuando se cruzan entre razas que no tienen un fenotipo parecido puede salir una locura de perro", dice Morgan Jones, director de exposiciones de la Asociación Club Canino Colombiano.

Pero no todo se limita a los rasgos físicos. En los pura sangre también se preservan rasgos relacionados con el carácter. El origen de la mayoría de las razas es el resultado de cruces que el hombre ha hecho con fines muy precisos. Por ejemplo, los pastores, para proteger los rebaños del ataque de los lobos, y los deportivos, como el pointer y el labrador, tienen un olfato muy desarrollado para detectar presas. "La gente los ve como objetos de culto de la aristocracia pero en realidad un perro de raza es un perro de trabajo", señala Paolo Martelli. Un perro con pedigrí certificado le garantiza a su dueño que trae en su 'disco duro' esas características desarrolladas a lo largo de cientos de años. Goia, una pastor alemán de un año que nunca había ido al campo, tuvo su primer contacto con un grupo de vacas y sin haber recibido entrenamiento previo se paró en forma instintiva frente a un toro con la idea de reunir el rebaño tal como lo habría hecho cualquiera de sus antepasados en un día normal de trabajo. "Si un perro no tiene papeles no hay garantía de que su carácter aparezca. Eso explica que muchas veces la gente compre un perro que le dijeron que es ideal para los niños y resulte agresivo, o perros que en teoría son excelentes guardianes y que en la práctica son mansas palomas", dice la criadora Adriana Gaitán.

Por este motivo se organizan concursos en los que se premia el aspecto físico de los ejemplares y su capacidad para desarrollar las destrezas propias de su raza. También los entrenan para ayudar a niños incapacitados, minusválidos y personas de la tercera edad y, de acuerdo con los expertos, sólo un pura sangre puede garantizarle al usuario que hará esta tarea.

Los perros de raza son escasos. Según Morgan Jones hoy se presentan en exposiciones unos 600. Hay una tendencia generalizada a ver el perro como un adorno y esto hace que se pierda el interés por el carácter de cada raza pues casi cualquier ejemplar puede decorar un jardín o ser el amiguito ocasional de un niño. Otro factor que influye es el económico. Aunque mantener un campeón internacional o un gozque tiene un costo similar, la inversión inicial es mucho más alta en el caso de los de raza pura.

Todo esto ha llevado a la pérdida de las características de las razas y muchos criadores culpan a quienes, en su afán de lucrarse, optan por la cantidad y no la calidad y hacen cruces indiscriminados. "La gente no sabe que hay criaderos, no se asesoran, y por eso compran en cualquier lado", dice Santiago Pinto, manejador de perros.

Ahora hay un interés de los criadores por recuperar la pureza de las distintas razas, no sólo criando perros finos sino también educando a la gente para evitar que la estafen. "En muchos almacenes de mascotas cruzan indiscriminadamente, venden cachorros como si tuvieran papeles y luego vienen los problemas. Tienen enfermedades graves y los cambian por otro modelo como si se tratara de un electrodoméstico", dice Pinto.

Con los perros de raza sucede lo contrario. Sus dueños son conscientes del trabajo que ha costado forjarlos y por eso los aprecian mucho más. Esto ha hecho que se forme una especie de comunidad entre todos los que poseen este tipo de mascota. "Uno ve las mismas caras en todos los eventos. Sólo un 10 por ciento de los aficionados son nuevos cada año", afirma el criador Germán García. En este oficio, que no representa mayores ganancias, se comparte el amor a los perros, por valorar las razas y no por el aspecto arribista del pedigrí sino su carácter y su relación con trabajos específicos que vienen de épocas muy remotas, cuando el perro era el mejor amigo del hombre porque lo ayudaba a sobrevivir.